REVISTA TRIPLOV
de Artes, Religiões e Ciências


nova série | número 45 | abril-maio | 2014

 
 

 

 

RAFAEL COURTOISIE

La canción del espejo

y otros poemas

 

 

 

EDITOR | TRIPLOV

 
ISSN 2182-147X  
Contacto: revista@triplov.com  
Dir. Maria Estela Guedes  
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LA CANCIÓN DEL ESPEJO

 

Piensa que no soy tú, así que no me pienses.

Mira para otro lado

mira el mar, mira dentro.

No me mires. Piensa que no es verdad

piensa que en el fondo hay piedras.

Piensa en las piedras: ese es un buen pensamiento, sólido, estable.

En las piedras que parecen deseos, en las piedras del tiempo

que parecen años. Piensa en los años. No mires al espejo.

Este no soy yo. Es tu recuerdo. Es la melodía,

la música de la imagen que se te parece. No soy yo.

No eres tú.

No es nadie.

Piensa en el agua del mar, en su movimiento, en su peso.

Piensa en el agua y no en mí, piensa en el pensamiento

que viene y va, como un espejo.

Pero no pienses en el espejo, rompe el espejo

de una pedrada, piensa en el alma dura de las piedras

en las piedras: ellas sí que te hacen falta

con su firmeza, con su alegre peso

misteriosas y serias: en las piedras.

Si el espejo se rompe no soy yo, no eres tú

no es nadie, es la fuerza

del recuerdo que se ahoga en el espejo, en el agua

seca del espejo, la fuerza sin fuerza, la luz que se apaga

el espejo quebrado y yo, mi inocencia

que te dice:

piensa que no soy tú, no me pienses.

 

 

EL CAFÉ 

"Aceite funéreo",

lo  llamó César Vallejo.

Sin embargo el café es una parte de la noche

la parte más despierta, la que se aleja del sueño

la parte tenebrosa.

Leche negra, el café, leche de sombra, alimento de monstruos

vino absurdo del  otoño

agua del odio.

Para estar despierto, para vigilar, para matarse

el café.

Líquido negro.

En el alma no hay lugar para la dicha.

Se toma el café, su vigilia erecta

su ronca voz

su corazón negro.

Se toma el café, su eficiencia.

Una taza de café, un pocillo

un sorbo.

Se toma el café. Una dosis.

El café. Un poco.

A la mañana, el grito del café, su grito oscuro

a la mañana,

cuando hay que despertarse

el grito del café

un gallo líquido.

Su canto negro.

 

 

LAS NARANJAS 

Putas redondas, pelotas

llenas de hambre sexual, de una luz sometida

sin tiempo, de una vida agridulce

de la pasión idiota

de unos pocos momentos, del amor de un minuto

de la sombra, del sexo de los gajos

de la cáscara.

No se parecen al sol, no son como la luna

se parecen al atardecer, se parecen al viento

cuando sopla sobre las rocas, cuando habla el silencio.

Tienen una virtud: son locas.

La frescura y el dolor se parecen.

Las naranjas dementes no tienen pelo, no tienen voz

no tienen sentimientos.

Las naranjas son frescas, locas y frescas

como el jugo del pensamiento. 

 

 

 

 

A LA HORA DE CENAR 

En el cuchillo hay energía viril, erecta, y en el tenedor

silencio absoluto.

El tridente con un diente extra, el tenedor laborioso dialoga

sin palabras con el sonido del cuchillo, lo espera, aguarda que corte

y lo corrige.

Más tarde, lleno de oscuras verdades, llega a la boca.

 

El cuchillo corta y el tenedor resiste.

El cuchillo separa y el tenedor transporta.

El cuchillo se hunde y el tenedor emerge.

El cuchillo descuartiza y el tenedor alcanza.

El cuchillo grita y el tenedor solloza.

El cuchillo penetra y el tenedor planea.

 

El cuchillo es arma y el tenedor inocencia.

 

Son dos palabras de metal, pero distintas:

una seca y violenta, otra en silencio.

