Mina Loy y Arthur Cravan

YANGA VILLAGÓMEZ VELÁZQUEZ

Mina Loy y Arthur Cravan. De cartas a la distancia, arte, vanguardias y naufragios.


Doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Toulouse Jean Jaurès. Actualmente se desempeña como profesor-investigador en el Centro de Estudios Rurales de El Colegio de Michoacán. Ha traducido la obra poética de Henri Michaux (Transgresiones, Conaculta, 2015) y numerosos ensayos de autores dedicados a las ciencias sociales, como Raffestin, Bayard y Luc Nancy. Su primer poemario, Poemas trasatlánticos (1992), fue prologado por Germán Litz Arzurbide. Es coeditor de la revista Páramo en llamas, dedicada a la difusión de la joven literatura del Occidente de México.


Cartas a Mina Loy[1] es un libro que recoge las cartas que Arthur Cravan le escribe a Mina Loy estando él en México a finales de 1917, cuando el país vivía el episodio de la revolución mexicana, marcado por el enfrentamiento entre las distintas facciones revolucionarias que se disputaban el poder político y militar.

En su breve paso por Nueva York, a principios de 1917, Arthur Cravan conoce a Mina Loy, para después salir de los Estados Unidos huyendo del reclutamiento militar, una vez que el gobierno de ese país decidió intervenir en la Primera Guerra Mundial e instalarse en la ciudad de México. Sus cartas reflejan un tono de exigencia, desesperación, solicitud y amenaza que describen la particular situación emotiva que enfrentaba Arthur Cravan en México ante una realidad difícil en un país extraño y un futuro que delineaba la ausencia de la mujer de la que estaba enamorado.

Pero ¿quién fue Arthur Cravan? Su nombre real era Fabien Avenarius Lloyd, nacido en Lausana, Suiza un 22 de mayo de 1887 y desaparecido en México, en el Golfo de Tehuantepec, en 1918. Hijo de Otho Loyd, ciudadano inglés, abogado y traductor, amigo y cuñado de Oscar Wilde. Su madre, Clara St. Clair Hutchinson, Nellie, se divorcia de Otho Loyd y contrae nupcias con el doctor Henri Grandjean, con quien se instala en Lausana en 1890 con Arthur Cravan, de 3 años, y su hermano mayor Otho. Durante su infancia, Arthur Cravan experimentó la trashumancia educativa ya que, en palabras de Mina Loy, “de todos los establecimientos donde era inscrito lo echaban”. Estuvo pensionado en el Instituto del Dr. Schmidt, en Saint-Gall en Suiza, de 1900 a 1902, donde siguió cursos de lengua y literatura francesa, lengua y literatura alemana, religión protestante (en francés) y cursos de gimnasia. Finalmente, se estableció en un colegio en Worthing, donde fue recomendado por su tío Oscar Wilde. La educación que recibió ahí rindió sus frutos, pues Arthur Cravan aprendió varios idiomas (inglés, francés y alemán) y recibió una educación de primer nivel de la cultura británica. Entre los 17 y los 20 años viaja por Berlín, Birmingham, Munich, Estados Unidos e Italia (Roma y Florencia) para finalmente, con apenas 21 años, instalarse en París en 1908, donde se propone el objetivo de editar una revista literaria. Un aspecto que le dará cierta fama fue su afición al boxeo, mismo que empezó a practicar a los 22 años cuando formó parte del equipo profesional de boxeo del club de Fernand Cuny en Paris, entre 1909-1910. Será una disciplina que no dejará de practicar, incluso a nivel profesional, o enseñar, sobre todo durante su estancia en México, ya que fue profesor de educación física en la Academia Atlética de México.

Daniel Saldaña París menciona que “Arthur Cravan es un ejemplo de autor con más poética que obra y que no era exactamente un vanguardista: su esplín acentuado, su desesperación de vagabundo, su admiración, antes que por las obras de sus contemporáneos, por una idea de la literatura que entraba en una crisis de la que no saldría ya nunca, lo convierten en un personaje fuera de tiempo, incómodo entre Duchamp y Picabia (que lo aborrecieron al final de su estancia neoyorquina) pero incapaz de encontrarse a gusto en otro lado, como no fuera junto a Mina Loy.” Una parte de su obra literaria aparece en los cinco números de la revista Maintenant, de la que Arthur Cravan fue editor, autor, director y que él mismo distribuyó en París entre 1912 y 1915.

