FERNANDO CUARTAS
FERNANDO CUARTAS (Colombia, Medellín, 1958). Poeta, editor, ensayista, artista visual, performer. Integra la Planta de Creación de la revista surrealista Punto Seguido, 62 ediciones en papel. Colabora con diversos medios continentales donde se dan a conocer sus poemas y ensayos Agulha Revista de Cultura, Matérika, Puesto de Combate, etc. Ha sido invitado a varios países a encuentros culturales y poéticos. Es fundador de Talleres sobre escritura. Dirige el programa cultural “Taller de Luna”, Radio Universidad de Medellín. Recientemente publicó el volumen poético Calle no calle. Participó en las expos surrealistas Las llaves del deseo, Costa Rica, Cartago, 2016. Y 100 años no es nada, Puntarenas, Costa Rica, 2019. Integra el volumen Barajar la poesía, Surrealismo en Latinoamérica, Alfonso Peña, Art Edition, San José, Costa Rica, Colección El amor por las palabras, Editora Cintra / Arc Edições, São Paulo-Fortaleza, Brasil.
Cuando aparece la técnica del collage, ese arte de “pegar”, según el término francés, tan caro a Picasso, Henri Matisse, Max Ernst, Duchamp, entre otros, se crea algo que podríamos decir estaba ya “creado”, es algo así como un reinvento más apoteósico y genial que algunas prácticas que se tenían en decoración, como los estarcidos sobre muebles o jarrones, algunos dioramas y esculturas en papel, los papeles de colgadura que muchas veces hacían una rara y bella mixtura de capas en las paredes. Esto sólo atendiendo a los principios de recortar, pegar, crear imágenes en superficies; hay algo más allá de todo esto: el collage se fue implementando como un lenguaje de fragmentaciones, yuxtaposiciones, hojaldre poético, principio de destrucción y creación, sentido del asombro, nada lineal, ni convencional. Su lenguaje se incorporó en el cine, en la literatura, la arquitectura, en el videoclip, en la música, la danza y se podría decir que se “pego” a la vida.
Algunos de los grandes del collage han demostrado que el artista no sólo juega con el azar y la inventiva, crea una serie de relaciones entre la iconografía y lenguajes subterráneos, hacen aparecer, lo no dicho, lo guardado en los arcones de la memoria o de los sueños. Nuestro mundo hoy en día está compuesto o descompuesto de cuadros, líneas, redes, afincamientos mentales, rizomas, mundo arácnido donde establecemos relaciones entre la magia, el asombro, los quiebres de lo rutinario, la amalgama de hechos, los empastelamientos de las realidades vividas, en un mundo collage entre lo virtual y lo vivido. Mucho de esto fue descubierto por personas como Richard Hamilton, Kurt Schwitters, Hannah Höch, con fotomontajes que rayaban entre lo político y lo cotidiano, entre lo absurdo y la desnudez de un mundo tiránico y cruel. Raoul Hausmann, con el seudónimo de Der Dadasophe, crea collages a partir de afiches, hace poesía sonora, creando toda una propuesta entre literatura y arte, la vida como un collage. Hay que mirar con asombro las siluetas negras en papel cortado de Kara Elizabeth Waker, con esa carga de feminismo, una estética contestaría pero a la vez de una finura donde danza la vida en un despliegue de sombras y de asombros. Los dibujos intervenidos de Nancy Spero, fascinantes, la propuesta entre un neogótico fantasmal y a la vez una crítica al oscurantismo, a los dogmas que hace Sing Wan Chong Li, desde Chile, con su activismo en el Grupo Surrealista Surreallovers en el sur del Continente Americano.
Todas estas expresiones nos dan un panorama de artistas que han hecho del collage un medio expresivo abundante en metáforas, en entramados y redes que nos muestran “realidades” ocultas, que trasgreden normas, que fabrican “mundos”, que logran hacer algo más allá de un simple acto de cortar y de pegar.
En nuestro continente no dejo de admirar a varios artistas con los cuales he tenido contacto y a los que de una u otra manera se han acercado a ver la vida como un collage.
