REVISTA TRIPLOV
de Artes, Religiões e Ciências


Nova Série | 2010 | Número 01

 

Cuando de estar estando me acuerdo de ¡cuaaanta...!
[Polo Jiménez]

El pensamiento que semejante a un pececito dentro de un acuario, toca el fondo y las paredes y no puede seguir más profundamente. Las ideas dogmáticas
[M. M. Bajtin]

Todo aquello que nuestra civilización rechaza, pisa y mea encima, sirve para la poesía
[Manoel de Barros]

Estas líneas son apenas, como las coplas de Martín Fierro, “agua del manantial”. El manantial a que ahora me refiero, es el “estar estando”, o sea la simple operación de vivir. El agua que de allí mana es el “cuaanta”, o en otras palabras, el “sentido profundo” (Bajtin,1985:392) o “reprofundos” como diría nuestro Draghi Lucero (1981:271,sgs.) para referirse a una lugar-tiempo en que reside el sí-mismo, tanto del sujeto individual como del sujeto histórico.

Como verán, estoy dejando manar fuentes librescas que nos conducen a lo que , cuando reflexionamos dentro de nuestro grupo, hemos dado en llamar con Kusch (1976) geocultura: lugar de encuentro con el otro, del codo con codo, de la comunidad. La podríamos definir como una red preexistente, un texto radiante anterior a la escritura que es así una formalización sincrónica de un sentido profundo, que es siempre acrónico, masa confusa del “gran tiempo” bajtiniano.

 

 
DIREÇÃO  
Maria Estela Guedes  
   
Série Anterior  
Índice de Autores  
Nova Série | Página Principal  
   
SÍTIOS ALIADOS  
TriploG  
Incomunidade  
Jornal de Poesia  
Agulha Hispânica  
   
   
   
   
 
 

Jorge Torres Roggero

LO QUE YA ESTÁ
 

                                                                  
 


El sentido no nace ni muere, está-estando en la geocultura. Desde esta perspectiva es que tomamos de Bajtin (cit.:313-14) la idea de la palabra como drama. En este drama participan tres personajes. No es un dúo: autor y oyente-lector. Están también presentes las voces que suenan en aquello que el autor encuentra como lo-dado,la geocultura. No hay palabras mostrencas, bagualas. Toda palabra pertenece a alguien. La geocultura es el espacio de ese sujeto preexistente y subsistente, que siempre está y habla sin parar: es el que nos plasma como unidades humana o sujetos individuales, el que nos da el amor y el nombre (Bajtin:52):

Las palabras amorosas y los cuidados reales se topan con el turbio caos de la autopercepción interna, nombrando, dirigiendo, satisfaciendo, vinculándome con el mundo exterior como una respuesta interesada en mí y en mi necesidad, mediante lo cual le dan una forma plástica a este infinito y movible caos de necesidades y disgustos…

Ese sujeto cultural colectivo es el que determina (plasma, da forma) a los textos literarios en el acto de la escritura:

Las profundas y poderosas corrientes de la cultura (sobre todo las corrientes bajas, las populares), que determinan de una manera efectiva la obra de los escritores, permanecen sin descubrir y a veces resultan desconocidas a los investigadores. Con semejantes enfoques es imposible penetrar en la profundidad de las grandes obras y la literatura misma llega a parecer un asunto insignificante y poco serio. (Bajtin, cit.:348).

Advertimos cierta analogía entre R. Kusch y M. Bajtin en la consideración del enunciado concreto como una nudo de densificación y contacto con el sentido profundo, sitio geocultural, espacio-tiempo cuyo sujeto es el pueblo que se presenta, además de profundo, como poderoso, determinante efectivo de la obra literaria, remanente , oculto y desconocido para los investigadores. Repertorio activante que en la práctica dialógica utilizamos con seguridad y destreza, pero “teóricamente podemos no saber de su existencia” (cit.:267).

La concepción bajtiniana supone asimismo estas dos premisas: a) la vida más intensa de la cultura se da sobre los límites (en las fronteras) entre diversas zonas geoculturales productoras de sentido; b) la zona geocultural es el espacio de la “serie semántica de la vida” en tanto “tensión cognoscitiva y ética desde su interior mismo”. Se trataría, por lo tanto, de un espacio interespacial donde las impresiones están “preñadas de palabra” (palabra potencial, id est, vectorizada a la formalización) y en que el cuerpo mismo es “texto potencial” (cit.348/49).