Sus textos eran básicamente de poesía y su legado literario no podría compararse con la obra de escritores más tardíos como André Malraux o Ernest Hemingway, quienes asumieron en su obra un posicionamiento claro en contra de la guerra y el advenimiento del fascismo en Europa durante la guerra civil española algunos años después. En su tiempo, Arthur Cravan evade los países como Francia, en los que la guerra es inminente, y evita el reclutamiento militar. Ahí se le ve por última vez en público en el cementerio de Père Lachaise el 1º de octubre de 1915. Posteriormente aparece en Barcelona, primero, y se traslada a EU, después. Se dice de él que fue un iconoclasta consolidado, el primer poeta punk, delirante, genial y es reconocido como fundador del “maquinismo”. Tuvo contacto con el dadaísmo y un acercamiento a la obra de Guillaume Apollinaire.[2] A su paso por Nueva York conoce a Mina Loy, quien por su parte había iniciado una carrera bien consolidada en el mundo del arte, a diferencia de la trayectoria frívola y desinteresada de Arthur Cravan, sin compromiso aparente con algo más que su propia idea del vanguardismo, la literatura y el arte. La práctica constante del boxeo a lo largo de su trayectoria tal vez nos da un indicio de la metáfora de su propia vida, pues de acuerdo con los datos, anécdotas y testimonios de quienes lo conocieron, fue alguien que protagonizó infinidad de discusiones y enfrentamientos verbales o físicos con sus oponentes. En ocasiones su vida era como subir al ring y fajarse con el adversario hasta que uno de los dos quedara fuera de combate. Su corpulencia, su fuerza, su técnica depurada, reflejaban el estereotipo de alguien que no le tiene miedo a nada y que entra al mundo del boxeo y lo practica con la rudeza necesaria que exige: golpe tras golpe, defendiéndose de sus rivales, esquivando ataques y enfrentándolos con la fuerza física o con argumentos, recuperando su capacidad de ofensiva para derrotar al opositor. Se trata de sobreponerse a la violencia del rival para no ser puesto fuera de combate y noquearlo, es decir, sobrevivir a los retos que se le presentaban a cada momento en la vida del arte, en sus relaciones con los otros pintores, escritores, artistas, empresarios.

Una anécdota de las más recordadas fue sin duda una pelea que tuvo con el entonces campeón del mundo Jack Johnson en la plaza de toros Monumental de Barcelona el 23 de abril de 1916, con un premio de 50 mil pesetas (que los dos habrían acordado repartirse, pasara lo que pasara). El día de la pelea, el poeta se presentó al parecer completamente borracho y de los veinte asaltos anunciados, solo aguantó seis antes de caer noqueado. Según contaron los cronistas, Johnson alargó la agonía de su rival más que nada por obligación, ya que la pelea se estaba filmando. Al final, ambos consiguieron su parte del trato y Cravan con el dinero ganado en la pelea, pudo embarcarse en el transatlántico Montserrat, con rumbo a Nueva York. (Cartas a Mina Loy, Pleno Margen, 2018).

Arthur Cravan fue un hombre de su tiempo, del tiempo en el que los requisitos de pasaporte para viajar tenían una fácil solución: la falsificación. Desde su salida de Francia rumbo a España y posteriormente en sus viajes a Nueva York y México, siempre se las arregló para tener los documentos necesarios, aunque fueran falsos. Esa situación fue clara cuando de manera urgente decidió casarse con Mina Loy en México para arreglar sus papeles y solicitar al consulado británico en México un pasaporte legal para poder desplazarse a Argentina. No lo logró.

Otra anécdota sucedió ante el primer evento dadá en Nueva York, a la ocasión de la exposición en la Great Central Gallery, en 1917, a la que Duchamp envió su Fuente, un urinario firmado con el seudónimo R. Mutt, de Filadelfia. El comité, del que él mismo formaba parte, rechazó la obra y así comenzó el escándalo.

