Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
Un seminario internacional coordenado por el ex-canciller brasileño Celso Amorim, en Sao Paulo, sobre el tema Amenazas a la democracia y el orden multipolar, reunió a tres ex-primeros ministros europeos (de Francia, España e Italia), así como a personalidades como Noam Chomsky y Pierre Sané, entre otros, tuvo distintas preocupaciones, pero un punto en común: se juega en Brasil grandes cuestiones no solo del país o de América Latina, sino del mundo contemporáneo.
Dominique de Villepin, Massimo D’Alema, José Luis Rodríguez Zapatero, ex-primeros ministros han recordado que Brasil gozaba de un enorme prestigio en escala mundial, como por ejemplo en el combate al hambre así como potencia emergente que participaba de la búsqueda de soluciones a grandes conflictos mundiales. Como en el mundo se siente la falta de la política internacional soberana de Celso Amorim. En las palabras de Chomsky: “Con Lula, Brasil era el país más respetado del mundo”. Por el contrario, ahora es un país que ha desaparecido de la escena internacional. Lo primero que está en juego en la crisis brasileña, entonces, es la presencia o la ausencia de Brasil en el mundo.
Lo segundo, según uno de los temas centrales del seminario, tiene que ver con el destino de la democracia, profundamente en crisis en todas partes del mundo. “El mundo necesita de un Brasil democrático y como ardiente defensor del multilateralismo”, según Dominique de Villepin. “Yo vi el alza de la influencia de Brasil con el crecimiento de los Brics. Vi el compromiso de Brasil para consolidar la paz y la democracia en el mundo”.
Hubo consenso de que la crisis de la democracia es un fenómeno mundial, que se ha agudizado en estos últimos anos y de que Brasil es un caso ejemplar. Porque una presidenta reelegida por el voto popular ha sido sacada del gobierno sin ningún justificativo legal, así como un ex-presidente, favorito para triunfar en las elecciones, ha sido procesado sin pruebas, condenado por “convicciones” y preso, para que no fuera elegido presidente de Brasil.
Consenso también en el sentido de que el resultado de la crisis brasileña demostrará si hay posibilidades de reversión de ese tipo de ofensiva conservadora, que se extiende a varios países de América Latina. De ahí la centralidad del caso brasileño, de ahí que los ojos de los demócratas de todo el mundo estén volcados hacia Brasil.
Hubo también consenso de que hay una disputa por un nuevo orden internacional, en el que los EEUU de Trump dan las espaldas a los otros países. Es significativo de que los dirigentes europeos expresen no solo hostilidad abierta hacia esa política norteamericana, y que manifiesten receptividad clara hacia las propuestas económicas de China.
Los participantes del seminario se han reunido con Fernando Haddad, a quien conocían como ministro de Educación de Lula. Dos de ellos, Villepin y el mexicano Cuahutemoc Cárdenas han podido visitar a Lula en Curitiba. (Solo dos visitas son autorizadas por semana, los días jueves. Los lunes se autoriza la visita de un representante de alguna iglesia, los abogados lo pueden visitar en cualquier momento, los familiares, los jueves por la mañana).
Rodríguez Zapatero hizo la intervención más larga y de más impacto, centrada en los valores de la izquierda en el mundo contemporáneo, incluyendo las justificaciones de su constante participación en los intentos de pacificación de los conflictos en Venezuela, argumentando que los intentos superación pacífica de la crisis son responsabilidad de los dirigentes de izquierda.
Al analizar la situación de Brasil, después de mostrar, como todos los otros, su admiración por la fuerza política y moral de Lula, concluyó: “Fernando Haddad será el próximo presidente de Brasil”.
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