Sergio Luis González Hernández.
Hermano del crítico de arte y profesor de historia y de teatro, poeta y ensayista y participante del proyecto Punto Seguido. Sergio, era un apasionado del collage desde la capacidad de abrir espacios donde las figuras, muchas de ellas del renacimiento o del arte clásico, las ponía a relacionarse con lo abierto con las geometrías, en un diálogo caustico, ente lo místico laico, buscando lo sacro como un elemento simbólico, entre pliegues, líneas, templos silenciosos, aposentos que flotan en el aire y una soledad inmensa de seres que deambulan por la historia.
Sergio Luis González Hernández, nacido en Zaragoza, Antioquia, un 14 de agosto de 1955, asesinado en Medellín, el 26 de julio de 1990
Fabio Manosalva.
Artista plástico de la misma Universidad donde estudio Sergio, UNAL, allí se conocieron y compartieron algunas veces sus búsquedas estéticas. Ahora vive en Europa pero mantiene una viva correspondencia con Colombia y sus amigos.
Nació en Medellín en 1975. Es licenciado en artes plásticas de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Hizo estudios de maestría en artes visuales en la Universidad Nacional Autónoma de México, y estudios de doctorado en pintura en la Universidad Complutense de Madrid.
Ha realizado exposiciones en Alemania, Cuba, España, Estados Unidos, México y Colombia.
Doctor en Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid y actualmente trabaja como técnico de teatro en el Centro Dramático Nacional de Madrid, España.
Sus “collages” están realizados con una precisión melancólica y dura, son asaltos a la visión cotidiana, permanece haciendo exposiciones y trabajos colectivos sin renunciar a esa impronta particular de su apocalíptico humor.
Manosava ha hecho de su vida una permanente expresión artística, en la técnica de los collages ha creado un archivo de documentos, revistas, folletos, fotografías, que el medio le ha ido aportando, no sólo la prensa y las revistas ilustradas, a él todo le sirve, afiches, cartones, hilos, papeles de colores, es algo así como lo que llamábamos anteriormente “un ratón de búsquedas incontrolable”.
Su obra muestra diferentes facetas del ser humano, posturas controversiales sobre la guerra, la segregación, el olvido, canalizando sentidos de esa gran jungla humana y sus amores y desastres. Su obra es una mediación entre diversas realidades, esa explosión anímica de hechos vividos y momentos sentidos entre el caos y la creatividad. Al artista le tocó recién entrado a la Universidad, 17 años, la época dura del narcotráfico, sus acciones violentas y sus desastrosas consecuencias.
Lector de poesía, de la poesía “nadaísta”, que impregnó un sello semiurbano, una mirada crítica del entorno y un deseo enorme de viajar.
Desde afuera, Fabio Manosalva ve los procesos truncos de paz, las dificultades de nuestro país, Colombia, y dice sentir un dolor que no vale la pena seguirlo, es una angustia que muchas veces la enfrenta con ironía y un sentido del humor caustico y duro.
Ha tenido la oportunidad de hacer portadas para un prestigioso periódico Le Monde Diplomatique, creando lo que él ha llamado “crónicas visuales”, una seria de datos que narran hechos, no en lenguaje periodístico sino como composiciones históricas, encajadas o relacionadas, o cruzadas desde la imagen, como proyecto estético.
Es una multiplicidad de ideas, un tejido o red de sensaciones, que van desde una mirada política sobre los poderes, la economía pero también los afectos y los comportamientos humanos. Su vida no siempre ha sido fácil, ha tenido que cerrar varias veces sus talleres por problemas económicos, pero se las arregla con objetos collages que son instrumentos valiosos que haya a la mano, que proveen materiales que estimulan su creatividad.
Gloria Eugenia Hincapié Zabala.
Nacida en Medellín, 1961, licenciada en Español y literatura, artista plástica, publicando sus poemas en el libro Madame Destino, de Punto Seguido; en 2004 Memorias del encuentro de mujeres poetas, el libro genealogía de los susurros, 2014 Burla y Fervor, Encuentro de poetas en Comfenalco Antioquia 2016 y 2017, el libro entre ensayo y poesía Frida Kahlo o Un Hilo de la Luna, 2010. Ha participado en lo que ella ha llamado Teatro creativo, en talleres con niños y ha hecho exposiciones de sus collages e ilustrado varias portadas de libros con sus obras.
