París,
siempre París.
Luz lumbre
del camino.
Madre
universal,
sueño del
hombre y su miseria.
París, día
que vence a la noche,
vence
también a la oscuridad,
y desnata
los tristes ojos de la gente,
muestra la
senda, la luz y la vida.
No es un
sueño lo que veo,
es la
muerte que camina,
que habla
conmigo,
me saluda,
me sonríe
y se
pierde entre las negras sombras,
las
sombras de la nada.
Ver
para creer, ver para opinar.
París,
siempre París de mi alma,
mi río,
mis calles y mis sueños.
Veo lo que
veo, el silencio y la nada.
Voces,
ruidos, palabras que se quiebran,
y se
doblan en la frontera de los sueños,
pero los
muertos vuelven a la vida,
y recorren
los parques conmigo,
me
susurran sus cantos,
y yo no
oigo nada, por el trueno,
el
estampido en la carne y la
memoria.
Primer
amanecer después de la barbarie.
París,
siempre París de mis ojos.
París de
mi alma y de mis pasos.
Querido
París de mis andares,
de mis
tristes y miserables días,
de mis
amores y mis sueños.
Vuelve la
luz a ver la luz,
vuelven
los sueños a ver los sueños,
vuelven
las terrazas a ser terrazas,
y yo me
siento a recibir el sol,
el sol de
la mañana, el sol de la tarde.
Y París
está en mis venas,
en el
brillo de mis ojos negros.
París,
siempre París,
sueño de
los que duermen
sueño del
mundo entero.
Mi querido
París,
siempre tú
en mis andares.
Mas tengo
frío en mi París,
un frío
extraño,
como
viento helado
que me
arranca los pelos,
pero
camino empujando
mi sombra
pesada en el camino,
por las
calles heridas de París,
y no me
alejo a ninguna parte.
París,
París de mi alma
cuánto
dolor en este pecho.
Tan amargo
y triste amanecer,
hoy cuando
es el ayer,
el ayer
cuando es el mañana,
vuelvo a
oír el golpe de la muerte,
una vez
más la mano de la muerte,
te lanza
una noche,
te clava
en el vientre,
tú que
nutres de amor y libertad desde siglos
la vida
y los sueños de los hombres,
y
del mundo entero.
París de
mi alma, réquiem por ti,
por tus
hijos que vuelven a la tierra,
por la
lágrima que queda en la orilla,
de la
vida, del silencio y la noche.
París de
mi alma,
Eres luz,
y la luz vuelve a la luz.
París
siempre de pie,
para
seguir andando
y seguir
alumbrando el camino,
como
siempre lo has hecho.
París de
mi alma,
constante
amanecer