(“Traducimos
sin tener el texto original” : Gunther Eich).
(“Y como
soportaría yo ser hombre si el hombre/ no fuese también poeta y
adivinador de enigmas y redentor de azar” Friedrich Nietzsche).
(“Los
poetas, / aún los espirituales, / deben ser en el mundo”: Friedrich
Holderlin)
Pero
de que se trata entonces eso de traducir. De la ausencia de los
originales – de la traza primera – se ocupo de modo extraordinario
Jacques Derrida.
Se trata claro de un “legitimo” intento de apropiación de una
experiencia lingüística que carece de equivalentes en otra lengua.
Es lo que ha sostenido Heidegger durante décadas cuando trató de
la reapropiación latina de la experiencia griega del pensar.
De modo tal que un texto a la mano traducido – aún con la
aparatología científica de la más ardua sistémica filológica – no puede
asegurarnos de que estemos en presencia de la voz proferida en el
supuesto original con el que batallamos.
El caso Holderlin es paradigmático: una vez más se acusó a
Heidegger de apropiación “indebida” de los textos de Holderlin.
La polémica la desató Paul de Man y tardíamente intervino en
ella Derrida y tomo notas de ello Beda Alleman.
Se trata por supuesto de los “Grandes Himnos” y no de los poemas
de la locura. En este caso como en el Paul Celan se trata de
“interpretar una sintaxis” que concientemente apunta a mostrar la
insuficiencia del lenguaje para mirar el misterio con el solo ojo de un
cíclope.
“El Rey Edipo tiene un Ojo de más” escribió Holderlin. Los
filósofos, filólogos y gramáticos no podrían resolver un enigma que solo
la Pitia envía para diversión de los Edipos de la Filosofía.
Cuando Heidegger y por motivos fácticos se lanzó sobre la obra
de Holderlin lo hacia de modo sibilino.
En estas lecciones como en la magna obra sobre Nietzsche se
trataba de atacar al nazismo sin que sus mentores ideológicos lo
advirtieran.
No obstante como todos saben debió aclarar que la elección no se
debía a la importancia que para la lírica alemana o mundial tuviese
Holderlin – comparado a Dante por ejemplo -, sino que este inauguraba
una edad en la que los poetas poetizaban sobre la esencia de la poesía.
Quiero aclarar antes que nada que aquello de “pastor del ser” o
“pastoreo en los campos del ser”, quedó luego remplazado por la
expresión “guardián de la nada”.
Nos toca hoy establecer vínculos entre la experiencia del pensar
y el legado de la experiencia poética del ser en el habla poética.
A la modernidad no se puede penetrar por otra puerta que no sea
la obra filosófica y poética de Federico Nietzsche: el se despidió de lo
real y la apariencia, de todos los puertos a los que ninguna nave podía
volber y afrontó la pregunta que aún pesa sobre el mundo de hoy.
¿Esta el hombre como transeúnte preparado para hacerse con el
dominio de la tierra?.
El logos Occidental que abandonó tempranamente Holderlin creía y
aún creé que sí.
La contestación de Nietzsche es que este logos nos había
conducido como un boomerang hacia “el más inhóspito de los huéspedes”:
el nihilismo.
Y el mismo que había tratado a los poetas de mentirosos y
narcisistas termina con un bellísimo ditirambo titulado “Solo loco, solo
poeta”.
Si en su primer poema el Nietzsche juvenil había escrito un
poema titulado “Al Dios escondido” en el cual termina preso de esta
imagen y solo para señalar curiosamente su coincidencia primera con el
Celan de “Tenebrae”, en donde solo habla de la “proximidad” del hombre y
de Dios.
He aquí el poema de Nietzsche:
“Una vez más, antes de que me marche
y mis miradas lance hacia el futuro,
vuelvo a elevar en soledad las manos.
Hacia ti, a quien me acojo,
a quien solemnemente he dedicado
altares en mi corazón, en lo más hondo
de él, para que en todo tiempo
tu voz vuelva a llamarme.”
