Me entristece no estar de acuerdo en éste tema con el amigo Jaime Richard: no se trata de ninguna manera de lo que la escolastica llamó falsamente "filosofía peremnis", incluso del "eidos platónico", todos sabemos que el hombre está sobre la tierra, sobre su finitud y derelición o deyección, en la que insistió hasta el cansancio Martin Heidegger dispuntado en su dialogo con la historia del pensamiento, precisamente sobre la diferencia que existe entre lo historico como cronología de un tiempo lineal vulgar, y aquello que abre al hombre al dialogo con su pasado, con lo no dicho ni acontecido en su hoy, y que guarda celosamente su pasado.
Los filosofos ni sus sistemas no pueden archivarse en discos rigidos, ni tan siquiera lo que llamamos falsamente literatura, y sofisticamente, mito: todo aquello permanece para que a martillazos, tal lo hizo Nietzsche, o merced a la "destruktión" lo hiciera: (en lo que respecta a la sistémica, solo Aristoteles, Tomás, Spinoza, Leibnitsz o Spinoza, pueden ser honestamente considerados como filosofos "sistemáticos", recordemos el apotegma de Nietzsche: "donde otros escriben libros, yo escribo un aforismo").
Heidegger: no se trata aquí de destrucción en el sentido vulgar, sino de abrir picadas en el bosque del pensar": en éste y no en otro sentido yerran el cientificismo, el positivismo lógico, y el pragmatismo americano. Solo un dialogo fecundo con lo dicho en las secuencias de un tiempo vulgar, puede conducirnos a la senda de la salvación, y a una segura morada para el hombre. El problema de la errancia metafisica, se pone de manifiesto en la falta de "identidad cultudad", de intrahistoricidad (termino usado por Unamuno), de memoria historica, que impuso al mundo el modelo politico-social y calvinista yankí: primero, para hacerse de una "identidad", ya que la suya es serial, trataron de conquistar "historias ajenas", convirtiendosé en el "coup de cap", de una Europa que no supo reaccionar en su momento, luego imponiendosé mediante las desatadas furias de la "esencia de la técnica-oculta en la esencia de la metafisica", imponiendo merced a la cultura planetaria y la globalización económica, su estilo de de concebir la realidad, su imago mundi", pobre y terminal.
Lo que Europa debe hoy cuidar más que nada, no atañe solo a las luchas por el espacio fisico, por cualquier tipo de mallatusianismo económico, sino sobre la barbara colonización de los "mercados culturales", sobre los cuales ha conseguido imponer un monopolio absoluto, de modo que los paises del tercer mundo como el mio, sienten la opreción que los medios difunden, de arquetipos culturales dignos del rechazo más absoluto: nada llega a éstos paices desde Europa, Asia, u otro mercado, que no sea lo impuesto desde Miami o Los Angeles: la juventud ha sido hipnotizada y manejada sus pulsiones por éste modelo. Mercados abiertos a la indiferencia, tejidos sociales necrosados, economías devastadas, corporaciones políticas muertas, desocupación tráfico y consumo masivo de drogas baratas, deforestación, y transito de armas utilizadas por el terrorismo: ese es el mensaje que viene desde yankilandia, y la música tecno que convierte lentamente desde los timpanos, al hombre en un "chimpance": ellos dice Godard en su "Elogio del amor": "venden maquinas parlantes que no dicen nada", y nos dejan la "puerta trasera para entrar a la historia": en verdad una historia muerta que no puede ya realizarce, si depende solo de la voluntad del hombre.
Los sesenta, con ucronias o nó, nos mostraron fuerzas que trataron de cambiar el rumbo, pero equivocaron el diagnostico y la estrategia: hoy, la educación - la verdadera "paideia" como la entendían los griegos -, ha sido cancelada por la inmovilidad y el autismo del chat. Como podemos salir de ésto si la juventud desconoce hasta su propia lengua, sobre la cual trabaja la cultura de la imagen y sonido? La respuesta es sencilla, está junto a esos pensadores solitarios, que llegaron a nosotros en manuales que no son ni serán filosofía, en textos que desde Esquilo a Shakespere y Moliere, nos devuelban la imagen trágica del alma del hombre que oculta aún demasiados misterios. El crepúsculo se anuncia en verdad, cuando no existe nadie que piense el mundo como tal.
Oscar Portela
29 de septiembre del 2004
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