Al parecer, la obra no era de Duchamp, sino de Elsa von Freytag, la mujer detrás del inodoro más famoso del mundo. Ella era poeta, bailarina, pintora, escultora, performer y modelo. Fue conocida como la Baronesa dadaísta y era precursora del arte encontrado que consistía en elevar las figuras cotidianas a obras artísticas.[3]

Durante la inauguración, el poeta Arthur Cravan dio una original conferencia sobre pintura, organizada por Picabia. El sobrino de Oscar Wilde apareció borracho, vació una maleta de ropa interior sucia sobre la mesa y se desnudó. Al final llegó la policía y el poeta fue a la cárcel.[4]

Así era Arthur Cravan, acostumbrado a enfrentar a quien fuera como consecuencia de sus actos y sus excéntricas actitudes desafiantes frente a cualquiera. Pero, al parecer, la rudeza y decisión externas contrastaban con el aspecto emocional. En efecto, cuando conoce a Mina Loy no logra resolver una situación de enamoramiento que está por encima de sus capacidades, y el umbral que se le presenta en su nueva condición amorosa lo afectó de manera definitiva. Es como si se nos revelara un ser humano con grandes vacíos afectivos en su pasado personal y en específico con su madre. Así, mediante el amor producto de su relación con Mina Loy, se nos presenta un Arthur Cravan débil, sin madurez emocional para sobrellevar su separación momentánea de ella, desesperado, al borde del suicidio, chantajista, amenazante, caprichoso, voluble. Eso se percibe en sus cartas escritas cuando está en la frontera, a punto de ingresar a un país como México del que apenas conoce algo. Si se requieren herramientas para entender la correspondencia de Arthur Cravan, pienso sobre todo en los estudios del discurso amoroso que dan cuenta de las características generales que deja huella en la forma en la que se expresan los enamorados, en respuesta a su condición de soledad, de abandono, de sufrimiento existencial. Grandes obras han sido escritas con estas características, como Tristán e Isolda o Romeo y Julieta y ha sido Roland Barthes quien ha planteado una serie de ideas al respecto, y quien es de gran utilidad para abordar este aspecto de la vida de Mina Loy y Arthur Cravan.

Cuando Barthes incursiona en el tema de la condición que vive el enamorado, señala varios aspectos como los siguientes rasgos típicos de quien vive en esa condición y de los que Arthur Cravan, en sus cartas, indiscutiblemente es un buen ejemplo. Menciona, por ejemplo, que el enamorado se abisma, porque tiene la idea de morir junto a su amada, porque siente que no hay más lugar para él en ninguna parte. Arthur Cravan lo expresa en sus propias palabras cuando escribe en sus cartas:

“no puedo más que repetirte que te amo hasta la locura y que es necesario que te vuelva a ver. En cuanto pueda partiré para Buenos Aires. Removeré cielo y tierra para volverte a ver” (Nuevo Laredo 19 de dic 1917).

“Tengo tu fotografía empapada ante mí y te adoro como creo que ningún hombre ha jamás adorado a una mujer” (20 de dic 1917).

Y menciona también que el enamorado se angustia porque se siente asaltado por el miedo a un peligro, a una herida, a un abandono,

“Escucha mi inmenso amor, si soy siempre el ángel de tu corazón, debes venir al recibir esta carta.” (24 de dic 1917)

“Tengo un miedo espantoso de volverme loco, casi no como y sobre todo, no duermo en absoluto. Es un martirio que no podré soportar por mucho más tiempo. Es necesario que vengas de Nueva York o me suicidaré. Estoy desesperado. Ayer lloré durante dos horas y ahora no sé lo que eso será” (Navidad de 1917).

También vive temiendo una catástrofe, porque tiene una crisis violenta debido a la impresión de vivir la situación amorosa como un atolladero definitivo y se dedica a una destrucción total de sí mismo. Y como acto premonitorio de su posterior desaparición cuando naufraga en el Golfo de Tehuantepec, también escribe,

“Soy como el hombre que va a ahogarse (…) mi cuerpo está más y más quebrantado (…) voy a durar entonces, puede ser un mes o dos, pero no creo que pueda ir así por mucho tiempo ¡Me muero por ti! (…) Esta es mi falta, nunca debí haberme separado de ti” (Ciudad de México 30 de dic 1917).

