utilizaciòn
sofisticada de la profundidad de campo, pero sin el rostro de Davis,
empolvado de arroz, rigido como una escultura egipcia, empalvada de arrroz
para empeorar sus relaciones con Wyler, la escena no hubiera podido ser
filmada. Asì las cosas, recordemos como lo hace Julian Marias, la mirada
extraviada de Garbo en "Reina Cristina" de Maumolian, ejandose de la costa
en una chalupa, que parece avisorar tras de la nada, algo que nadie puede
ver. Uno de los pocos grandes directores del mundo onirico de la imagen -
tal vez el màs grande - , Carl Theodore Dreyer, insistiò en ello hasta su
muerte, y lo mostro y demostrò magistralmente, desde su "Juana de Arco" con
la Falconetti - insuperada-, hasta "La ira de Dios" , "El verbo", o "Gertrud", y lo hizo Bergman en cada uina de sus magistrales vistas: Ingrid
Bergman alejandosè en un tren, al final de " Sonata de Otoño", o cada una de
las escenas de "Gritos y susurros".
El cine actual se a olvidado u alejado de las cuatro patas que sostienen la
belleza y credibilidad fantastica de cada relato cinematogràfico, por ello
se muriò de pena Federico Fellini, legandonos con "Ginger y Fred", una
anatomopatologìa de la decadencia del septimo arte.
No importa, existen y existiran directores que buceèn en el fondo de buenas
historias, tocando las cuerdas del rostro humano, entre luces y sombras (el
color los contiene), como un pianista toca una sonata de Beethoven. Herzog
lo sigue haciendo, muchos lo hacen, y cabe recordar la ùltima imagen de
Swanson en "Sunset Bulevard",cuando loca, baja las escaleras confudiendo los
focos de los patrulleros policiales, con la filmaciòn de un nuevo film, o a
la inolvidable Vivian Leigth, en manos de Kazan, en la ùltima secuencia de "Un tranvìa llamado Deseo", que inutilmente quiso versionarse de nuevo,
porque cuando un rostro hace creible una historia, esta le pertenecerà -
como lo afirmaba Brando-, para siempre, por aquello de que cada producto
tiene una marca registrada. Esa marca y no otra cosa, permite que un actor, atraviese el tumultuoso mar
de las modas y las estéticas de la imagen,adaptandosé, a travez de la
recreación de sus recursos técnicos y de la retroalimentación de una imagen
siempre transmutada, el olvido y siga constituyendosé en el recurso
primordial de los más diversos y problematicos planteos esteticos: vemos que
las cualidades cinematograficas de Davis - insuperada s-, le permitiron en su
vejes, realizar actuaciones tridimencionales como de "Que fue de Baby Jane"
: ese misterioso poder de cambiar en instantes de roles - el movimiento
incesante- que muestra Kawalerowicsz de la heroina de "Madre Juana de los
Angeles", empalidece las calidades interpretativas de la mismísima Vanesa
Redgrave, y la contención aparente de Moreau, (recordarla en "fuegos de
Verano" - titulo castellao de Richardson), quien oculta explociones
interiores que hacen aún arder la pantalla.
La pasividad trágica de Papas en la "Ifigenia" de Cacoyannis, es la más
perfecta recreación del teatro griego de la crueldad, y los ejercicios de
introspección, y las vibraciones de Mercuri, en la libre versión de Dassin
de "Medea" en "Grito de Mujer", muestra a las claras lo que se ha perdido de
calidad en la calidad de las interpretaciones de los grandes artistas de la
pantalla.
Por ejemplo Hepburn en "Un Leon en Invierno" de Peter Glenville, o en "Viaje
de un largo día hacia la noche" de Lumet, o en la última secuencia de "De
repente en el último Verano" de Mankiewicsz. Estas figuras son
irremplazables para elaborar un gran relato, y no pueden ser suplidas por
las Julias Roberts del momento. Y ya que estamos, esperemos ver el fin de
Gibson tan traído y llevado por su "La pasión de Cristo", para ponerlo junto
a Vlacil, a Kawalerowiczs, a Dreyer, a Bergman, a Dreyer, a Bresson, el
propio Godard y al mismísimo director de "La última tentación de Cristo",
basado en Kazanzatkis, porque sería la única vez en que el cine américano,
pronfundice en algo más que sus epopeyas épicas, (recordar aquì "La pasìon
Segun san Mateo" de Pasolini) en sus obras maestras del suspenso, en el
genero policial y últimamente, en el decadente ejecicio de todos los modos
del permanente ejercicio de los recurzos queofrece computación
hipermoderna.¿ Que actriz hoy se atreverìa a enfrentarcea una camara,
dirigida por Renoir, con un solointerlocutor, un telefono,para fimar "La voz
humana " de Cocteau, que no se llame Ana Magnani?
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