De
Teoría de la gravedad
(2014)
En el lomo de la vaca el viento revuelto en un
sudario de espumas
Eran las mañanas y las tardes. Solía acompañar a
mi abuela Ana
a llevar y traer las vacas, del establo al
potrero y del potrero al establo.
Íbamos por la mitad del pueblo arreando las
vacas
que eran como dedos gordos de Dios.
Yo y mis cinco años y la rama de un árbol
haciendo de fusta.
El sol trepaba por las manchas azules de las
vacas y en su paso torpe
un aliento desconocido empozaba la sílaba del
sueño.
Las piedras, las crestas de los árboles, un
puñado de maderos y sus cercas.
Verlas pastar era echar boca adentro toda la
paciencia del aire,
como hundir una luna en un enredo de hierba.
Y en los ojos de las vacas un vacío de luz, un
misterio lerdo que latía en cenizas
sobre el corazón lento del día.
Mis cinco años, mi abuela Ana y las moscas
abriendo huecos
en las primeras sombras de la tarde.
Entonces la vaca Golondrina se fue de bruces al
río.
El hechizo del agua le llegó como una soga que
halaba su carne
en una cadencia sin tiempo.
Era de ver su júbilo corriendo entre las formas
del torrente. Mugía y su voz era un tambor que
trenzaba mi garganta. Un fósil nacido en lo más
hondo de la vocal del mundo.
Corría la vaca por el río y mi abuela la seguía
desde la orilla,
entre los pastos largos y mojados,
llamando desesperadamente su bovino. Cuidado de
no ahogarse la vaca loca.
Mis cinco años arreando el sueño de loco de mi
abuela Ana. En el lomo de la vaca el viento
revuelto en un sudario de espumas.
Hará tiempo de aquello. El río arrastrando
esqueletos húmedos de hojas y trastos vegetales,
llevándose consigo mis cinco años y las alas
invisibles de la vaca Golondrina,
en una ceremonia de bocas abiertas a los muslos
de la nada. Navegaba ahora
hechizado el ocaso en una brisa de peces
muertos.
Dicen que las vacas
se parecen a los sueños de los hombres tristes,
no dejan de rumiar su soledad
en cualquier balcón desvencijado de la vida. En
el mañana
o en el ayer, es floración la noche cerrada.
A la orilla, sobre la piedra bañada, boquea
todavía la vaca Golondrina
tragando tajos de luz. Muge mientras puede.
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