“Sobre ellas arde
profundamente inscrita
esta palabra: al Dios desconocido:
soy tuyo, aunque uno más entre los
malhechores
yo haya venido siendo hasta el momento:
soy tuyo - y los lazos percibo
que en la lucha tiran hacia mi hacia abajo
y, aunque quisiera huir,
me fuerzas a servirte.”
“Desconocido: conocerte quiero
a ti que penetras en mi alma,
que mi alma atraviesas cual borrasca
¡tú, incomprensible, afín a mí!
Yo quiero conocerte, y aún servirte.”.
Es este el temprano espíritu de la melancolía, que en Celan,
dado su sentido ya trágico del vacio, va a rayar en una especie de
delirio melancólico.
Tempranamente debemos advertir que tanto en Nietzsche como en
Celan se trata de “el señor”, del “deus absconditus” tema que nunca
estará presente en Holderlin cuya melancolía se sostiene en otros
parámetros.
El retorno no a la palabra única sino la ruta que conduce a lo a
lo auroral, a la patria del origen: ese origen que Heidegger definirá
como la “eterna metamorfosis del origen”.
Ya en su senectud y en su pueblo natal Heidegger reconocerá la
imposibilidad de todo camino que conduzca a los países natales:
Francisco Madariaga, que no es un poeta que poetise sobre la
esencia de la poesía e insistirá en las “comarcas dadoras de poesía”
escribe brutalmente:
“Ya no tengo países natales/ solo tengo isletas voladas por el
agua”.
“Patmos” comienza en la traducción de Norberto Silvetti Paz- (a
las que debemos sumar el tesoro que nos legara Luis Cernuda –
reapropiación digna de aquella realizada por Guillen de la poética de
Valery- y la del Argentino Federico Gorbea) del siguiente modo:
Para Holderlin “Cercano está/ y difícil de aprender el Dios”. La
diferencia es abismal:
Holderlin irá entonces hacia el Asia ( durante el apogeo de la
estrella de la mañana Cristo, Dionisos y Hércules se hermanaran), de
modo tal que el retorno de Empédocles a los misterios de la “Phycis”,
pondrá a Holderlin mas cerca de Schelling que de su amigo Fichte), al
cual había sugerido a grandes rasgos su “Sistema de la Ciencia”.
Solo a veces la palabra “señor” y “Dios” son pronunciados en el
extenso Himno. El rayo que última a Holderlin viene no solode la ira de
Apolo en la Provenza, sino de aquellos que representando el espíritu de
la época no pudieron seguirlo: Hegel, Fichte, Schelling, Goethe y muchos
otros.
La melancolía abrasadora que va a minar los espíritus de
Holderlin y Celan son las que Nietzsche enfrenta cara a cara:
“ El desierto está creciendo/ Ay del que alberga desiertos”.
Pero a diferencia de todo poeta en Nietszche el espíritu de la
melancolía va a ser una y otra exorcizado….
“¡Ah, cuán cansado estoy de todo lo insignificante que se empeña
en pasar a la categoría de acontecimiento!” : (nosotros leemos la
palabra acontecimiento como evento).
Nietszche va a empeñarse en superar toda concepción romántica –
de lo poético: “léase esta frase como una alegoría que abarca a todo lo
poético de Novális en adelante:
…. “ Muchas veces eché yo mis redes en sus mares, queriendo
pescar buenos peces; mas siempre recogí la cabeza de un dios antiguo”.
Mas adelante Nietszche afirma… “creen los poetas que el que yace
sobre la hierba, o en una solitaria pendiente, aguzando el oído, puede
llegar a saber algo de lo que ocurre entre cielo y tierra”.
Pero en este texto nunca analizado - y que se une a la
concepción de la música analizada por Mássimo Cacciari en “Crisis”-
Nietszche hunde sus espolones hasta el alma pura del aeda:
“El espíritu del poeta pide espectadores, aunque sean búfalos”
(la tierra opuesta al mar) y termina donde nuestro camino comienza: “Yo
vi llegar penitentes del espíritu, nacidos entre los poetas”.
