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Introducción del Símbolo de la Fe
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Argumento de esta Primera parte |
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Como haya muchos medios para venir en conocimiento del universal Criador y Señor, aquí principalmente usaremos de aquél que el Apóstol nos enseña cuando dice que «las cosas que no vemos de Dios, se conocen por las que vemos obradas por Él en este mundo», por las cuales se conoce su eterno poder y la alteza de su divinidad. Porque como los efectos nos declaren algo de las causas de donde proceden, y todas las criaturas sean efectos y obras de Dios, ellas (cada cual en su grado) nos dan alguna noticia de su Hacedor. Por lo cual seguiremos aquí esta manera de filosofar, discurriendo primero por las partes principales de este mundo, que son cielos, estrellas y elementos, y luego descenderemos a tratar en particular de las otras criaturas, rastreando por ellas la infinita sabiduría y omnipotencia del que las crió, y la bondad y providencia con que las gobierna.
Servirá este discurso (demás del conocimiento de Dios, que es propio de la doctrina del catecismo) para darle gracias por sus beneficios, cuando consideráremos que toda esta tan gran casa y fábrica del mundo crió este soberano Señor, no sólo para la provisión de nuestras necesidades, sino mucho más para que por el conocimiento de las criaturas levantásemos nuestros espíritus al conocimiento y amor de nuestro Criador, mirando que toda esta tan gran casa con tanto aparato de cosas fabricó Él, no para sí (pues ab aeterno estuvo sin ella) ni para los ángeles, que son espíritus puros y no tienen necesidad de lugar corporal en que estén, y mucho menos para los brutos (pues era esto cosa indigna de tal artífice), sino para sólo el hombre. En lo cual verá cuánto este Señor lo amó, y lo estimó, y lo honró, pues tales palacios con tanta provisión de innumerables cosas diputó para él, lo cual declararemos en todo este proceso, mostrando claramente que todas las cosas van enderezadas al uso y provecho del hombre. Servirá también esta doctrina para esforzar nuestra confianza. Porque considerando el hombre cuán perfectamente aquella infinita Bondad provee de lo necesario a todos los animales brutos, por pequeños que sean (como es la hormiga, el mosquito, la araña, y otros semejantes), verá claro cuánta razón tiene para fiar de Dios, que no faltará a la más noble de sus criaturas (para cuyo servicio crió todo este mundo inferior) en lo que fuere necesario para la provisión de su cuerpo y santificación de su ánima. Lo tercero sirve esta doctrina para dar a las personas espirituales materia copiosa de consideración, mirando en las criaturas la hermosura, la sabiduría, la bondad y providencia de su Criador y gobernador. En la cual consideración pusieron los grandes filósofos la suma de la felicidad humana, como luego declararemos. |
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