Son dos palabras de metal, pero una asesina.

El tenedor murmura mientras aúlla el cuchillo.

El cuchillo es lobo y el tenedor cordero.

¿Qué existe en el cuchillo, que da tanto miedo?

¿Qué emana de su presencia, del filo de sus ideas?

¿En qué consiste el cuchillo sumido

en el tiempo de su instrumento?

¿Y qué representa el tenedor que no cesa?

 

Ambos son herramientas del mismo metal

pero el cuchillo parece más fiero

en cambio el tenedor se muestra casi dormido, recién despierto

más dulce y suave en la carne misteriosa del metal

más comedido y terso.

 

El cuchillo no duerme.

 

En la vida esas dos palabras, tenedor y cuchillo

cuchillo y tenedor

se encuentran

no terminan de separarse:

se buscan, se olfatean, se quieren

se odian

rozan, palpan y friegan sus pieles

de metal artístico, macho y hembra.

 

La lechuga moribunda yace, cercenada

la carne sangrienta en el plato. 

 

 

 

 

LA CUCHARA 

            La cuchara es la fruta más extraña del mundo. No se come. Sin embargo se lleva a la boca, tiene cáscara y es como la ilusión, dura y violenta.

La cuchara se mete en la sopa y la asusta. Se mete en el arroz y lo hiere, se mete en la harina y la muerde.

Sin embargo, no tiene dientes.

La cuchara no expresa sus sentimientos, es como el corazón de Dios, que está dormido y alegre, que no se mueve, que es duro pero se puede tocar, que no siente.

La cuchara no siente. El frío y el calor no la molestan.

Es necesaria sí, para la vida del hombre, pero también es rara.

Tanto, que no tiene temor de las estrellas, ni de las moscas, ni del tiempo eterno.

La cuchara vive sin saberlo, entre los otros cubiertos, al lado de los cuchillos filosos y de los tenedores ciegos, al lado de las tazas frías y junto a las papas violentas. Las cucharas se burlan del aceite.

Las cucharas son mujeres sin cuerpo, mujeres sin sentido, mujeres sin tiempo. Herramientas poderosas de un sutil recuerdo, de una mirada fugaz, de la voz de los muertos.

Las cucharas llevan la voz de los muertos en el té, en el caldo. Las cucharas recuerdan. Y no tienen miedo.

Si ves una cuchara, sigue de largo. Piensa en la luna que vive feliz y blanca sin cucharas que la molesten.

 

            Una cuchara es como el metal del silencio, dura y terrible, sin dueño. 

 

 

UNA COPA DE VINO 

            El vino es una flor de un sólo pétalo de vidrio.

Entre los tantos seres que pueblan el mundo debido a su leve violencia, el vino es el de más firme delicadeza.

En el oscuro y claro reino de los líquidos, cuya soberanía comprende desde los almíbares hasta los venenos, el vino ocupa un lugar de misterio. La fuerza y somnolencia de las propiedades que lo definen hacen que se parezca a la sangre humana.          

Está vivo, sí, pero es lento.

Le cuesta un poco fluir. Es hosco, vago y espeso. Avanza paso a paso entre las  nubes de piedra que van desde los labios al borde del vaso, y del vaso al filo de las estrellas.

Va sin pensar, dentro de sí, en medio del sentido líquido de su cuerpo, como si le pesara la flojedad del sueño. Por lo común  es rojo, de tono rubí, sereno, o francamente tinto.

A veces aguachento, como con gotas de agua lustral venidas de lejos.

En ocasiones, debido a la opalina propia de la cáscara de la cepa, al fermentar transparenta, dando la idea y la palidez de una leucemia.

En el extendido reino de los líquidos se hallan junto a él el sudor, la saliva y el semen. También el agua de mar, las lágrimas de llanto y las de la menstruación, los humores segregados por los racimos del páncreas y los propios del hígado en su seno.

Pero el vino es el que más sobresale, el que más canta. 

La pureza de su sonido y la razón proveniente de la oscuridad hacen su fuerza más verdadera.

