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MANUEL LOZANO.
DESCUBRIMIENTO DE LAS PRISIONES
(Esta serie de poemas fue seleccionada por el escritor chileno Elías Letelier, para integrar la antología "Canto al Prisionero" que será presentada este mes en Holanda y Bélgica.)

ÜMRANIYE


Ya han comido de mi carne.
Es medianoche y sube el musgo en las paredes
con cruces tatuadas por la muerte.
Una silueta se acuesta con la sombra.
¡Fastuosa cicatriz la del harapo!
Pestilencial, veo su armadura invisible
atravesar muladares y cartílagos.
¿Adónde la libertad de los líquenes?
¿Qué edad tienen los días que mastican
la ruindad de los hombres?
Un teatro de incesto y calaveras
desentierras con la lluvia más fría.
-Vuelve a jugar-, dice el verdugo.
Pero yo he de tajar en piedra
la palabra que salva.


Manuel Lozano
Buenos Aires, febrero de 2005
De su libro: "La rueca dorada"

 
INFIERNOS PRIVADOS PARA EL MONSTRUO

Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos...
Marcos, 9:3

 
Prisiones se cierran a tu paso.
De mimbre rojo son los dedos del malabarista.
Vastas progenies me cercan.
¿No se reflejan suntuosas las entretelas del crimen,
aun cuando el silencio siembra temor y temblor?
Himnos de Adán negro suben desde los ojos.
La cabeza es de hierro, moribundo amarillo
hasta la cercanía.
Un diminuto sol cae sobre el desierto blanco.
Así, el niño inscribe fisura y permanencia.
¿Cuál será el lujo de abandono en este Paraíso?
Turmalina y topacio y luego este oleaje.
Has abierto las puertas de lino.
Muelles donde dibujas la sed.


Manuel Lozano, Catacumbas de San Calixto,
6-XI-1998
De su libro: "Mansión Artaud"
 
UN PRISIONERO SIEMBRA LA PALABRA
El sembrador es el que siembra la palabra.
Marcos 4:14
Duermes, pero hay un ojo que vela, que crece,
que aventura en el trueno su llaga de memorias.
Ahora muerde en el viento su confín,
pero no duele.
¿No entreviste tras tu jaula
el oscuro vacío de la fiesta secreta?
Prepárate.
La traición se sumerge
en el teatro de las apariciones.
(El abismo se labra en el abismo.)
El hambre sangra en el pizarrón de la muerte
el sello caníbal.
Esta lastimadura ya es lamida por los lobos:
me tatúa y me arranca
a la feroz intemperie de quienes escarban
desde antiguo el corazón de los hombres.
¿Qué otro puñal no retrocede bajo este sol
donde acuesto a mis criaturas?
¿Hasta cuándo
la erosión de la fiebre?
He de cantar aullando
con mi pequeño tambor de desechos.
 
He de encender las antorchas con el grito.
 

He de cantar el más bello presagio
del regreso.

Manuel Lozano
París, 27-IX-2005
De su libro: "La rueca dorada"

 

Ahora como antes, como siempre, como después,
sé que preparan el rojo jardín de la muerte.
Sus altos cedros están huecos.
El áspero jardinero, ya una sombra entre raíces, golpea su sombra.
Desperté y vi la herida: sus ojos cerrados que sangraban.
Misa de pavor, misa de éxtasis.