Poeta, pintora y collagista. Estudió Artes Plásticas en Bellas Artes, Medellín, 2009. Es licenciada en Español y Literatura de la Universidad de Antioquia; con una Maestría en Literatura Colombiana, de la misma universidad, 1997.
Un sutil encantamiento, donde paisajes y personas penden de las nubes, sus obras no siempre en formatos grandes se convierten en un preciosismo de imágenes sin sobre cargar espacios, los deja respirar, involucra animales que ella recrea en forma fabulosa, con objetos, hilos, flores, personas en una madeja de escenas que fascinan por su delicadeza y su limpia belleza. Su obra siempre es un cofre de sorpresas, de impecable factura, mezcla de pinturas y de imágenes recortadas.
Abraxas Aguilar Betancur
Estudió derecho, fue catedrático por diecisiete años y Decano de la Universidad Autónoma. Abraxas apunta: “Ya cuando era abogado, político y asesor jurídico, salí y me metí al seminario. Quería ser obispo de la comunidad franciscana.” Comenta que las condiciones ambientales de Antioquia y del campo no le eran propicias. Nació como campesino de machete, del campo y trabajador, donde había que enlazar ganado, que rasar, que trazar. Por un instinto de supervivencia no tomó su decisión de trans-formarse mucho antes.
Se lanzó como candidato la Alcaldía de Medellín, a la Gobernación de Antioquia, dos veces a la Cámara de Representantes y fue también candidato a la Presidencia de la República.
Un ser completamente collage, de procesos de decantamientos que se lanza en proyectos de hacer de su casa un Museo del collage, con finura y a la vez con un caos consabido entre los hallazgos espontáneos y una mirada de lo transforme, de lo que ha hecho de su vida como asaltar lo cotidiano, y crear un mundo donde técnica y hallazgo se yuxtaponen. Un mundo lleno de sugerencias, donde convive imagen y textos, una casa hecha para el asalto de lo sorpresivo. Toda su casa se convierte en un escenario hecho a la medida de sus desafueros y sus búsquedas. Un coleccionista de imágenes que han poblado su vida como un “arqueólogo de hallazgos cotidianos”.
José Manuel Ubé
“Ubé” compone piezas únicas, relámpagos visuales, almas descalzas que se ponen a caminar por nuestra sangre cuando contemplamos su obra.
No obstante, además del collage clásico, también trabaja el arte digital, lo que le permite un juego mayor y la disposición de un material infinito. En ambas disciplinas, este artista turolense se mueve como pez en el agua. Su obra, marcadamente surrealista, se nutre de las viejas vanguardias, la imaginación, un talento inconmensurable y un gran sentido del humor. Amante de la belleza y la estética, su arte fluctúa entre la realidad y el sueño” (texto de Angélica Morales, su compañera), con la que hace libros ilustrados por el artista. Español, con un acento universal, siempre sorpresivo y prodigioso. “Un arte sorpresivo y primitivo, siempre audaz y contundente”, subraya Angélica Morales Soriano. No lo conozco personalmente, pero lo poco que se de él, es impresionante, su capacidad de trabajo, su gran creatividad y unas formas expresivas bastante personales que lo hacen inconfundible.
Nelson de Paula
Tenemos en Nelson de Paula una revolución andando. Forma parte del Movimiento Surrealista del Brasil, podemos afirmar que este artista polifacético ha logrado hacer de su vida un collage. Poeta, músico, actor de teatro, artista plástico, perfomático, donde todo lo combina y lo convida en una magia de aciertos que parece inagotable.
