CAPITULO II - SPECULUM ALCHEMLE 1Los principios De todos Los metales son: la Sal, el Mercurio y el Azufre. 2El Mercurio solo, o el Azufre, o la Sal sola, no podrían dar origen a los metates, pero unidos dan nacimiento a diversos metales minerales. 3Es, pues, lógico, que nuestra Piedra Filosofal debe tener Inevitablemente estos tres principios. 4El FUEGO es el Azufre de la Alquimia; el Mercurio es el Espíritu de la Alquimia; la Sal es la maestría de la Alquimia. 5Para elaborar el Elixir Rojo y el Elixir Blanco, necesitamos inevitablemente de una sustancia donde la Sal, el Azufre y el Mercurio se hallen totalmente puros y perfectos, porque la impureza y la imperfección de los compuestos se vuelve a encontrar en el compuesto. 6Empero, como a los metales no se les puede agregar sino substancias extraídas de ellos mismos, es lógico que ninguna sustancia extraña pueda servirnos, por lo tanto dentro de nosotros mismos tiene que encontrarse la materia prima de la Gran Obra. 7Nosotros perfeccionamos ésa sustancia según arte y es el Fuego Sagrado de nuestro laboratorio orgánico. 8Esta sustancia semi-sólida, semi-líquida, tiene un Mercurio puro, claro, blanco y rojo, y un azufre semejante. 9Además posee esa sustancia dos clases de sal: una fija y una volátil. 10Esta materia prima de la Gran Obra, es el Semen de nuestras glándulas sexuales. 11Con nuestra ciencia y mediante el FUEGO, transformamos esta maravillosa sustancia, para que al final de la obra, sea millones de veces más perfecta. 12Con esta maravillosa sustancia elaboramos el Elixir Rojo y el Elixir Blanco. |