VOZ
DÉCIMA
Te veo leyendo sobre mi cama
mientras escucho cómo caen los pelos de los gatos
sobre la alfombra del primer piso.
Comprendo entonces
que el silencio se creó para escuchar tu voz
y las frazadas
para que tu peso quede en ellas.
Mirándote
es fácil pensar que algo queda tras la sombra
que las cosas siguen ahí
intactas
aunque las cubra el olvido
y que pronto
para las sillas
seguirás creciendo en el pasamanos de la escalera
y hasta en mi voz
aunque mi cuerpo
sólo sea una pisada más en el jardín.
Observando cómo hilvanas tus palabras
estoy seguro de que somos y morimos en las cosas
y que poco sirve hablar sobre humanidad y existencia.
Algún día
sólo quedará tu tibieza en la página de un libro
y absorbida por la madera
la tiza con que marcaste tu nombre:
será de noche
y mis ojos verán la moneda del tiempo sobre ellos.
No es difícil creer eso ahora
que te has quedado en silencio
para escucharte a ti misma
en esta habitación donde los objetos hablan
y el polvo no mata el recuerdo.
Pero todo no pasa de ser una ilusión
porque sabemos que las canciones no dicen la verdad
aunque siempre las recordemos
y que sólo los viejos que lloran con un poema
saben de la guerra y del amor.
Mas, a pesar de eso
seguirás aquí
en ese mismo rincón de mi cama
clavando tus ojos en otro mundo.
Es cierto
el silencio se creó para escuchar tu voz
lo sé ahora que los gatos se han quedado dormidos
porque todavía siento tu tibieza
tu peso
tus palabras desmigajándose
cuando abro aquel libro
te busco
y no encuentro nada.
(de
Las metamorfosis de
un animal sin paraíso,
2004)
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