Epifanía
eres: aurea medida que el sol
dibuja
sobre el poema a salvo
de lo
inmundo: el oro vivo respira
por tus
poros y la carne que vibra,
cuna de un
ángel en la grácil cintura
que baja
hasta tu vientre donde moran
daimones
que abren tus prietas nalgas
arremejidas por las mareas del deseo
de la
pasión y tiembla el músculo
que se
hace rodocrozita entre las piernas
con que
sostienes el templo de tu cuerpo
donde se
hace luz el mundo y ríe
la
eternidad entre las formas del dios
que
enamorado del mortal se aviene
a estar
junto a lo frágil sin destruir su aliento.
Así te
haces mío y yo te pertenezco
en el
orgasmo con que el amor perece
y vuelve
la eternidad a esgrafiar el mundo
del
nacimiento: epifanía eres de aquello
que puja
en mí para tornar al círculo
y para dar
forma a la entrega desposeído
de todo y
consagrado a la alabanza
de tu
sexo.
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