Es una condensación donde la imagen soporta la realidad, misiones imposibles, ruidos del tiempo y visiones de una gran energía. Sus imágenes son revelaciones de mundos prohibidos, lugares insondables, abisales misterios. Podría decirse que vive en una geografía onírica. La poesía como esa “joya fosforescente del abismo”, tal como alguna vez lo expresó Breton. Muchos de sus libros son joyas de arte entre objetos estéticos y arrebatadores textos de ironía y humor profundo, hiriente, locuaz y fascinante.
En dulce Exilio, llega a decir: “En Verdad/garantizo/que todos nosotros/ fuimos definitivamente/ exilados/ a un rincón del paraíso,/ donde la estupidez/ no logra penetrar,/ ni con todo el esfuerzo/ que las legiones de los mediocres/ consiguen hacer/. Parece un egoísmo/ y no lo es/ pero tiene también/ un lado/ de liviana venganza/ de la conciencia/ profanada/ tan cruelmente/ por todos esos milenios/ por las reglas del discurso” un ser que le ha apostado a las fábricas de sueños.
Zuca Sardan
Nombre impugnador de Carlos Felipe Alves Saldanha –Rio de Janeiro–,18 de agosto de 1933. Es poeta, escritor, artista plástico, dramaturgo, músico, su obra está marcada por la irreverencia y la ironía. Uno puede pensar que aquí tenemos algo más que un poeta, una especie de dragón de aventuras insólitas. Entre producción artesanal de libros de poesía, con ese toque de marginalidad e ironía indoblegable. Su vida de viajero, de performatico extremo, de dramaturgo, lo hace un caleidoscopio de presencias en una sola persona. En él no hay linealidades rigurosas, todo se percola, se mezcla, se retuerce, se hace nido y vuelo, sus obras combinan expresiones en portugués, español, francés, alemán, ruso, maya, arameo más los neologismos que de él brotan con una gran espontaneidad y deleite.
Una vida intensa, un verdadero collage de fuerzas intervenidas, en Zuca es recurrente ver “teatro mágico” donde incluye operetas, bailes, canciones, imágenes, no siempre sin un toque de escándalo y de irreverencia cáustica ha publicado ediciones limitadas de algunas de sus obras, cofres bibliográficos, llenos de sorpresas. Su equipaje de viajero está cargado de libros y de obras, más que vestidos y avituallamientos de viajero. Duro contra la oficialidad que otorga títulos y vanaglorias pasajeras. Un poeta a toda prueba, un valioso artista surrealista en la galaxia creativa.
Floriano Martins
Nació el 30 de junio de 1957, en Fortaleza, Brasil. Es poeta, ensayista, traductor y editor. Se ha dedicado al análisis de la literatura hispanoamericana y, en especial, al estudio de la poesía.
En él todo en su vida son atisbos, indagaciones, sospechas, preguntas, una aventura creativa cruzada por los textos y las imágenes. La existencia son actos desfigurados, manchas biográficas, nada permanente, todo en movimiento., la búsqueda de lo insondable.
Desde infancia vivió lo heterogéneo de una biblioteca compuesta por libros clásicos, comics, fotonovelas, revista y periódicos, todo un arsenal de posibilidades expandidas. Su generación coincide con el nacimiento de la televisión, con el cine de barriada, elementos que han servido para hacer ensamblajes en un caótico ritmo creativo. La afluencia de la música, el cine, el teatro, los libros de bricolaje, las estampas, todo esto han sido parte de sus proyectos en una permanente construcción de elementos visuales y literarios.
La misma revista que él dirige, es una Aguja-Agulha (http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/ ), elemento para zurcir, coser, juntar, tejer redes de amistades entre poetas y artistas. Junta diversas realidades, crea sobresaltos, iniciada como revista en papel (Resto do Mundo), ahora virtual, se destaca por ese impacto de sus temáticas múltiples y de sus valiosas propuestas estéticas.
Como bien lo dice en una de sus entrevistas: “Toda la experiencia humana crece por recorte, montaje, ensamblaje, ajuste. La hoja final del poema, algo entre la cámara oscura del fotógrafo y la mesa de edición del cineasta, tiene que ver con este talento para la mezcla en diálogo con la recepción de lo casual. Ninguno de los elementos posee una importancia accesoria”.