Pero más obstinado y persistente aún que el vino es su silencio, el rastro de humedad que deja en las copas al abandonarlas, al ser bebido.

Al colmar una copa se alcanza la verdad, y al vaciarla se llena de violencia.

Entonces en el espacio queda una pregunta.

Y fuera del espacio el vino sin respuesta. 

 

 

 

 

UN HUEVO 

Al romperse amanece.

 

¿El sol tiene cáscara?

 

Su piel quebradiza

calcárea, débil

recuerda la palabra

oculta del paraíso.

 

¿Qué fue primero

la gallina o el huevo?

 

Adán y Eva

y el huevo, el origen, el pecado

original, envuelto en paños de sombra

en brocados. En terciopelo negro

que se desgarra.

 

¿Qué fue primero?

¿El sol o los malos?

¿El sol tiene cáscara?

 

Al golpear el cuerpo del huevo  contra un borde duro

-el horizonte de la sartén, la mandíbula sin dientes, la quijada

curvilínea de la olla-

amanece el sentido

el sol del sentido, la yema

de las palabras.

 

Al romper un huevo

sale el sol del sentido

el sentido de la cáscara

la luz de la conciencia

el acto de la palabra.

 

Al romper un huevo se dice algo

el silencio parte su cáscara.

Sale inmenso el sol

del lenguaje.

 

Al romper un huevo se rompe un astro

y da leche de Dios, sangra un dolor extraño

el dolor de decir, la grieta de la cáscara

rezuma sonido claro.

 

La albúmina, lengua de la semántica

la pura calma del sol, la mañana

en el plato. 

 

 

 

 

LA PLUMA 

Arrancada de la gallina viva

de la paloma o ave fenicia

africana

del cuervo vespertino anochecido

del pato demente, del ganso

del águila romana imperial

del insomnio volador cartaginés

la pluma continúa y sigue sola

no para ahogarse y escribir

no para volar.

 

Es gris, la pluma a rayas.

Blanca, a estrías.

Intermitente.

 

La pluma crece de la sombra arrancada

del ave ausente.

El animal desarrolla su silencio.

Algo omite en el canto

al faltarle esa pieza

si es que canta.

 

Es pluma, no  vegetal

aunque parece helecho del jurásico.

No tallo intransigente, se dobla

flexible, seco.

Tubo de ave. Tallo hueco.

Está en el aire la entraña

volador el hueso

 

liviano de la pluma

vacío

la sustenta.

 

La gallina no alcanza a volar.

Pero la pluma

arrancada despierta

espina dura del aire

viento fino tubular

letra filosa

céfiro de los ancestros

pincha y corta.

Aliento de guerrero.

Vuelo lleno.

 

El viaje de la cáscara a la pluma

del calcio a la verdad

hasta la levedad

de huevo y yema

al punto diminuto, a la inserción

de la clara en el perímetro

galladura

del espacio exterior

infinito

proyectado desde el punto focal

hasta las crestas y espolones

fieras del gallo

armas de riña

 

el paso es instantáneo

La centella

extraña de la pluma.

 

Al puro fondo

al hueco

de la dureza

de la cáscara al bípedo insondable

del óvulo central al sol parejo

citoplasma y núcleo

alrededores

yema y albúmina hasta la cánula

del canto

del pico a la expresión

 

no hay espacio.

 

La pluma es tiempo.

 

En el fondo del tiempo se oculta

el ancla de un barco volador

pesado.

 

De allí proviene la vertical sumergida

de allí el sueño

y va al fondo del mar

al centro de la Tierra.

 

La pluma es punto.

 

Fija al ave en su sitio

otorga al músculo

lugar y firmamento.

 

Si en el sitio central no hay viento

el ave se disipa, se dispersa.

No hay vuelo, ni navío

no se comprueba navegación alguna.

 

La pluma está, y si no hay pluma

todo se viene abajo.

 

El plomo es más pesado.

 

El plomo de la ausencia del ojo del ave

es oro puro obtenido

de la trasmutación de los metales.