Nietszche se adelanta a quienes ya no se sienten seguros
“diciendo en una lengua” – que no les pertenece (Celan) y que tampoco
ofrece ninguna guarida a la errancia de lo que no tiene principio ni
fin.
Ese origen siempre buscado tras la alethé del nombre único,que
despierta la sed y con esta la melancolía, constituye ya el desierto
donde la inhabitud – el morar y el construir se separan- y el hombre
como transeúnte y alma sin posada (Trakl) es aún un nonato en la tierra.
La inquietante deriva sin puertos que anunciara Nietzsche, y ese
invierno que viene para quedarse y temía Holderlin, interpretada por
Heidegger como lo que no puede ir más allá de si mismo.
El mortal que ya no puede parir estrellas en términos de
Nietszche.
Una estrella para la tumba de Heidegger
Paul Celan escribe en el cuaderno de la cabaña un ruego: …“una
palabra” - la palabra – que pudiese salvarlo.
Lacoué-Labarthe interpreta que la palabra perdón es salir de sí
mismo, de una mismidad que había asfixiado a occidente. Heidegger sabe
que el alma de Celan está alma esta rota y lo salutífero ya nada puede
hacer por el poeta: por nuestra parte dudamos
Que la palabra “perdón” nos permita salir de nosotros mísmos y
sabemos que el tan mentado silencio de Heidegger tiene que ver con el
horror del desierto que recién comienza a extenderse en toda su plenitud
frente a nuestros ojos.
Celan responderá con una criptografía donde busca
desesperadamente al Otro del Mismo y que Gadamer interpreta de este
modo: “un tu que viene hacia mí”.
Ese “tú” que Holderlin buscaba en su peregrinaje y que lo
crucifica cuando dice con claridad no encontrar “un hombre” en la
Alemania del progreso de los genios y el feroz viento de la melancolía
comienza a arrancar como un laúd de su alma lamentos de congoja y
sintaxis rotas de su alma a fuerza de intentar romper el círculo vicioso
de la nada “nadeante”, mientras Nietzsche, hasta sus últimas horas de
lucidez no duda en desafiar lo que parece constituir el ineluctable
destino del mortal sobre la tierra.
¿Adonde ir pues cuando el invierno viene para quedarse y
dejarnos sin posada? “Ay de mi – exclama Holderlin- en el
invierno,/dónde coger las flores, donde/ el resplandor del sol/y las
sombras de la tierra?”.
Y Nietszche cediendo a la melancolía y ya sin patria, errabundo
también levanta la voz:“Dichoso a quien el manto de una patria le
cubre”.
Se trata entonces de aquello que no retorna sino en el canto de
quienes intentan dejar que el nihilismo se consume a si propio.
¿Pero donde estan estos?
Ese rayó del “geist”, (espíritu) que será la linea de sombras
con la que se enfrentarán los malogrados Trakl y Celan.
Pero en Holderlin se trata aún del canto alemán (Patmos)
mientras en Celan trabado en lucha muerte con el rayo que enceniza, ya
hay solo una nada que no es sino nonada y no la franquisia del ser que
proporciona la posibilidad del evento.
Ante este cepo que enloquece y nace del propio nihilismo
Nietzsche se compara a Colón:
“Hacia Nuevos Mares”:
“Allí quiero ir, aún confío/ en mi aptitud y en mi comando. / El
mar se extiende abierto, por el azul/ navega plácida mi barca genovesa.
/ Todo resplandece nuevo y renovado, / el mediodía dormita en el espacio
y en el tiempo. / Solo tu ojo -exorbitante/ me contempla ¡Eternidad!” :
( traducción Guillermo Teodoro Schuster y Juan Carlos Prieto Cané).
Y es que el camino hacia lo divino exige como pedía Heidegger
que se desbroce en primer término el sentido de lo sagrado pues sagrado
y divino son cosas que no deben mezclarse: de esa busqueda de la palabra
única .
Hemos perdido el contacto con lo sagrado donde nacen los
martirologios poéticos como los de Celan o Trakl.