En él, encuentro a un hombre lleno de deseos, de desesperación y con una serie de sentimientos que lo llevan casi a saltar al despeñadero, como cualquier enamorado que no ve satisfecho su deseo. La lejanía, la distancia, el miedo al olvido, la ausencia, el amor y el desamor, el temor… todo eso está presente en las cartas de Cravan y nos muestra, detrás de ese cuerpo recio, atlético de un boxeador, la fragilidad, la condición de vulnerabilidad que se respira en esa relación tortuosa. Finalmente, Arthur Cravan nos muestra al ser humano que transita por el camino trazado para aquel que vive, transita, recorre las etapas una a una de quien actúa bajo la influencia de estado no racional del enamoramiento. Al parecer, la locura amorosa que él muestra en sus cartas, el amor infinitamente denso y desesperado del que él habla en sus misivas, encontró materialidad durante el tiempo que vivieron juntos en Nueva York y México.

Roland Barthes ya menciona todos los elementos discursivos que se desprenden de la relación amorosa, y que han salpicado la producción literaria universal. El amor sigue siendo uno de los grandes temas de la producción literaria porque es uno de los componentes que hacen del hombre ese ser inquieto, insatisfecho, sensible, vulnerable, frágil, irascible, inaccesible.

Obedeciendo a sus reclamos, Mina Loy lo alcanza en la ciudad de México en enero de 1918. Se casan al poco tiempo y ella queda embarazada de Fabiana, la hija que Cravan nunca llegará a ver, nacida en Londres.

¿Y de Mila Loy que podemos decir? Ella era una mujer fuera de su época, polifacética: pintora, dibujante, diseñadora, dramaturga, poeta, actriz, cada vez que podía viajaba para ampliar sus horizontes para no permanecer en una estrechez cultural, era inventora y participó en los movimientos de vanguardia más importantes de aquella época, como el futurismo en Italia, el dadaísmo en Nueva York y el surrealismo en París. Mina Loy tuvo una producción literaria importante que fue publicada en diferentes revistas en EU y sus textos fueron analizados y comentados por especialistas de la literatura anglófona; en ellos se han encontrado valiosos aportes a la literatura en dicho idioma. Muchos libros han sido dedicados al análisis de su obra, de su expresiones, la originalidad de su estilo literario, los temas innovadores y su posicionamiento contrario a los valores conservadores imperantes en la época, sobre todo en relación al rol social atribuido a la mujer como esposa, madre o hija; la forma de expresión de su lenguaje, sus construcciones literarias, todo ello hizo de su obra un aporte merecidamente reconocido por escritores de estatura y prestigio mundial como Ezra Pound, T.S. Elliot, William Carlos Williams y André Breton, entre otros.

Mina Loy, en contraste con Arthur Cravan, era una mujer de clase modesta (su padre, de origen judío, era sastre) y fue educada en una familia que le permitió, en su madurez, involucrarse con el medio artístico, manteniendo cierta cercanía con las manifestaciones de vanguardia de las corrientes de la época que daban un sentido diferente a lo estético, al arte y la literatura. Por extensión, fue lógica su identificación con temáticas relativas a lo femenino que se refleja de manera inconfundible en su obra, mediante una crítica constante hacia la condición sempiterna de desigualdad, sometimiento y explotación de la mujer en una época de grandes convulsiones sociales, como fue el período de las dos primeras décadas del siglo XX. El estilo decantado de la escritura de Mina Loy, su poesía y en general su obra literaria, muestran su hartazgo frente a la situación de sometimiento de la mujer en un mundo controlado por el hombre.