Franklin Fernández
Franklin Fernández (Caracas, 1973). Promotor cultural, egresado del Taller de Poesía del Celarg (1999) y Licenciado en Artes Plásticas (2003) por el Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón (actualmente Uneartes, Universidad Nacional Experimental de las Artes).
Es ante todo un poeta que hace arte plástico, hace hablar sus esculturas ensambladas entre lo plástico y lo verbal. Su poesía se convierte en tridimensionalidad, más que poema-objeto. Junta realidades aparentemente disímiles y contradictorias, juega con la ambigüedad de los objetos y crea un lenguaje súbito grandioso. Como si el poeta hace “cosas con palabras”, el artista en este caso hace objetos que nos hablan. No son conceptos yuxtapuestos, son presencias inherentes, relaciones posibles, donde resalta el humor, el erotismo, la crítica a nuestra cotidianidad, mostrando otras alianzas posibles con las cosas. Es todo un maestro de lo real visto desde los
Fusiona ambas posibilidades expresivas, crea un entramado de acciones sobre las “cosas” que toca y les da otra dimensión entre sus manos. Utiliza herramientas viejas, relojes usados, cepillos, llaves, grifería, latas, tornillos, y los convierte en aves o en insectos. Unifica realidades como ya se dijo antes en una mistura entre lo que se ve y lo que provoca. Hay mucha lúdica en él, un arte admirable como un niño que junta el animus del mundo con lo desgarrador de la vida misma. Un alquimista si se quiere, la magia húmeda la seca, el fuego y el frío, libera los conceptos, los rehace, como todo buen poeta lo debe hacer.
Los objetos son “cosas no dichas” escarba y desentraña esos lenguajes escondidos. Una verdadera fábrica de juguetes con inusitada belleza, descubriendo esa rara belleza interior que hay en cada ser fático que nos encontramos a diario. Nos hace pensar que la obviedad no existe mientras cultivemos otras formas de mirar.
Enrique de Santiago
Nacido en Santiago de Chile, 1961. Artista visual, poeta, investigador, ensayista, gestor cultural, curador de arte, con una prodigiosa obra tanto escrita como visual. Su obra está emparentada con figuras tutelares de la poesía en América Latina: Enrique Gómez-Correa, Rosamel del Valle, Ludwing Zeller, con una acción bastante notoria en el Grupo Derrame de Chile.
Su obra es la unidad en lo indivisible, explorando la multiformidad de la vida misma. Un profundo pensamiento que nos lleva a la filosofía como una poética del transcurrir de la vida. La existencia no son líneas y formas, está lo invisible, lo no dicho, el silencio, el vacío, donde lo que no es, está presente y las realidades no son reconocibles a un simple golpe de vista. Su obra poética no raya con su creación artística, se crean relaciones que realzan su pensamiento activo. Es en cierta forma un demiurgo que logra hacer una magia cotidiana con rigor y belleza, formado un personaje que es como un Bachelard americano, o un Bataille que va entre la reflexión histórico-filosófica y la poesía más expresiva y audaz.
Ludwig Zeller
(Río Loa, Calama, Chile, 1 de febrero de 1927, muere en Oaxaca de Juárez, México, 1 de agosto 2019. Poeta surrealista, artista visual, pintor, curador, traductor, propulsor de proyectos surrealistas en el continente americano.
Su obra es explosiva, fuerte, inolvidable. Quizás, herencia de su padre constructor de dinamita en las minas de cobre, más no es un detonante de geologías y de estrépitos andinos. Siempre fue un lector voraz, que lo hermanó con Casanueva, con Rosamel, con Enrique Gómez-Correa, traductor de poesía alemana en nuestro medio. Siempre un vanguardista innovador, un comprometido con la creación y los afectos con artistas cercanos a su experiencias poéticas. Mucho de magia poética tuvo cuando creó La Casa de la Luna, café de artistas, con una convicción siempre renovadora propuso exposiciones de surrealistas y artistas afines.
