Ivonne Gordon, la poeta emisaria de las diosas helénicas

 

BERTA LUCÍA ESTRADA ESTRADA
Escritora da Colômbia


Conocí a la poeta Ivonne Gordon (Ecuador) en el Festival Internacional de Poesía de Curtea de Argès (Rumania, 2017); y aunque escuché su poesía atentamente no me acerqué a ella. Éramos alrededor de treinta poetas de diferentes países, Arabia, Turquía, Alemania, Estados Unidos, Irlanda, El Salvador, Bolivia, Portugal, España, Canadá, Colombia, Argentina, Israel, Túnez… y la lista continúa…; así que hablar con cada uno de los poetas invitados no era tarea fácil; ya que como pasa siempre rápidamente se formaron pequeños grupos que de una u otra forma ignoraban a los otros. También es cierto que el tiempo libre para hablar entre nosotros, y para descansar, no era muy frecuente; y por supuesto, también estaba la barrera de la lengua. Debo aclarar que solo hablo español y francés; y como casi todos los poetas se comunicaban entre sí en inglés, pues yo misma me excluí de las conversaciones que se dan en un encuentro como éste. No obstante, dos años después Ivonne Gordon me contactó por las redes sociales; y es gracias a esta herramienta tecnológica que pudimos establecer una relación de amistad y de aprecio mutuo que no deja de crecer y de fortalecerse. Incluso hace poco me envió su libro Diosas prestadas.

Diosas prestadas (Editorial Torremozas, España-2019) es un gran poemario que no solo denota el gran conocimiento que Ivonne Gordon tiene de la mitología griega sino que es un libro feminista, combativo, en el que la mujer –en este caso las diosas del Olimpo- están a la misma altura que el hombre -sus homólogos divinos-. La sociedad patriarcal, y su historia de ignominia y de oprobio hacia la mujer, queda
en esta interpretación de los mitos griegos completamente anéantie; o sea aniquilada. La mujer, con la piel de una diosa, surge de la espuma del mar y se para en la punta de una temible ola; como en El Nacimiento de Afrodita, de Botticelli:

Cada cueva es una habitación nocturna /donde las diosas cuecen / el origen del mundo entre los
mares (poema Cada silencio es un sacrificio)

La mujer –léase diosa- no necesita de lanzas, ni de escudos, ni de gritos temerarios ni siquiera de peános –me refiero, por supuesto, a los cánticos de los guerreros griegos-; ella tiene la fuerza, la entereza, la valentía y el arrojo de ponerse al lado de Zeus -o de sus avatares- o de otros dioses, y mirarlo o mirarlos a los ojos para proponer, aceptar o negar un encuentro amoroso. ¡Qué lejos está de esa mujer virgen, sumisa, abnegada, callada, doliente, sufriente, que la religión católica nos impuso con la figura de la mater dolorosa…! Esa mujer con la que se nos arrebata el derecho al placer sexual y a la libertad; que no es otro que el derecho a SER y ESTAR en la familia, en la sociedad, en el mundo y en el cosmos. No en vano la tesis doctoral de Ivonne Gordon se titula La femineidad como máscara. Tal vez por ello en el poema Ante los ojos leemos:

La desnudez de las diosas revela / la migración interminable //Cada piedra es una palpitación. /Cada
ausencia puebla la geología de los nombres.

La mujer en la poesía de Ivonne Gordon no baja la cabeza, ni se inclina, ni se arrodilla; por el contrario, mira al horizonte y grita: – ¡Aquí estoy! No acepto ni la conmiseración ni la violencia.

Las sacerdotisas se deslizan / predicen el futuro en las hojas secas / mastican coca y alabanzas. // Un pie escucha al otro pie / una mano ofrece a la otra mano / la semilla del sol oculto. (Poema El oráculo).

Y tampoco olvidan a sus antecesoras, a las mujeres-diosas que las precedieron: ¿Cómo decir adiós a las geografías de los pies antiguos?
¿Cómo negar los orígenes? ¿cómo negar el pasado, las tradiciones, los cánticos que nos recuerdan quienes somos y hacia donde nos dirigimos? Las huellas de las diosas prestadas nos indican la senda a seguir, si caminamos sobre ellas evitamos perdernos a nosotras mismas.

Ya los mitos se anteponen a su lengua/ siendo ella el origen de todo origen. /Regresa a guiar el instinto de los mares/ regresa a reinar todas las islas, hondas y silenciosas /que pronuncien el raudal de su nombre. (Poema Ciclada es lo desconocido del Egeo)

Y en La barca eterna de Díone leemos:

Los mitos y la historia tienen memoria anquilosada /sólo la ruta más cierta es la que siguen las diosas invisibles.

Las huellas de las diosas prestadas nos indican la senda a seguir; si caminamos sobre ellas evitamos perdernos a nosotras mismas. Por eso nos recuerda a la bella e indomable Dione nefasta como el viento/fuerte como el fuego del desierto; tan indomable que brota del orgasmo de la primavera; y al mismo tiempo tan frágil que naufraga en las gotas de la lluvia y tan generosa y poderosa que abriga al sol con su piel. Dione es la luna del agua; nos sirve de espejo y de guarida; posiblemente la última guarida a la que aspiramos. Allí donde se refugian Psique, Perséfone y Eurídice:

Psique viaja al submundo, y Perséfone / le concede la belleza en un cofre negro / esculpido por la lluvia.

Y si bien Diosas prestadas es un himno al amor y al erotismo tampoco olvida que en el Olimpo los dioses se desgarran los unos a los otros en comidillas íntimas donde los celos y la venganza son servidos como plato principal o como postre:

Némesis es la emigrada /de las sombras. / Grita el sonido de la venganza / en bostezos de fuego.

La seducción en los ojos de Némesis es un artificio para lograr vencer y vengarse; ella es la llave que abre los cofres del infortunio; los misterios se rinden ante su mirada de hielo; no hay secretos que puedan permanecer ocultos a sus oídos. Diosas prestadas nos recuerda que no todas las diosas nacieron siéndolo, puesto que también están las mortales que recordamos cada día como si fuesen divinidades del Hades: Ariadna y Penélope son solo dos ejemplos de mujeres helénicas que ascendieron al Olimpo; por eso Ivonne Gordon nos dice:

La historia es un mito sin cola, el mito / es una historia sin origen. // La historia /descree los mitos, y los mitos /descreen el tiempo de la historia.

Tal vez por eso, porque los mitos descreen el tiempo de la memoria, es que luego encontramos dos hermosos versos que nos hablan del final de los tiempos:

Todo desaparece en la respiración de la lluvia…..
Desplaza el silencio en las bocas perdidas en el viento.

Diosas prestadas, como ya lo dije, es un poemario feminista que debería leerse en los colegios, para que hombres y mujeres aprendan el concepto de respeto a la diferencia; y que precisamente es la diferencia la que permite que los seres humanos interactuemos los unos con los otros.