Cuando esas zonas se cierran en su especificidad, aparecen las categorías. En su origen forense esta palabra significaba acusación. En consecuencia toda categoría es acuseta, está botoneando sobre algo. Son, para usar un término que no espante a los académicos, paradigmas, o en sentido matemático, conjuntos, inscriptos “ en los procesos lingüísticos y lógicos, profundamente inscritos en una cultura donde determina las visiones del mundo, los mitos y las ideas, las actividades y las conductas” (Morin,1991: 235). A estas organizaciones internas de una geocultura es a las que llamamos operadores: son modelizaciones y modelizadores a la vez, retroactividad activante y desactivante: configuraciones. Las zonas de modelización serían, en consecuencia, campos de fuerzas donde se cosifican los sentidos a través de planes, sistemas educativos, medios gráficos, teleinformación. No es extraño que desde allí se determinen los tonos valorativos, las estéticas, las categorías, el gusto, los deseos en un intento por construir un todo cerrado, clauso.

Pero la geocultura es una totalidad abierta, es el lugar de lo teóricamente no existente, el baldío, lugar sin construcción formal, lugar donde se arroja la basura, pero sede de un dueño, de un sujeto oculto. Todo texto escrito, aún los textos clausos (clausurados, tapiados) llevan tatuada (inscrita) la figura del estar, de lo popular, de la palabra potencial.

Una geocultura, intersección de pensamiento, cultura y suelo (Kusch,cit.), es el domicilio (la red preexistente y radiante (1)) del estar y el estar es el “no más que vivir”, “ es la radicación en la realidad” (Kusch,1977). Una región geocultural es, entonces, un campo de fuerzas, una zona vital que reconstruye incesantemente las “redes rotas”, produce (acto de producir, no producto) géneros discursivos cuyo “valor y tonalidad” (Bajtin) pueden constituir una literatura en que el modelo regional implicaría pluralidad (totalidad abierta) y dialogicidad (sujetos interculturales).

La región sería así una “fuente seminal”, un espacio geocultural vivo y actuante en la cotidianeidad de su habitante. En ella las contradicciones operan como tensión incesante, construyendo y deconstruyendo estructuras paradojalmente vivas, núcleos de sentido.

Cabría, entonces, ampliar el papel del vector seminal en la zona geocultural de la región como lugar de la tonalidad afectiva, de la “razón sensible” (Mafessoli, 1997), destinada a mediatizar la oposición entre la abstracción crítica y el sentimiento para dar cuenta de la “compleja tonalidad de la conciencia”(Bajtin,385). Los núcleos en que la densidad del sentido profundo ensaya las respuestas fundamentales (el sentido es respuesta) son poderosas corrientes que nos impiden “tocar fondo”.

Focalizar las densificaciones geoculturales nos pone en el ojo de la tormenta, en el centro de la “generación creativa de un texto” (Bajtin), no del arte, sino del “acto artístico” (Kusch, 1986), en otros términos, de la escritura.

Podríamos suponer que en una geocultura, en tanto lugar de intersecciones y campo de fuerzas cultural, la contradicción se vuelve tensión. La noción de contradicción implica siempre la muerte de uno de sus términos para que el otro tenga validez. En la tensión los opuestos son términos antinómicos como los polos negativo y positivo de una pila eléctrica. Proudhon daba este ejemplo para destacar por un lado la indestructibilidad y por otro la capacidad de causar movimiento implicados en la polaridad (R.Aron, 1949: p.1854). El progreso consistiría, entonces, no en lograr la fusión de las antinomias (la muerte de uno de los opuestos), sino el equilibrio cuyo fruto final es la armonía.

Mantener la tensión de los elementos antinómicos, es perder el miedo a “dejarse estar”, el miedo a “vivir lo americano” (Kusch, 1977:235):

¿Será que mi crítica lo enfrentaba entonces con su inmaduro miedo, de que si no dedefendía el progreso, denunciaba su de “dejarse estar”, con lo cual perdería su prestigio de hombre civilizado? ¿O será también que, en fondo, es muy débil la actitud racional, ya que el pensamiento antogónico, el seminal, que se mueve entre extremos innombrables y que pasó a segundo plano, sin embargo sigue acompañando muy de cerca, aún las más “racionales” de las afirmaciones?

El pensamiento seminal supone la no supresión de lo vital e informe, la persistencia de las dificultades y la lucha por la vida. Es la pérdida de la fascinación “ante las cosas nombrables y la posibilidad de que se aventure a indagar las innombrables” (p.240).

