APORIAS
Poema inedito de oscar portela

Y ahora que hacer con los llamados
que las hadas pusieran sobre mis hombros
como lapidas? Desnudo y sin mañana,
mudo como la roca que ignora las suplicas
y bendice el negro del abismo del buitre,
el tiempo como la roca, nos ignora tambien,
aunque las diademas nos coronen de luces,
pues somos la catastrofe antes de la catastrofe,
que hacer, que hacer aqui, como hallarme
a mi mismo despues de la batalla
y de la sangre, en tanta oscura soledad
de camelia, en medio de tanta indeferencia
de mutilados miembros y sordera infinita,
oh patria amada, talamo, lecho de infinitas
promesas que proveyó a mi mi lengua
de las mismas estrellas que hoy sangran
sobre el timpano de los que aun esperan?
Donde estoy pues, donde han sepultado
a mi hermano, la juventud perdida,
las medidas perdidas, mirame ahora, mirame,
desorientado tras el huracán del origen perdido,
y los talentos como lápidas que gimen sobre
mis hombros, los espectros que alumbran
el pasado perdido, el hoy perdido y el mañana
fantasmal del invierno, aquí, aquí, donde
se pudre el cadaver del hermano perdido
y mi vos se apaga lentamente, cuando
el mañana habla por boca de los fantasmas
y el invierno.

julio 2003. Corrientes Argentina


BODAS CON LA LUZ

Un día temprano, subitamente florecí con la luz
ese día la luz nació y se hizo carne, se hizo voz,
se hizo huella y amaneció noctambula dormida
entre mis brazos como abeja sin madre.
Más tarde me desperte con ella y descubrí
en mi abrazo sus terribles abismos: fuí su esposo,
su esclavo, su mutilado martir, y en los naufragios
reinaba como la voz del miedo y la sombra
acudía a su encuentro, con la cruz invertida
de los vastos naufragios y las esquirlas que la noche
puso en su casto cuerpo de doncella indomable.
Fué la luz primigenia del día primero de gracia
donado al desterrado principe sin corona ni mirtos,
- el rapsoda voraz que canta ahora los crepusculos
y el reino no conquistado de la luz vulnerada,
- destrozado por los litigios del día y de la noche -,
azotado por las llagas de la melancolía y de la
cuadratura del sol del mediodía, que escande,
llaga, y exilia a sal y amarga hiel de la nostalgia.
y el abismo de aquella luz tornandosé toda ocre.
Así, me perdí tristemente en el abismo de la razón,
en las blancas salinas y los desiertos paramos
del que no tiene patria, ni boca para nombrar
cenizas de palabras, señales de muertes inombrables
de aquella virgen del Estío primero, entre palmas
y abras solitarias, donde se filtran los fragmentos,
entre huellas de sangre y presagios - aún presagios -,
de mensajes de abriles que recuerdan
el día en que llamé a la luz, - encanallada ahora,
harapienta, arrepentida de sus delirios y los míos -,
buscando el nombre único, el exacto compaz
y la tibieza exacta de una larga promeza.
Pobre niña, pobre patria expatriada,
pobre deseo inerme entre cruces y llagas -,
cuando ya nadie busca ser Dios, acariciado
por el viento del Eter mas azul y más claro:
luego se aleja pensativa, docil quizá, entregada
al escarnio de los días que pasan,
y marchitadas flores por corona -, alrededor
de tumulos se arrodilla ligera, para en silencio
buscar al vastago del día en que llamé a su puerta
y vino a mi sin preguntar porqué.

corrientes - argentina - 2003