JOSÉ REPISO MOYANO
Manipular es que, en la sociedad, se lleve cualquier información hacia una dirección que nunca es la dirección de la cordura o de la razón. Y la razón es objetivamente la ausencia de falsedad de cualquier clase pero, sobre todo, de la falsedad racional. Así es.
Manipular es el manejo de la información a través de un bien o de un “supuesto bien” para que no sea información estrictamente responsable o racional. Cierto, es un uso de la información que, desde el principio, no se ha exigido a sí mismo los recursos de la sensatez, de la cautela-duda, de la contratación y del dejarse ayudar al fin por los que ya sí evidencian que desarrollan a todas luces racionalidad.
También, manipular es una consecuencia de la actitud interesada, cerrada (a aprender de los demás), terca o fanática, egotista, codiciosa o engreída (empequeñeciendo a los demás) que siempre va por garantizarse un beneficio o el apegarse a un poder.
El manipular, una desconsideración del otro como un ser humano siempre digno de que nunca lo confundan o lo equivoquen, ya impide el que sea válida una acción de bien por mucho que se publicite en la sociedad que hace un grandísimo bien. Esto es, al carecer de virtualidad racional o equilibrada.
El ser humano para no manipular es obvio que debe enseñarse y desarrollarse de racionalidad, de lo que no usa nunca una información para deformarla o falsearla, de lo que no engaña, de lo que no confunde, ¡exacto! He ahí que, para que algo no acabe siendo tóxico, falso o manipulado, en lo decisivo debe estar sólo en manos de la razón (o de quienes la mueven en la sociedad); y me refiero al ser humano “con su libre voluntad” desde que nace, desde niño.
En claro, cualquier ser humano sólo contará (para hacer las cosas mal o bien) con una mentalidad única que se ha cuidado mucho en atender a unos éticos criterios de valoración o, por el contrario, con tal mentalidad que no se ha cuidado y así se ha abandonado de seguida a lo que le hayan dicho tantas voces irracionales o tantos intereses manipuladores de su entorno.
Pero, ¡ojo!, esas voces irracionales siempre están empoderadas por grupos muy fanáticos que, a su vez, están confusos, ciegos o manipulados.
En definitiva, nadie puede decir que no está manipulado cuando ya presenta todas las carencias y todos los síntomas que produce una u otra manipulación, sí, que ya he señalado: el ninguneo o el rechazo de lo racional, el que la disciplina de la mente esté en manos de pillos, de falsos o de aprovechados, el borreguismo social y el que se potencien demasiado unos oportunos o falsos valores (en ética o en lo que sea) en la sociedad.
José Repiso Moyano