Otras palabras llegan al manantial.
(Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero.
Soy como el búho de las soledades,
anotas en mi desnudez.)
He visto las tinieblas de la hora tercera.
Menesterosa, bramé de alegría
entre los velos.
Me inclino.
Ya estoy muerta para el mundo.
¿Por qué este viento
encantador como veneno
traspasando cegueras?
Hago perpetuo tu refugio
de braveza, de sed,
de temblor tan admirable.
Buenos Aires, 14 de febrero de 2005
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