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En los años ochenta en Colombia el
país sufrió una serie de
transformaciones sociopolíticas y debido al crecimiento de las ciudades
aparecen nuevos actores que implementarían nuevas formas de violencia
resultado de la presencia del narcotráfico y los nacientes grupos
paramilitares auspiciados por el auge del narcotráfico.
Esto incidiría notablemente en los escritores
que empezaron a tratar en sus textos nuevas inquietudes que
tenían que ver con el momento histórico que estaban viviendo. Se
abordarían nuevos temas como el erotismo, la homosexualidad, liberación
femenina, el intimismo, lo policíaco, todo tipo de transgresiones que en
nombres como Eduardo García Aguilar, que ha vivido la mayor parte de su
vida en el exterior, tiene una obra muy consolidada y traducida a varios
idiomas, ha tocado esos temas. Otro tanto sucede con Fabio Martínez,
quien su interés por lo maravilloso y el humor le otorgan un lugar
importante; Colombia Truque, destacada cuentista, Eduardo Ortiz Delgado,
se ha ido por la novela histórica y el género negro, como también Lina
María Pérez, Fernando Iriarte, Nahun Mont, por citar unos cuantos.
La escritura de José Martínez Sánchez
se aparta de los estudios sobre la literatura colombiana de los años 80
al 90 fecha de escritura y publicación de los cuentos seleccionados por
el autor en el libro Informe de
Cordillera (1983-2008). Al contrario de las inquietudes que
abordaron los escritores pos García Márquez y del pos
boom, como fueron asumir la
ciudad como tema, con sus complejidades, sus interioridades, creación de
personajes citadinos que derivaban de experiencias distintas
donde definitivamente la
violencia rural no era tema, para José Martínez Sánchez lo sigue siendo
y de una manera total.
Los cuentos del libro tienen en su casi totalidad como escenario
la cordillera de los Andes, en los límites entre Caldas y Antioquia,
tierra en la que creció, se formó y donde tomó conciencia que vivía en
un país extremadamente violento, un país que no ha dejado de serlo, muy
al contrario el derramamiento de sangre continúa, como continúa el
desplazamiento forzado, y sus cuentos lo presentan. Colombia es vista
desde el campesino inerme ante las inclemencias del clima, la espesura y
riegos de la selva, es un campesino que no tiene conocimiento del
progreso, atado a su destino trágico y a una errancia sin fin. En esta
medida la escritura de Martínez Sánchez se apropia de su memoria
atávica, recoge los temas que poblaron su infancia y que él mismo
explica en una entrevista: ““Eso se descubre en algún momento lamentable de la vida. En mi infancia
escuchaba a mi madre contar historias de espantos y aparecidos en el
patio de la casa a las once de la noche, en un medio donde la única luz
no provenía de Helios sino de Selene, y desde entonces conservo un
horror pánico por los vivos y los muertos.
En ese horror, sin duda, está el germen de los poemas y fantasías que
rondaban mi cabeza en aquellos años de niñez solitaria, convertido en
trashumante de los callejones y barriadas que hoy conforman las comunas
de Medellín”.
En la construcción de sus relatos los personajes son seres casi
fantasmales, se presiente incorporeidad. Al estar abocados a su sino
trágico, se sitúan en una línea rulfeana, no tanto por la recuperación
del habla popular, que Martínez Sánchez no emplea, muy al contrario, se
esfuerza por una escritura limpia, con dominio de la sintaxis y la
semántica, cultista de la frase. Lo es más bien en sus atmósferas que
son densas, donde algo muy grave va a suceder.
Casi todos sus cuentos son
breves, el único que se aparta de esta brevedad es el que da título al
libro: Informe de Cordillera,
que también rompe con la intencionalidad general y abiertamente usa la
ironía y la parodia como recurso para dar cuenta de una de las
crueldades de la guerra: la mujer usada sexualmente, el incesto y la
descomposición moral de los victimarios. Es un informe que presentan al
gobernador (de una región no definida en algún lugar de los Andes) sobre
las actividades de Fulgencio Cosiaca que “se desempeña como regente
vitalicio” y quien dedica su actividad a reclutar mujeres que deben
prestar servicios sexuales, como lo hace su hija, Etelvina Román, con la
que sostiene una relación incestuosa ya que ella existe “como
consecuencia de una relación
ocasional de Fulgencio Cosiaca”.Las andanzas de su progenitor son objeto
de seguimiento por los vigías del amor que encuentran desmesuradas su
acciones “ y sobre todo en las que va comprometido el bello sexo, de un
tiempo para acá tiende a confundir la realidad con la fantasía. Después
de prestar una especie de servicio sexual obligatorio, las mujeres
quedan en libertad para escoger a sus maridos, por regla general
cosecheros a quienes pueden amar con entera confianza, pero ante un
delito como el de ser fecundadas
sin autorización previa, él determina su destierro inmediato, lo que
significa una manera distinta de condenarlas muerte”. La estructura no
es lineal entran y salen personajes y situaciones con lo que se
enriquece y no satura al lector.
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En los cuentos que suceden en la ciudad, que casi no
especifica, se percibe la influencia de Italo Calvino con sus ciudades
imaginarias donde simplemente el lector la ubica en su conocimiento, por
señales dadas por el autor. Esto se percibe en cuentos como
La ciudad olvidada y en
Informe para un sonámbulo,
cortazariano en el tratamiento de la voz narrativa en primera persona,
tratan
de situaciones límite, son personajes que ejemplifican el perdedor:
El pretexto, Un cadáver en el bar
o recurre a una de sus intenciones de autor, lo maravilloso como en
Angelino y el metro
maravilloso o en La batalla
del águila y la serpiente. Sólo en
Al estilo ingles, ubica la narración fuera del país, en Argentina
durante la guerra de las Malvinas. Con los Asesinos del brigadier logra
un magnifico relato de género negro.
La escritura de José Martínez Sánchez es polisémica,
paródica, irónica, limpia y rigurosa en la manera que asume sus temas
que como para todo escritor son sus múltiples fantasmas. Sus cuentos que
en su gran mayoría no superan las cuatro páginas se cumple
la preceptiva de Cortázar que el
cuento se define por N´kout. Sus finales son abiertos e invitan a un
lector atento. En la entrevista del 16 de junio de 1912, le dice a Oscar
Jairo González:
Escribo para apartar a los genios de la gula y la estupidez entronizados
en la barbarie del tiempo y de los tiempos, en la marquilla compartida
con los estafetas del avernillo literario, enemigos de la patafísica y
la utopía. Escribo para condenarme a un ostracismo sin fisuras en la era
del sexo virtual y el tránsito al ciberespacio”.
Martínez ha sido merecedor de varios premios y reconocimientos
literarios, como el Premio Nacional de Cuento Fundación Testimonio, en
1984, el Premio Nacional de Literatura Infantil, de 1990, y la mención
de honor en el certamen internacional de cuento del Círculo de
Escritores y Poetas Iberoamericanos de Nueva York, en 1998.
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