Un artista muy visual, haciendo del collage poemas y del poema verdaderos collages donde todo se cruzaba y quedaba intervenido. El Callejón de la Luna, en San Andrés de Huayapam, es así mismo su última morada, verdadero collage de imágenes poéticas, laboratorio entre la poesía occidental y la mixtura con lo amerindio.
Tuvimos la suerte de editar algunos de sus collages en la Revista Punto Seguido, causando entre nosotros, la acción de Milagro, una fuerza arrolladora de imágenes que se emparentaban con algunas obras de Max Ernst o de Magritte, pero con su sello personal que lo hacía inconfundible. Ludwig, siempre fue un buscador del asombro, sin caer en efectismos visuales, decorativos ni pastiches. Sus collages y sus poemas, nos dejan un mundo de ángeles incrustados en máquinas, seres alados entre hierros y suplicios terrenales con aureola santa. Un rebelde, que tocaba el arte con sutileza, magia y un inconformismo contra la rutina y la repetición forzada: siempre fue un invicto.
Su padre hacia dinamita, explotaba el cobre, mientras él, el poeta, su mundo era explosión creativa, entre el brazo agitado de los trazos, los papeles cortados y los labios temblorosos, un ojo de huracán se nos ha ido. Libros arte, arte-facto de azar y de asombros. Poemas que abrían caminos solitarios, surrealistas sin techo y sin amparos, libres y lúcidos, sin grupos de un gregarismo chato y blando. Junto con su esposa Susana Wald, fomentó una amistad creativa. Pudo hacer la Casa de La Luna como un espacio de juegos y fascinantes operaciones con la noche. Siempre fue un solitario acompañado, una lúdica sin órdenes ni jefes, un juego perpetuo sin esquemas de rigor, sólo se alimentaba de una estética para dominar los sueños. Poemas gráficos y códigos de vigilia, poemas y palabras vestidas de secretos, audacia de ser un ser que libera lo estanco y lo perdido, un buscador entre los túneles del alma. Queda su obra, esa monumental enciclopedia de hechizos, arte emparentado con la magia cotidiana y el mundo onírico en una permanente duerme-vela.
Sergio Bonzón
Pergamino, Buenos Aires, 1959.
2008 – Licenciatura en Artes Plásticas, en etapa de tesis, Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.
2007 – Técnico Universitario en Gestión Cultural, título obtenido en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Mar del Plata
1990 – Profesor de Artes Visuales con especialidad en Pintura, Escuela de Artes Visuales “Emilio Pettoruti”, de Pergamino.
Un prolífico artista, versátil, que lo conocí, no personalmente, pero si por intermedio de Carlos Barbarito que me presentó algunas de sus obras.
Su obra está marcada por la belleza del instante, el acto creador por excelencia, sin protocolos previos, sabe que s hay ese momento luminoso donde se corre lo que entendemos por percepción y se toma conciencia de otras realidades. Ese “algo sucede” inaprensible en las disciplinas de una lógica aristotélica. El Hallazgo que se evoca, la ebullición de lo impredecible. No se controla todo, ni se crea un arte explicativo, ni series de cosas medibles, ni útiles, sólo el instante desmesurado y lleno de intersticios que de repente nos hablan y nos llevan por laberintos insospechados.
Amirah Gazel
Costarricense, nacida en 1964, entre dos océanos. Pintora, fotógrafa, editora, artista visual, activista cultural.
Durante 25 años vivió en Bruselas; trabajó como coach artística en Francia, Inglaterra, Italia, Bélgica. Confundadora de la Fundación Camaleonart y del Grupo Surrealista Agorart. Desde 1996 colabora activamente con el Movimiento Surrealista.
Su existencia es un mundo onírico, desde su infancia tocaba las cosas para darles otros sentidos. Agujas, lanas, vestidos, broches, telas, maniquíes… Todo en ella es un posible ensamblaje de ideas que las lleva a los objetos intervenidos. Su obra está inserta en un tejido emocional que parte de elementos de sus estudios en publicidad, de los cuales se retira para dedicarse al emotivo trabajo pictórico, junto con acciones surrealistas en su creación artística, donde puede decir que cualquier objeto la habla y lo toma para hacer su obra. Aún con su bagaje de academias de arte y experiencias en exposiciones y encuentros de arte, se declara más una autodidacta, con elementos de psicología, estudios personales en prácticas manticas, talleres experimentales con la infancia, y una vida de creación, experimentación y magia cotidiana.
