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::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::EDGAR BASTIDAS URRESTY

El arte narrativo de Kensaburo

"Para pensar la vida de un hombre, es necesario trazar un plan que no se limite a partir de su nacimiento, sino que se remonte a lo más alto aún y que no se detenga tampoco el día de su muerte, sino que se extienda más allá". Kensaburo Oé .
 

El juego del siglo , traducida y publicada en París (Ed. Gallimard, 1985), es considerada por la crítica como la obra maestra del arte narrativo de Kensaburo Oé, y su autor, el más grande novelista japonés luego de la muerte de Mishima y de Kawabata.

Es la novela que le abrió el camino de la consagración internacional - con ella ganó el premio Tanizaki en 1965, y con su cuento Shiiku ( La crianza), el premio Akutagawa. A su brillante producción también pertenecen: Una cuestión personal (1964) novela ganadora del premio Schinchosca, M/T et L'histoire des merveilles de la foret (Historia de las maravillas del bosque, París, Gallimard, 1989, Lettres aux années de nostalgie (París, Gallimard, 1993 ), y varias colecciones de cuentos, producción que suma 20 libros.

El premio Nobel que se le acaba de otorgar no hace sino confirmar su talento y sus calidades narrativas. Pero Oé con mucha grandeza y generosidad declaró que el Nobel era un premio para la literatura japonesa, y que escritores como Kobo Abe o Shohei Ooka también han podido recibirlo.

Nacido en Ose en 1935, pertenece a la llamada generación de Hiroshima, a diferencia de Mishima, que escribió gran parte de su obra antes del apocalipsis nuclear y para quien este tema llegó a ser tabú.

Para Oé en cambio, la bomba significó una experiencia trágica, una caída y mutilación, que marcaron su vida, así como la destrucción del concepto divino del Emperador, por la rendición del Japón en 1945.

Estudió literatura francesa en la Universidad de Tokio donde se graduó con una tesis sobre Sartre, que habría de influir notoriamente en su obra. La literatura japonesa ya había sido señalada como muy cercana a Proust, por su complejidad y subjetividad a lo que no es ajeno Oé. En él se pueden identificar otras influencias: Camus, Kafka, Dostoievski, Dante, Yeats, W. Blake, y sobre todo; Faulkner, de quien se considera deudor.

Rasgos propios

Los personajes y temas recurrentes - el niño o el hijo inválido - evidencian algunos aspectos autobiográficos de su obra, por el caso de su hijo mongol y la tragedia que ha representado en su vida.

Oé ha intentado unir el tradicional simbolismo japonés con el sentido metafísico de la literatura occidental. Su obra, El juego del siglo, especialmente, revela una visión onírica del mundo paralela a lo fantasmal, a lo desconocido, y un estilo metafórico y visionario, como lo ha indicado Gilles Barbedette en un comentario sobre esa novela publicado por La Quincena literaria No.435 de 1985.

El Juego del siglo

Es quizá la novela más autobiográfica. Aparece la figura de un hijo anormal que atormenta a Mitsu, el narrador, e impide toda relación con una mujer alcohólica. La deformación, la enfermedad, el fracaso, la locura, la idiotez y el suicidio hacen que esta novela sea la gran novela de la derrota, del fracaso.

Presenta un juego de dualidades como en Rimbaud (yo, es el otro) y problemas de identidad, que revelan una intención muy postmoderna, si ésta significa la desaparición de la individualidad. No es casual que Oé cite a Poe: "Todo lo que vemos o que parecemos no es más que un sueño en un sueño", cuya semejanza con la apariencia y los sueños de Borges es evidente.

Es una novela psicológica, de introspección, halucinante, de sueños y pesadillas.

Un asunto personal. ( 1985)

El asunto que trata esta novela corta en principio es personal y de incumbencia de una familia pero trasciende. Concierne a Bird por el trauma de su hijo que ha nacido anormal, a Himiko, su amante. Bird vive el drama de haberlo engendrado con toda la carga de culpabilidad: la idiotez, la impotencia, el absurdo de la vida.

