LITERATURA MEDIEVAL, APLICACIONES PRÁCTICAS
Escríbelo encima de algún puente:
Sepan
todos cuantos van y vienen por estas landas
Antaño
bendecidas por el vuelo de las cornejas
A ambos
lados del camino, por el cual sólo
Aquellos
más ilustres y donosos y no de hogaño
Cristianos sino viejos, que alimañas no se han
Atrevido
por ser tales bestias de tan cobardes
Dignas
sólo de oscuridad y no de recaudadores
De
impuestos que por más lejos que vayan
Siempre
se encontrarán con esas ventas
A la
vera de este u otro camino, donde alguna
De esas
historias que se cuentan para animar
El vino
no incluya más tragedias que las por
Todos
conocidas, inevitables como el viento
Sobre la
cara de los que siguen caminando
A pesar
del cierzo que los aconseja y no lo
Escuchan: otros tampoco escucharon
Aquella
sabiduría mistral que no reconoce
Norte ni
hace diferencia entre el ladrón
Que
ejerce en la corte y aquel que ejerce
En estos
caminos olvidados tal vez de Dios.
No, sin
embargo, de la contumacia de sus aires
Helados
para aquellos que pasan como si pasaran
Aunque
sus canas los desmientan por primera vez
Y fingen
temor ante las tablas desvencijadas
Que han
estado allí desde antes que hubieran
Puesto
un pie sobre aquellos pedazos de madera
Recién
cortada bajo el sol y su inclemencia.
Pero
escríbelo sobre un puente que sea tan hermoso
como las
aguas que pasan por debajo, un amigo
me contó
alguna vez que estuvo en la ciudad
donde
ambas orillas guardan la misma importancia
y llegar
al otro lado era lo mismo que volver:
nadie
necesitaba llenarse de cera los oídos
porque
el canto de las sirenas te guiaba hasta una
playa
donde el
oleaje no competía con las rocas ni era
necesario atarse al mástil: sólo un puente
como ese
valdría la pena cruzarlo dando por supuesto
que ya
no seremos los mismos en tanto que debajo
de
nuestros pies ya no corran más las aguas
sino
esos autos de clase media que nos enorgullecen
por las
mismas razones que nos hacen arrepentirnos.
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