Si las estructuras se convierten en casamatas, en refugios miedosos, en totalidad clausa, estamos condenados a escuchar un eterno monólogo: el de la síntesis autoritaria y el punto muerto. En la geocultura, región vital, podemos reconstruir las redes, organizar los campos de fuerzas, coordinar las independencias y las libertades.

Cuando trato de tejer alguna conclusión, luego de estas deshilachadas y contradictorias reflexiones, no puedo menos que recordar, ya que nuestras operaciones se concretan en el campo de la lectura, estas palabras de Chartier/Cavallo (1998):

La lectura no es solamente una operación intelectual abstracta: es una puesta a prueba del cuerpo, la inscripción en un espacio, la relación consigo mismo y con los demás.

O, como el pececito de Bajtin, tocamos fondo en la pecera de la totalidad clausa, por miedo a parecer bárbaros o, como Martín Fierro, enfilamos hacia “tierra adentro”, “derecho ande el sol se esconde”, lugar de la opacidad de la razón abstracta, de lo innombrable (lo que no puede ser dicho por el habla). Fierro nos asegura que “asi habremos de llegar” y que recién entonces sabremos “adónde”. Incitante tarea, hallar el “adonde” del “ande”, lo nombrable (“las luces”) de lo innombrable (“los oscuros reprofundos”).

El espacio geocultural es entonces un domicilio, la casa en que lo ajeno se hace propio. A esa zona ningún hombre es inmune, más aún, en ella pasamos el más alto porcentaje de nuestras vidas reales. En ella la civilización y la barbarie no se degüellan, digamos que resuellan, viven en libertad creadora. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

BIBLIOGRAFÍA

RARON, Robert: (1949) “Recherche d’une dialectique pour les Etats-Unis d’Europe”. En: Actas del primer Congreso Nacional de Filosofía, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo.

BAJTIN, M.M.: (1985) Estética de la creación verbal, México, .S. XXI Editores.

CAVALLO, Guglielmo y CHARTIER, Roger: (1998) Historia de la lectura en el mundo occidental, Madrid, Taurus

DRAGHI LUCERO, Juan: (1981) Las mil una noches argentinas, Buenos Aires, Plus Ultra.

HARTMAN, Geoffrey: (1990) “El destino de la lectura”, en: Teoría literaria y deconstrucción, Madrid, Arco/Libros.

KUSCH,Rodolfo: (1976) Geocultura del hombre americano, Buenos Aires, García Cambeiro.

___. (1977) El pensamiento indígena y popular en América, Buenos Aires, Hachette.

___. (1986) “Anotaciones para una estética de lo americano”, en: “Identidad” (Segunda Epoca), Rosario.

MAFFESOLI, Michel: (1997) Elogio de la razón sensible, Barcelona, Paidós Studio

 
 

Notas

 

(1) Considero lleno de potencia teórica el sguiente fragmento de Walter Porter, citado por Geoffrey Hartman (1990) : “Aquello no era una forma dudosa ni generalizada que dio lugar a la flor o al pájaro, sino la exacta presión del arrendajo en la ventana; se pueden contar los pétalos, en su número exacto; ninguna expresión sería tan fiel para la precisa textura de las cosas; las palabras deben bordarse, también ser giradas o hiladas como la seda o los dorados cabellos … lo visible se hizo más visible de lo que nunca había sido, precisamente porque el alma había emergido a la superficie[…] Aquí, había un descubrimiento, una nueva facultad, una aprehensión privilegiada, para ser transmitida de uno al otro y  propagada para la regeneración imaginativa del mundo. Era una costumbre, una manera de pensar, que iba a invadir la vida ordinaria y moldearla hacia su propósito”.

 

 


Jorge Torres Roggero nació el 23 de Junio de 1938 en Córdoba, Argentina. Doctor en Literaturas Modernas. Profesor Titular de Lit. Argentina I y II en la Facultad de la Universidad Nacional de Córdoba/Argentina. Fundador del Grupo de Estudios Literarios del Cono Sur que edita la revista-libro SILABARIO. Su obra ensayística comprende numerosos títulos. Entre los más relevantes: La Donosa Barbarie, El combatiente de la aurora, y Elogio del Pensamiento Plebeyo. Contacto: jorantor@tutopia.com.

   
 

 

© Maria Estela Guedes
estela@triplov.com
Rua Direita, 131
5100-344 Britiande
PORTUGAL