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Oscar Portela
La cuatro patas
de una narraciòn cinematografica
 
Esta esa entrevista que sostuvo Bette Davis en 1950 - a la sazòn desocupada -, con Joseph L. Mankiewicsz, en el cual la actriz, - estrella le dijo al gran director, "si la pelicula fracasa, no serà usted, ni el camarografò, ni el guionista, quienes pondràn la cabeza en la guillotina. Serè yò. Puedo bailar sobre la punta de una aguja, pero todo, todo tiene que estar en orden y ser creible": lo fuè, porque se tratò de la famosa "Todo sobre Eva" o "La Malvada", que le vali un Oscar màs a su director: empero, si el cine, se sostiene como una mesa, con la punta de iceberg de una historia bien guionada,diestramente narrada, fotografiada maravillosamente, todo ello no resultarìa suficiente, sin el rostro en el cual la historia se refleje, como narciso se reflejaba en las aguas: Greg Tholand hizo posible la inolvidable toma en la cual Davis en primer plan deja morir a Marshall en "Los pequeños Zorritos" (o "La Loba") de Hellman, dirigida por Wyler, creando tres espacios paralelos con la

utilizaciòn sofisticada de la profundidad de campo, pero sin el rostro de Davis, empolvado de arroz, rigido como una escultura egipcia, empalvada de arrroz para empeorar sus relaciones con Wyler, la escena no hubiera podido ser filmada. Asì las cosas, recordemos como lo hace Julian Marias, la mirada extraviada de Garbo en "Reina Cristina" de Maumolian, ejandose de la costa en una chalupa, que parece avisorar tras de la nada, algo que nadie puede ver. Uno de los pocos grandes directores del mundo onirico de la imagen - tal vez el màs grande - , Carl Theodore Dreyer, insistiò en ello hasta su muerte, y lo mostro y demostrò magistralmente, desde su "Juana de Arco" con la Falconetti - insuperada-, hasta "La ira de Dios" , "El verbo", o "Gertrud", y lo hizo Bergman en cada uina de sus magistrales vistas: Ingrid Bergman alejandosè en un tren, al final de " Sonata de Otoño", o cada una de las escenas de "Gritos y susurros".

El cine actual se a olvidado u alejado de las cuatro patas que sostienen la belleza y credibilidad fantastica de cada relato cinematogràfico, por ello se muriò de pena Federico Fellini, legandonos con "Ginger y Fred", una anatomopatologìa de la decadencia del septimo arte.

No importa, existen y existiran directores que buceèn en el fondo de buenas historias, tocando las cuerdas del rostro humano, entre luces y sombras (el color los contiene), como un pianista toca una sonata de Beethoven. Herzog lo sigue haciendo, muchos lo hacen, y cabe recordar la ùltima imagen de Swanson en "Sunset Bulevard",cuando loca, baja las escaleras confudiendo los focos de los patrulleros policiales, con la filmaciòn de un nuevo film, o a la inolvidable Vivian Leigth, en manos de Kazan, en la ùltima secuencia de "Un tranvìa llamado Deseo", que inutilmente quiso versionarse de nuevo, porque cuando un rostro hace creible una historia, esta le pertenecerà - como lo afirmaba Brando-, para siempre, por aquello de que cada producto tiene una marca registrada. Esa marca y no otra cosa, permite que un actor, atraviese el tumultuoso mar de las modas y las estéticas de la imagen,adaptandosé, a travez de la recreación de sus recursos técnicos y de la retroalimentación de una imagen siempre transmutada, el olvido y siga constituyendosé en el recurso primordial de los más diversos y problematicos planteos esteticos: vemos que las cualidades cinematograficas de Davis - insuperada s-, le permitiron en su vejes, realizar actuaciones tridimencionales como de "Que fue de Baby Jane" : ese misterioso poder de cambiar en instantes de roles - el movimiento incesante- que muestra Kawalerowicsz de la heroina de "Madre Juana de los Angeles", empalidece las calidades interpretativas de la mismísima Vanesa Redgrave, y la contención aparente de Moreau, (recordarla en "fuegos de Verano" - titulo castellao de Richardson), quien  oculta explociones interiores que hacen aún arder la pantalla. La pasividad trágica de Papas en la "Ifigenia" de Cacoyannis, es la más perfecta recreación del teatro griego de la crueldad, y los ejercicios de introspección, y las vibraciones de Mercuri, en la libre versión de Dassin de "Medea" en "Grito de Mujer", muestra a las claras lo que se ha perdido de calidad en la calidad de las interpretaciones de los grandes artistas de la pantalla.

Por ejemplo Hepburn en "Un Leon en Invierno" de Peter Glenville, o en "Viaje de un largo día hacia la noche" de Lumet, o en la última secuencia de "De repente en el último Verano" de Mankiewicsz. Estas figuras son irremplazables para elaborar un gran relato, y no pueden ser suplidas por las Julias Roberts del momento. Y ya que estamos, esperemos ver el fin de Gibson tan traído y llevado por su "La pasión de Cristo", para ponerlo junto a Vlacil, a Kawalerowiczs, a Dreyer, a Bergman, a Dreyer, a Bresson, el propio Godard y al mismísimo director de "La última tentación de Cristo", basado en Kazanzatkis, porque sería la única vez en que el cine américano, pronfundice en algo más que sus epopeyas épicas, (recordar aquì "La pasìon Segun san Mateo" de Pasolini)  en sus obras maestras del suspenso, en el genero policial y últimamente, en el decadente ejecicio de todos los modos del permanente ejercicio  de los recurzos queofrece computación hipermoderna.¿ Que actriz hoy se atreverìa a enfrentarcea una camara, dirigida por Renoir, con un solointerlocutor, un telefono,para fimar "La voz humana " de Cocteau, que no se llame Ana Magnani?

Oscar Portela Febreo 2004. Corrientes. Argentina