Ella misma lo afirma: “…está entre dos océanos”, dos prácticas culturales que van desde el oriente de alfombras y de arenas, hasta el trópico centroamericano, impronta que ha logrado acerar su energía, en diversos proyectos. Una verdadera guerrera, con el escudo del amor, huésped de los sueños, dotando la materia de ricas connotaciones entre el humor, la perspicacia, las emociones y su capacidad de hacer de lo nimio algo grande.
Tuve la dicha de recorrer con ella y con Alfonso Peña, varios ámbitos de la ciudad de Medellín, sintiendo esa vehemencia con la que hace sus cosas. Un ojo atento a todo, carteles viejos deshilachados, objetos encontrados, lápices de color, pinturas, cartulinas, todo en ella adquiere otra visualidad, es siempre sorpresiva. Ella misma es un collage. Su rostro parece siempre iluminado por una grata sonrisa, es una figura menuda, pero de una gran fuerza y empeño. Siempre está experimentado: la tijera, el rasgado, la pintura, el estarcido, distintas formas de expresión, haciendo de sus collages un grito, una resistencia, una motivación creativa sin precedentes en artistas que haya visto.
Alfonso Peña
(Costa Rica). Narrador, poeta, editor, artista visual. Ha publicado libros de narrativa, poesía visual, y sus “Conversas”. Buena parte de sus ficciones han sido traducidas al portugués, inglés, francés, etc. En complicidad con la artista Amirah Gazel organizó las magnas expos surrealistas internacionales Las llaves del deseo, Cartago/San José, Costa Rica, 2016; Cien años no es nada, exhibición que festeja el Centenario Surrealista, Puntarenas, Costa Rica, 2019, y que en paralelo fue difundida en un bello catálogo digital (con mi prefacio) en la revista Matérika 15: (http://revistamaterika.com/es_materika_15/Catalogo_exposicion_100_anos_no_es_nada.html )
Vislumbro una relación asombrosa entre la narra/poesía y sus búsquedas plásticas. Ha creado libros-arte, con grabados, técnicas mixtas y collages de fina factura. A propósito, un vivo ejemplo son sus fusiones y trabajos colectivos con artistas como Sila Chanto, Floriano Martins, Zuca Sardan, entre otros. El volumen Paralelo/Centrífugo (Artedition, San José, 2016), trabajado al alimón con Amirah Gazel y con pórtico de Enrique de Santiago, es un espejo de múltiples lunas, en la mejor tradición del automatismo, los cadáveres exquisitos, pero, sin desligarse de su propia experimentación y aporte creativo.
Su vida está comprometida en actos poéticos donde el gesto lúdico, el buceo por lo experimental, sueños convertidos en collages, siempre está bajo la egida de la poesía. Se relaciona como un craqueen mitológico con distintas formas materiales, juegos sensoriales, va desde el pétalo de una flor, el estribo de una motoneta, las pirámides mayas, las esferas de piedra del Sur costarricense, un jade, un colibrí, el chamanismo, y la alquimia… y su misterio antiguo.
Es un collage de collages, la relación vivificante entre el objeto y lo que se nombra como acto mágico. Su inmediatismo creativo, está plasmado de esoterismo, de juegos del lenguaje, de imágenes que siempre llevan un trasfondo, no como acertijos, sino como “algo” subyacente que siempre está por descubrirse.
Existen referencias al jazz, a los atabaques tribales, a los rituales, al mundo prehispánico, a la fiesta y el erotismo, conjugados en un hechizo realzado entre el texto y las imágenes.
Juan Roberto Pacelli Arango Tamayo.