Una vida dedicada al arte

Mina Loy empezó a estudiar arte en 1897 en St. John’s Wood School en Londres. En 1899 dejó Inglaterra para estudiar pintura en Munich, y regresó a Londres en 1901; en 1902 viajó a París, donde conoció y se casó con su compañero estudiante de arte, Stephen Haweis en 1903. Fue elegida para el Salón de Otoño en 1906 y se mudó a Florencia en 1907. En Florencia entró en contacto con los futuristas y se dejó llevar por sus teorías. Gertrude Stein y otros artistas y escritores expatriados alentaron las tendencias modernistas de Mina Loy, quien en 1913 usaba teorías futuristas en la literatura para avanzar en la política feminista y en su poesía. Entre 1914 y 1917, la poesía de Mina Loy empieza a publicarse en pequeñas revistas, donde fue admirada pero también vilipendiada por su manejo directo y sin cortapisas de temas considerados íntimos como el parto, el sexo y el divorcio. En la década de 1910 el feminismo ya es un movimiento vigoroso, plural y público en EU, lo que le permitió desafiar las nociones convencionales de feminidad, familia y poder masculino, mediante sus reflexiones vanguardistas. En 1915 publicó “Love Songs”, ejemplo de lo más representativo de su obra literaria. En 1916 se une al movimiento de vanguardia de la ciudad de Nueva York, ganando elogios y la admiración de escritores contemporáneos modernistas tan importantes como William Carlos Williams, Ezra Pound, T.S. Eliot, Gertrude Stein, James Joyce y Marianne Moore. En sus “Canciones para Jannes” de 1917 (una continuación de las “Love Songs”), Mina Loy impulsa a las mujeres para que éstas se liberen de la dependencia emocional y física de los hombres.

Mina Loy basó su poesía en la mujer. Para ella, la exploración de su propia sexualidad fue una parte crucial en su perspectiva. Carolyn Burke comenta que varios “grupos de poemas de principios de la década de 1910 constituyen una especie de auto-análisis estético y personal, en el que las imágenes de género y sexualidad son producto de su subconsciente”. Mina Loy cree que el camino hacia el autoconocimiento pasa necesariamente por la sexualidad: “No sé escribir nada sobre otra cosa que no sea la vida, y al final de los finales, ¿qué es la vida sino sexo?” dice, pero “pronto habré escrito todo lo que pienso al respecto, y luego desarrollaré otra visión de las cosas” concluye. También critica la “revuelta” modernista que evita tal reflexión, sugiriendo que la revelación de actitudes sexuales es fundamental para cualquier revolución cultural que pretenda ser efectiva: “También creo que el encubrimiento anglosajón va de la mano con una reducción de la calidad creativa espontánea, todo este movimiento modernista, se mantiene completamente en la superficie y no avanza psicológicamente” agrega.

Una forma de poética feminista se abriría camino en esta superficie herméticamente sellada y fomentaría una libertad creativa en la vida y el arte. Mina Loy se distinguió por ser una escritora que se encargó de alentar “el sexo” hacia la liberación. En esa medida, vio en la sexualidad y en la experiencia femeninas una base para la forma poética, lo cual le permitió ganarse un lugar como poeta, incluso en los medios populares. Por otro lado, también fue considerada como ejemplo de la “mujer moderna” y una forma de conexión entre la política impulsada por una mujer con ese atributo innovador y polémico que sacude las viejas concepciones sobre lo femenino y los principios de la nueva poesía. En otra perspectiva, el editor de “The others” señala la originalidad formal de Mina Loy en el uso de técnicas atribuidas después a poetas masculinos (incluido Williams) y que ella desarrolló previamente cuando convivió con los futuristas italianos y los movimientos de arte europeos.

En 1923 vuelve a París y publica una colección de poesía que enfatiza la experiencia femenina y el arte por el arte, aplicando una tipografía con forma de collar para crear “sonidos” en la escritura. Regresa a Nueva York en 1936, pero su nivel de producción disminuye, lo cual se refleja en los escasos trabajos que publicó. Abandona definitivamente la ciudad en 1953 y se instala con sus hijas en Aspen, Colorado. Una colección completa de su trabajo, The Last Lunar Baedeker, apareció en 1982.

La vida emocional de Mina Loy está marcada por altibajos, pues se casa a los 21 años; a los 23 tiene a su primera hija, Oda, que muere de meningitis sin haber cumplido un año de edad; después viene el divorcio (jamás concedido por su esposo). Nunca volvió a tener una relación emocional como la que tuvo con Arthur Cravan, a quien se refirió ante la pregunta de ¿cuáles habían sido sus momentos más felices en su vida? Dijo: “sus mejores momentos los pasó al lado de él y los peores sin él”, lo que da una idea muy precisa del tipo de relación tan fuerte que tuvo con Arthur Cravan, aunque también tuvo mucha cercanía con otros hombres como Papini y Marinetti.

