Fatalmente encarcelado en mí
y en la sombría forma de arrojarme a mí mísmo
hacia el lenguaje y ser mundo en el “mundo”
mutilado y sombrío príncipe de Aquitania
de la torre abolida ya condenado al círculo
del laberinto pérfido que apaga todo ardor
de ser en cuerdas ay, vibración y canto.
Por ello mi corazón ya no pregunta.
Los hados del destino me conminan
A proseguir en sombras mí destino.
Fatalidad sin término.
Todo quejido de dolor informa
del luctuoso eclipse
que nos amarra a la imposible espera.
¿Que hacer maña? En ataúd vacío
yace el cadáver de quien fuera el otro
de mi mismo sosias.
Mientras cantaba el canto del camino
en un profundo sueño la cicuta he bebido
para que Poe viva como la firma mía
que es la firma de un ciego.
En ciego túnel.
Los ciegos me rodean.
Ahora Luís, que los feroces hados del destino
me conminan a proseguir en sombras
el camino.
Aquí el poema. |