Colombiano, autodidacta, ceramista, escultor en hierro, fotógrafo, escaparatista. Su obra es una magia de objetos expuestos como vitrinas minimalistas, donde muestra escenas cotidianas con un directo humor satírico. Seres enfrentados a dinosaurios de plástico, parados en galletas o sobre un pan. Mares de celofán, barcos de papel que se ven naufragar con dramatismo en escenas que el fabrica, micro exposiciones de la cotidianidad, en juegos que parecen salir del sombreo de un mago de ciudad. Su obra no es muy conocida, pero no por eso carece de méritos. Juega con el vídeo arte, con fotos que van entre la sordidez del mundo y las nostálgicas geometrías urbanas. Lo conocí muy joven, cuando hacíamos revistas muy artesanales, en el municipio de Bello, Antioquia, Colombia. Luego se fue a vivir a España, donde después de muchos años hice contacto con él, haciendo un proyecto lúdico con mi nombre: Las Ferchorías, con frases que parecían aforismos y fotografías de amigos y algunas mías, con características casi coleccionables.
Orlando Flórez
Crea un libro collage. Orlando a su vez, pretende un libro imagen, entiéndase bien, no un libro con imágenes, ideal romántico de los ilustradores, se trata de algo diferente. Runo recorre el vacío, denota una historia que no está fija en escenas con escaletas precisas, es sólo devenir, la idea de un libro cine es más próxima, más no se trata de un libreto. Es un libro de saltos, de escribir en un lugar y terminar acostado sobre el mar, hecho de pliegues del tiempo, de agujeros, de simbiosis, de yuxtaposiciones hojaldres de un mundo sobre otro:
En alguna parte dice que hay que Desborgirar la literatura, Desborgear diría, las Ruinas circulares o el Aleph en otra dimensión, salirse del espejo donde nos situó la cultura occidental. Una literatura escrita con la risa, no tanto con una sobriedad de monumentos. Salir del desierto mítico del escritor omnisciente y volverse evanescente, no tanto espejo como sí despojo, lo que se arroja y camina, lo que se desprende y se hace errabundo. Hay algo de visiones ascéticas y místicas, de magia tronante y versos de demiurgos. Un palimpsesto de voces que murmuran, capas de todas las culturas.
Orlando fue profesor universitario, ejerció una cátedra de cine, pero con ahínco defiende una literatura de palimpsestos, de una visión cinética del mundo, de un orden desordenado de las lógicas, un atributo de poeta cruzado entre filosofías, aforismos, canciones, imágenes del cine y el teatro, donde también participó siendo muy joven.
Luis Enrique Mejía Domínguez.
Antes que un poeta en el sentido de ser constructor de imágenes que sirvan para abrir los laberintos del espíritu y que convoquen lo que llamaría Robert Graves el gran hechizo de la palabra imantada en la Diosa Blanca, es más bien un provocador, el libro está lleno de frases y aún de poesías con una carga de heresiarca filosófico, entre lo religioso y la violencia del lenguaje. Situación que me hace recordar a René Girard, en la Violencia y lo Sagrado, cuando habla del sacrificio como una manera de emular el gasto cruento, de simbolizarlo, de hacer una descarga en lo otro o en los otros, donde el sacrificio antecede al mito, le da sentido y construye dioses. Una puesta en escena para recuperar la magia, donde el ser del que se habla se auto inmola en una ascesis del su ser quebrado, múltiple, abierto, sublimado y sobretodo salido de si para el reencuentro total con una deidad que sólo se puede ver en la carne, hablar con un dios que sólo se manifiesta entre los humanos, crea el milagro, pues la vida misma es un milagro sucediéndose.
Luis Enrique Mejía Domínguez, fue un abogado, viajero entre los sueños, dejando un único libro dedicado a un viaje por la locura. Sabía de artes manticas, la lectura del Tarot, también fue terapeuta, y conoció sus estados psíquicos y sus padecimientos, haciendo de esa autorreflexión una ética de comportamiento.
Su libro collage es un texto sobre la exquisitofrenia, donde crea un mundo fragmentado entre aforismos, textos bíblicos, anécdotas y una poesía hecha de girones de vida.
El recorrido, nos muestra en gran medida a creadores que han hecho de su existencia su vida como un collage.