El corazón infiel tiembla al nombrarte. Tu nombre
Es viento huracanado y tiesa el alma del mortal
Sin lengua cantar no puede ni nombrarte
Beiron frente al templo de Apolo.
Porque tú eres más. Y ni enigmas ni pitias
Que descifren misterios -admoniciones ni destinos.
Pues tú eres mundo.
Visible eres y no destruye tu belleza
A quien la mira. Tú lo redimes.
Tú lo redimes todo.
Tu intocada hermosura
De volcán redime al mundo
De sus propias miserias.
Yo soy penuria y al mirarte
Revoco toda culpa y toda miseria.
De mi camino.
Imposible que cornucopia alguna
Se vacíe de la abundancia que
De tu cuerpo surge. Tu belleza es lo pleno.
El mundo en su inocencia es el juego y la danza
De los contrarios que hacen del devenir un ephos.
Cada músculo tuyo cincelado para envidia de Zeus
Y el de sus hijos por invisibles manos
Trazan el mapa de la locura extática.
No hay simetría que se asemeje tanto
A la tensión del arco ni hermosura
Que hiera dulcemente la mano
Que se atreva a tocarte.
Pero tú estás ahí. No eres eternidad ni mito.
Eres verdad y la verdad augusta
Que engalana este mudo.
Los músculos que suben o que bajan desde
Los pies hasta la frente están hechos de polvo
Y agua más son eterno ya.
No hay excesos en la armonía con que ciñes
El cetro que corona tu frente.
Todo es ritmo que fluye de los arcos con
Que trazaron tu osatura.
La perfección de un rostro de
Donde surgen en profusión los rasgos
De un Dios terreno.
Los ojos amielados debajo de los arcos perfectos
De negras cejas. Y los labios dinteles
Para entrar a la nave de la boca mistérica
De donde surgen flores y serpientes.
Y entrambos la nariz que mide el rostro
Y lo que distribuye todo.
Los pómulos que encetán la mirada y bajan hasta
El mentón corona del maxilar que afirma.
Aquí estoy yo. Soy Beiron.
Podéis mirarme si y desearme siempre
Pues mi nombre es deseo y mi mirada gozo.
Que los poetas tiemblen al nombrarme.
Que enmudezcan y callen.
¿Quien puede describir mi torso donde
La geometría sufre el envés del misterio?
Mis caderas perfectas. Mis muslos y mis piernas talladas
Para burla del Dios por enigma del sino?
Sobre mis hombros llevo la palidez del mito.
Soy Beiron. Soy el Dios de este tiempo
Sin mirtos ni guirnaldas. Sin poetas ni liras.
No existe alguno digno de mí.
De mi belleza Ígnea.
Soy un volcan en estado de alerta.
Más toda abundancia surge de mí
Y es infinita mi belleza aunque efímera
Transformará en eterna la sustancia del tiempo.
El color de mi piel es el color del alma
De quien me ame y me cante en silencio.
No existen escribas para mí que honren mi belleza
Y se lauden de mí en medio del desierto.
Yo convivo si destruir las formas
Ni las almas terrenas.
Esta es mi casa pero soy en los tiempos de penuria
El rubí que en la frente de la ciudad caída
Enciende el fuego de la heredad perdida.
Soy Beiron Anderson. Amadme pues.
Que si me amáis redimo.
Oscar Portela
2007-07-09
Corrientes. Argentina
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