 

Lingotes de lo que va a pasar

piedras inmensas del después

peso futuro.

 

El mundo y la paloma

el águila

la gallina, el gorrión, el avestruz

ponen huevos abstractos.

 

La pluma equivale

a la victoria.

Es el poder al revés.

La pluma es débil.

 

"Patria o Pluma"

 

Llena de tiempo seco

la pluma es anarquista.

 

Arrancada del ave terrestre

sigue viva

Es invencible.

 

El gallinero del silencio

laberinto griego

lleno de mierda y paja

la oculta pero resplandece

 

el sol íntimo del huevo

asoma y alumbra en la pluma. 

 

 

 

 

ENRIQUEZCA SU VOCABULARIO 

Ve al diccionario rescata

la palabra  "íngrimo" y me avisas.

¿Volviste? A esta hora

están matando un gallo en Senegal

óyelo bien

le están cortando el cuello

a un gallo que no eres tú

no te importa su nombre

sin nombre un gallo

pudo ser hombre

el destino es extraño

y tiene plumas

cacareaba, sí

pero, ¿qué sabes?

¿Tú qué sabes

del gallo

de la sustancia que alza

dentro?

¿Conoces el principio

azul del músculo

la estatura ciega

ósea?

 

Pudo ser hombre

sufrió en dos patas

como cualquiera

en Senegal.

 

Lo matan. Ya sabes

la cáscara

deja la llaga

del gallo humano salir

gotea cortado

el cuello

el hombre puro

del gallo

la desolación

 

deja un desierto en la madrugada

hace un agujero en la luz

el picotazo negro

de la muerte

gallina

la mañana.

El gallo

en el hombre.

 

Ahora di:

¿Qué significa “íngrimo”?

 

 

UN VASO DE AGUA 

Beber un vaso de agua es un acto perfecto,

lleno de violencia.

Beber un vaso de agua es matar la transparencia

beber silencio absoluto. Beber silencio.

Beber es como vivir

beber agua es morirse.

Un vaso de agua es un trozo absurdo  del tiempo

sin sonido, sin voz, un pedazo laxo

abandonado, demente

de la inocencia.

Un vaso de agua es una piedra de la tristeza

la tristeza misma en pedazos, un canto de la tristeza

el canto del agua, la luz del agua, su cuerpo

una lágrima viva.

 

El agua separa los continentes

los ríos mojan la mente.

Pensar un río es regar el cerebro

la vida que sufre

el alma seca.

Esa agua, la vida que está en el vaso

se apaga, como una luz, en la lengua.

 

La belleza humedece las palabras

que nombran el agua.

Y la sed apaga de un trago la belleza.

 

 

Rafael Courtoisie (Montevideo, Uruguay). Poeta, narrador y ensayista. Miembro de número de la Academia Nacional de Letras. Su antología Tiranos temblad obtuvo el Premio Internacional de Poesía José Lezama Lima (Cuba, 2013). Acaba de aparecer, en España, su libro El lugar de los deseos (Valencia, editorial pre-textos) y la segunda edición (en Uruguay, 1ª edición en España) de Partes de todo (ensayo-poesía). Santa Poesía acaba de obtener el Premio Bartolomé Hidalgo (Premio Nacional de la Crítica, Uruguay). Ha dictado seminarios y conferencias en numerosas universidades e instituciones de España, Inglaterra, Francia, Italia, Israel, Grecia, Turquía, Bosnia, Canadá, Estados Unidos y América Latina. Ha recibido, entre otros, el Premio Fundación Loewe de Poesía (España, Editorial Visor, jurado presidido por Octavio Paz), el Premio Plural (México, jurado presidido por Juan Gelman), el Premio de Poesía del Ministerio de Cultura del Uruguay, el Premio Nacional de Narrativa, el Premio de la Crítica de Narrativa, el Premio Internacional Jaime Sabines (México) y el Premio Blas de Otero (España).

 

 

© Maria Estela Guedes
estela@triplov.com
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