Bird, en su condición marginal se debate entre aceptar o rechazar la paternidad, en la posibilidad de una operación del cerebro deformado de su hijo que lo integraría a una vida normal; pero la duda, el vacío, lo precipitan al alcohol. Cuando se dispone a matarlo con la abierta complicidad de Himiko, decide afrontar su drama y descubre que el miedo - un infierno dantesco- ha sido un engaño. Asume entonces el papel de padre con lo que alcanza su libertad. Evélyne Pieillier, especialista en la obra de Oé, hace una breva reseña de esta novela en el No. 453 de la Quinzaine littéraire de 1985.

M/T et l'histoire des merveilles de la foret .
(M/T y la historia de las maravillas del bosque). 1989.

Es la historia épica, antigua, fundadora de su pueblo, que Oé ha conocido a través de su abuela y que él recrea en una mitología.

Al comienzo de la leyenda reaparece el niño, que escucha los sucesos, las hazañas, tomándolas como si fuera un legado propio.

Conoce la historia de El Destructor, héroe y fundador del pueblo, y a Oshikomé, una mujer gigante. Lo que está en juego y hay que preservar es la obra de El Destructor para que se cumpla plenamente.

El niño, ya adulto, vuelve a interpretar la historia y encuentra la pareja formada por el Hombre-niño, llamado Tricker, un duende travieso e inventor que destruye las reglas y costumbres y las renueva, y a la Matriarca, que es la garantía de la continuidad.

Y aquí se sabe que la historia es una autobiografía, pues Tricker es Oé, hijo de la matriarca, que lo ha escogido para forjar la epopeya de su Pueblo, para reconocer y expresar las voces del pasado, del presente y darle identidad.

Oé sabe qué papel le corresponde como escritor, como Destructor, pero la individualidad y la soledad le producen dolor y desarraigo.

Oé, como Hombre-niño, como Tricker, vuelve sus ojos a Hikari, su hijo idiota, su gran dolor, a quien la madre de Oé antes de morir le cuenta la historia del pueblo como lo hizo con Oé. Se repite la fusión, la duplicidad de los personajes, de la comunidad, de los seres para el cumplimiento de la historia.

Las iniciales M/T del título parecen aludir a la Matriarca, a Tricker, a Oé, que antaño corrió tres días y tres noches en el bosque, para resucitar al Destructor.

Esta novela es compleja, da lugar a una confusión de sentido, y para comprenderla hay que recurrir a Evélyne Pieillier, a su trabajo sobre ese libro publicado en la Quinzaine littéraire (París.No.545de 1989 ).

Lettres aux années de nostalgie
( Cartas a los años de nostalgia).

Hélie Lassaigne comenta esta novela, la última en traducirse en Paris (Gallimard, 1993).

Oé, persiste en el juego del doble y se inventa un doble imaginario del narrador K. Chan en quien Lassaigne identifica a Oé y a Kafka. Se llama Hermano-Gii, hace de alter ego, de criminal, de guía de Oé/Kan-Chan en un viaje por los mundos dantescos (Infierno, Purgatorio e Infierno). El escenario de estas historias es el valle de la isla Shikoku donde aparece nuevamente la sombra de El Destructor, obsesiva, amenazadora, que los pone en fuga pero a la que vuelven como atraídos por una fuerza descomunal. Retornan porque es el valle de sus antepasados que Yeats llama país natal y raizal, y porque el otro lado es el mundo de la ciudad, de la prisión donde Hermano-Gii paga sus crímenes.

Como una maldición, en la novela está presente el hijo minusválido, pero tiene el don profético.

Los crímenes según el narrador, no sucedieron como en el juicio con lo que de acuerdo a la interpretación de Lassaigne, la parodia de la verdad y de Hermano-Gii se carga de sentido.

En la entrevista que Oé concedió a Sanroku Yoshida, el premio Nobel declaró que los personajes lisiados y minusválidos de muchas de sus novelas los ha creado para explorar ese mundo y para conocer "1as posibilidades de vivir con esas raras criaturas".

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