El periodo italiano en la vida de Mina Loy. Vanguardias y rupturas

Marinetti fue un poeta, escritor, ideólogo fascista, dramaturgo y editor italiano, uno de cuyos méritos fue el de haber fundado el movimiento futurista, la primera vanguardia italiana del siglo XX y que sirvió como base para el fascismo de Mussolini. Sus orígenes literarios remontan a una comunidad artística de corte utópico y simbolista de la que formó parte entre 1907 y 1908. Como “jefe” del movimiento futurista intervino en numerosas obras, antologías, tomas de posición, etc. Hacia 1920, cuando el futurismo era ya un fenómeno del pasado y aparecían en Europa nuevos movimientos vanguardistas, Marinetti comenzó a mostrar simpatías por el fascismo. Como poeta, político e ideólogo, estuvo fuertemente influido por Friedrich Nietzsche, Georges Sorel, Giuseppe Mazzini y por Gabriele D’Annunzio. Fue además el autor del Manifiesto futurista publicado en 1909 y del Manifiesto fascista publicado en 1919. Trabajó estrechamente con Mussolini y en 1942 luchó en territorio soviético, siendo herido en Stalingrado. Llegó a ser miembro de la Academia de Italia fundada por los fascistas, convirtiéndose en el poeta oficial del régimen de Mussolin, al que fue fiel hasta los tiempos de la República de Saló. Murió en 1944. Se ha dicho que, en Florencia, los futuristas propiciaron la fractura al declarar con Marinetti: “¡el pasado no existe!”.

El futurismo es el esfuerzo continuo por rebasar las leyes del arte y el arte mismo mediante lo imprevisto que es la vida. Su activismo comprende un concepto del arte total en lo estético, político y filosófico. El verso libre y el collage son para los futuristas la forma más adecuada para practicar la ruptura y Marinetti se propone inundar de museos a los cabarets y los sótanos de los cafés literarios. Para lograrlo, se traslada a varios puntos de Italia en gira permanente, donde hace performances en cafés y salas de espectáculos. Su número artístico consiste en una plegaria revolucionaria combinada con una experiencia poética, con lo cual logra acentuar su particular don por el escándalo. En noviembre de 1911, empieza el acercamiento entre Papini y Mina Loy, pero cuando aquel parte a Paris para encontrase con un grupo de potenciales simpatizantes del movimiento futurista, Mina viaja con Marinetti a Roma. A pesar de sus comentarios machistas, de sus provocaciones -o a causa de ellas-, Mina se siente atraída por él. Llegan a una exposición del futurismo en Roma, que lucha en contra del provincialismo italiano y que se asume como una especie de Internacional comparable al comunismo que se inicia en Europa. Después, en un café, Mina lo deja declamar su misoginia en público y le confiesa que ella estaría interesada en casarse con Papini. Marinetti viaja a Inglaterra y le pide a Mina que lo alcance allá, pero ella declina la invitación y empieza a considerar la opción de ir a New York, con Gertrude Stein. Si evita a Marinetti es por acompañar a Papini a Paris, al salón de los independientes, donde por primera vez escucha hablar de Arthur Cravan el “poeta-boxeador”, a propósito de quien Papini escribe en su revista: “pone a todos de cabeza”. Mina teme la guerra y piensa alistarse como enfermera. Intercambia cartas con Marinetti pero rompe con él por sus posiciones contradictorias: defiende a las sufragistas inglesas, pero sigue relegando a la mujer al papel de esposa y madre. Marinetti nunca responde a estos cuestionamientos y es cuando Mina empieza la redacción de su manifiesto feminista, producto de este diálogo de sordos. El manifiesto feminista será el adiós definitivo a su relación con Marinetti, y más aún, considerando que uno de los puntos del manifiesto futurista de Marinetti dice “Nosotros queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo, y combatir contra el moralismo, el feminismo y toda cobardía oportunista y utilitaria”, aunque no le deja de reconocer el mérito de haberla despertado.