A pesar de todo se atreve a decir todavía se puede escribir:
“aún/ hay cantos que entonar mas allá/ de los hombres”. Como “El Canto
de la Noche” del Zaratustra por ejemplo.
“Todo lo que vive está aquejado de dolor” afirma Heidegger
especulando sobre Trakl.
A lo que siempre habría que responder con Zaratustra: “El dolor
dice pasa/ pero el goce quiere eternidad/ profunda eternidad”.
“Eternidad –pregunta Rimbaud – “es el sol unido al mar”.
Goce no es placer: es intensidad y constante aumento de energía.
Alguna vez confróntese a Celan no con el casto Holderlin sino con el
mártir de la culpa que fue Trakl: escuchad pues su voz:
“Bajo pálidas máscaras acecha el espíritu del Mal. /Se
ensombrece una plaza, tétrica y siniestra. /Al anochecer. Se agita en
las islas un murmullo/”. (traducciones varias). Trakl
E imaginad estas visiones esculpidas con el alma de un niño por
un loco:
“No todos los días”:
"No todos los días alcanzan la belleza/ Para aquel que añora las
alegrías/ De los amigos que le amaron, de los hombres/ Demorándose con
afecto junto al adolescente”:
(Poemas de la Locura” de Friedrich Holderlin: traducción de
Txaro Santero y José María Alvarez.
Mitos y logos, sagrado y profano, son uno en este origen siempre
recomenzado por los poetas agonales.
Por todo ello – y no a través de la mística- ni pensadores ni
poetas, ni dramaturgos pueden acabar en el silencio, porque esto sería
traicionar el sentido destinacionál de toda obra.
Pues como afirma Máximo Cacciari no se trata ya de “ser para
decir sino de decir para ser”. Y la poesía consiste en este desafío. Ese
que a veces supo aceptar como un desfío Celan:
“Puedes tranquilamente / agasajarme con nieve, / las veces que
atravesé el verano/ hombro con hombro con la morera blanca, / grito su
última hoja”.
Hoy no solo los filósofos medran en la escritura poetica: “Los
Cuatro Cuartetos” de Elliot no existirían sin Lao Tse o SantoTomas, de
modo tal y solo como ejemplo, resulta difícil deconstruir textos
edificados sobre sólidas arquitecturas especulativas.
Los filósofos en tiempos de penuria – esta acusación de Badiou
está fundada- se nutren de estas experiencias, pués todavía la
archiescritura es la que puede darnos una pista acerca de los
“originales” que tanto busca la hermenéutica.
Mientras tanto solo tenemos ante nosotros re-escrituras,
re-apropiaciones de experiencias, que nos desafían a hacerlas suyas.
Tarea ímproba. Por mi parte yo seguí las rutas de estos poetas.
Y ahora me vuelvo como el “Tesee” de Gide hacia una propuesta de
fidelidad a la tierra, a lo efímero como quería Rilke, de un “búcaro de
lirios”, porque siento que el retorno de la metamorfosis de lo inicial
es re-iniciar lo mismo, jamás lo idéntico y los consuelos y la feroces
melancolías causadas por el horror, - contra Adorno – hacen mas
necesaria que nunca la exaltación de la belleza.
Aquello que Rilke expresarlo así: “Fortalecer la confianza en la
muerte desde las más hondas alegrías y magnificencias de la vida y a la
misma muerte, que nunca fue algo extraño, y ajena, hacerla de nuevo como
a la callada cosavedora de todo lo que vive, más reconocible y
palpable”: (“Epistolario Español”) o de este insuperable modo:
“Almendros en flor, la única tarea que podemos realizar aquí es
la de / reconocernos, sin el menor resto de duda / en la manifestación
de lo terrenal”. (Epistolario Español).
¿Pues cual es la misión del poeta sobre la tierra sino el alabar
y el bendecir?: Porque el poeta debe celebrar y celebrar significa
recibir en nuestros corazones toda manifestación de lo terreno.
Pues como afirmaba el inmenso Federico Nietzsche mi corazón ( el
de un poeta : “Es también una fuente que canta”.
Oscar Portela |