El movimiento feminista como está actualmente constituido es imperfecto. Mujeres, si desean realizarse, están en los prolegómenos de una rebelión psicológica devastadora, todas sus ilusiones domésticas deben ser desenmascaradas, las mentiras de siglos hay que desterrarlas. ¿Están preparadas para concretar dicho destierro? No hay medias tintas, ningún arañazo en la superficie del montón de basura de la tradición provocará una reforma, el único método es la demolición total. (Manifiesto feminista)

El interés de Loy en el feminismo estadounidense fue anterior a su llegada a Nueva York en 1917; para esa fecha los círculos de vanguardia de Nueva York ya estarían familiarizados con su poesía y su inclinación feminista a través de publicaciones en revistas como Alfred Stieglitz’s Camera Work. A través de su asociación con los mismos círculos artísticos en Nueva York, Williams conoció a Mina Loy y su poesía, admirando a ambos. Aunque el nombre de Mina Loy se desvanecería de las narrativas New Critical del modernismo literario, fue considerada una importante poeta innovadora en su época, citada por sus contemporáneos como un actor importante en el movimiento modernista.

Las estrategias de ruptura del lenguaje, montaje y autorreflexión de Mina Loy trabajan para desmitificar y cuestionar las ideologías de género prevalecientes en su tiempo y recuperar su trabajo sirve para re-politizar el potencial del modernismo. Llevar el trabajo de Mina Loy a una reconsideración del período radical temprano de Williams ilumina su preocupación por el “género como categoría problemática” y reformula su evolución estética en términos políticos que vinculan el lenguaje, el género y el poder.

La poesía de este período (1914-1923) coincide con el impacto cultural y político de la primera ola de feminismo del siglo en América. La concepción en desarrollo del poeta Williams, de la creatividad y de la voz poética, ocurren y deben leerse dentro del telón de fondo cultural de un feminismo anterior a la guerra que perturba activamente las ideas tradicionales de diferencia sexual y poder masculino.

Williams está vinculado a este momento a través de la poesía de Mina Loy, una figura central en los círculos de vanguardia de Nueva York a fines de la década de 1910. Su proyecto de definir un feminismo para sí misma fundamenta su poesía de esa etapa y su motor de propulsión son las ideas que circulan en el movimiento feminista multifacético. Mirar a Mina Loy y Williams juntos revela con fuerza sus preocupaciones compartidas sobre el deseo sexual, la autoridad de género y la construcción social del género.

Por otro lado, hay que decir que, al parecer, las activistas feministas centraron su batalla contra la convención en la cuestión misma de reestructurar la sociedad mediante la destrucción y la reconstrucción de las relaciones de género.

En la poesía de Mina Loy los ritmos de su vida como mujer son inseparables del proceso artístico. Consideraba que esa perspectiva específicamente femenina era fundamental para la filosofía de su vida y sus esfuerzos estéticos: “Mis concepciones de la vida evolucionaron mientras… preparaba la comida para bebés en lámparas de alcohol y mis mejores dibujos los hice detrás de una estufa y un tendedero con ropa de niños colgando para secarse.” Mina Loy abogó por la demolición total de ficciones socialmente construidas como “madre”, “amante”, “virtud” o “virginidad”; reivindicó en sus escritos la maternidad voluntaria y que ésta fuera independiente del estado civil. Insistió en que el cuerpo y la mente, lo sexual y lo psicológico, deben ser reconsiderados por las mujeres para que las soluciones políticas o económicas sean verdaderamente efectivas: “Desafiando la superstición, afirmo que no hay nada impuro en el sexo, excepto la actitud mental hacia él. La eventual aceptación de este hecho constituirá una regeneración social incalculablemente más amplia de lo que es posible que nuestra generación adquiera.”

El feminismo de Mina Loy se podía expresar más plenamente en una atmósfera estadounidense que en una británica y europea. Aunque era inglesa, Mina Loy nunca se sintió atraída por el ambiente artístico de Londres. Su interés en actividades culturales y artísticas estadounidenses se caracterizó específicamente por una atracción por las ideas feministas y la posibilidad de expresión femenina dentro de la escena literaria estadounidense. Además, Mina Loy encontró en Williams y en Walt Whitman a los precursores de “la dimensión sexual esencial de la individualidad” que alentó sus propias expresiones de sexualidad femenina.

Pero ¿qué es lo que atrae de la personalidad de Mina Loy? Una mujer que rompe esquemas, moldes, concepciones anquilosadas en los valores reproducidos de manera convencional acerca de la mujer, de su presencia social, de su capacidad de ser la dueña de su propio destino, a pesar de la moral decadente que rodea los círculos del arte, de la política, de la cultura tanto en Europa como en Estados Unidos. En ella hay una interlocutora que desafía los conceptos hasta entonces hegemónicos que desplazan a la mujer como centro de atracción y generadora de ideas de vanguardia. En su poesía y en su obra literaria hay una expresividad innovadora que da frescura a las nuevas influencias literarias de la época, abriendo un camino que será transitado posteriormente por varios autores. Regenera y representa una bocanada de aire para expresión literaria y es capaz de atraer la atención de escritores de primer nivel que reconocen el mérito de su producción en el tiempo que le tocó vivir en Estados Unidos. En Arthur Cravan hay alguien desafiante de los convencionalismos que imperaban en el medio del arte y en la concepción estética de la pintura y de la literatura; su vocación de provocador a ultranza lo convertía en el centro de acciones extravagantes y un hombre fuera de serie que llamaban la atención a la prensa, a la autoridad y a los representantes oficiales del arte de la época. Ambos fueron producto de su época, pero al mismo tiempo, fueron adelantados a la misma, pues fueron partícipes de alguna manera de los vanguardismos que buscaban la ruptura de la concepción enquilosada en el arte, en una época en la que todo cambiaba de manera muy rápida, demasiado. ¿Quizá esto es lo que propició su relación y el amor entre ellos? Por otro lado, Mina Loy tuvo una vida emocional difícil, se divorcia, no se puede volver a casar porque su marido le niega el divorcio, vivió separada de sus hijos mucho tiempo. Eso fue algo que le generó cierto vacío emocional que se reflejó en la imposibilidad de reconstruir una relación afectiva estable, prometedora. La necesidad de alguien con quien involucrarse y comprometerse en ese proyecto no llegó a concretarse; cuando existió vino la ruptura debido a una imposibilidad de reconciliar los principios misóginos y anti feministas del futurismo representado por Marinetti y su inclinación por comprometerse con un feminismo sin restricciones. Así concluyeron sus escarceos con Papini y Marinetti. Por eso cuando conoce a Arthur Cravan hay algo que vuelve a surgir y se presenta como la cancelación de una ausencia constante en su vida, como la concreción de una relación que le hace ver con más optimismo el futuro, y con mayor creatividad; se abrió ante ella la posibilidad de construir por fin una relación con un hombre fuera de serie, dispuesto a dedicarle el tiempo que fuera necesario sólo para compartir con ella lo que la vida les ofreciera, en México, en Buenos Aires, en Londres, en donde fuera. Eso fue lo que arrojó su periplo por América, gracias a un hombre que sólo tenía 31 años y que cumplió sobradamente con ese deseo que André Breton en su libro L’amour fou expresara, refiriéndose a su propia hija, en el sentido de desearle ser “locamente amada”, como Mina Loy lo fue por Arthur Cravan.


Referencias:

André Breton. 1976. L’amour fou. París, Francia. Gallimard.

Bastian Van Dervelden. “Chronologie” en La règle du jeu, octobre 2013.

Daniel Saldaña París, “Arthur Cravan: la vida como obra completa”, en Letras libres, 9 sept 2011.

Linda A. Kinnahan. 1994. Poetics of the Feminine Authority and Literary Tradition in William Carlos Williams, Mina Loy, Denise Levertov, and Kathleen Fraser. Cambridge Studies in American Literature and Culture. Cambridge University.

Mathieu Terence. 2017. Mina Loy, éperdument. Bernard Grasset, Paris, France.

Mina Loy. 2017. Il n’est ni vie ni mort. Éditions Nous. Caen, France.

-2014. Manifeste féministe & écrits modernistes. Éditions Nous. Caen, France.

Patricia Suarez. El Clarín 6 de mayo 2018.

Roland Barthes. 1989. Fragmentos de un discurso amoroso. México Siglo XXI.


[1]  Arthur Cravsn, Cartas a Mina Loy,  pról.. y trad. Ricardo Echávarri, Pleno Margen, México, 2018.

[3] Eva Güimil,Diez casos en los que los hombres borraron de la historia a mujeres”. El País, España, 12 mar 2019.

[4] https://www.miraquecurioso.com/temas/arthur-cravan-el-poeta-boxeador/