FEDERICO RIVERO SCARANI
Federico Rivero Scarani, 1974, Montevideo-República Oriental del Uruguay
Poemas dedicados a Keidin Yenesca
“LAS ROSAS CUBREN TUS PECHOS COMO DOS ACERTIJOS BAJO LA CRUZ QUE LOS ENCANDILA”
No hubo mano piadosa que enjugara de su rostro el rocío de la muerte…
Te seguiré más allá de la Nube de Oort.
Te seguiré hasta los templos del futuro.
Escalaré peldaños de ónix o de cemento.
Y entre las lunas de Saturno te hallaré
y las canoras lunas de Cúneo
suspendida entre las estrellas del firmamento.
Se muere entre tus manos con óxido, el corazón,
húmedo planeta de emociones…
Sin embargo te amaré entre pirámides milenarias
bajo el cielo enrarecido de Marte
Te desearé como un Cyborg a una flor de baquelita
mientras que Japeto brilla a los lejos.
Exclamaré: ¡Eros, inspiras tan diversos placeres
como los extraños cielos de los exoplanetas!
Tus manos de jazmines venusinos rozarán
mis mejillas quemadas por los soles de Alfa del Centauro.
Y en el vergel que flota en el espacio oscuro
nos amaremos como dos ríos que se juntan
porque tú y yo, somos un poco como peregrinos errantes
en el desierto marciano, y los sueños, espejismos
que avivan nuestra sed sin apagarla, pero por ésta
aún sabemos que estamos con vida…
Manifestaciones sombrías, salvajes, que exhalan
tus cabellos plateados por el astro me inspiran
a seguir buscándote, princesa, más allá
de los planetas exteriores y de la Nube de Oort.
Te deseo tanto
que el cielo
derrama semen de aurora.
De los dioses simplemente somos un resto de nostalgia
y cuando miras el abismo, este te mira a ti.
Te sostuve en el infinito y hasta en el invierno cruel
pasaron los tiempos
y la avenida perfumada nos unió como en un principio
intuiste el desafío
que el amor te predispone
ahuyentaste temores falsos cariños y viéndome
pediste una isla donde ocultarte
de los sonidos agudos de las esfinges.
He cruzado noches cubiertas de iniquidades
He caminado por calles de violentas protestas
he soñado con pesadillas pegajosas embrionarias
Me extasié con licores venenosos selenitas
Encadenado a la soledad bebí largos tragos con ella
Hallé un ángel en el vientre de una mujer
Y supe que fue un regalo divino
Aplasté cucarachas contra la pared y escuché
El lamentos de seres que perdieron el juicio
Me mojaron las tormentas de invierno y estío
Reflexioné sobre la restinga envuelto en espuma y yodo
Besé cien veces y más el crepúsculo vespertino
Lo pinté buscando los colores adecuados a mis emociones
Obligué al llanto y al dolor tajeando con palabras
Corazones almas labios que me dejaron
Fui capitán y náufrago de mi destino
Invoqué deidades imposibles y planté flores sencillas
Nunca el Cielo se encarnizó conmigo
Sin embargo yo lo hice con él, blasfemias, muertes
Cotidianas astillando mi cabeza con vidrios oscuros
He cenado con la locura sentada en mis piernas
Y la injurié y la halagué hata el hastío
Me mordió durante las noches carnívoras
Pero disfruté de sus malvados encantos hasta que
No pude más … casi no puedo más
He charlado con la Muerte metafísicamente
Y me entendía porque sí simplemente
Fumé cigarrillos de gas sarín entre escombros
Y tatué mis brazos con afiches de desaparecidos
He perdido una joya que el mismo firmamento
Desearía poseer para adornar sus estrellas
Igual encontré en el fondo del túnel
De este tren que me lleva por estaciones extrañas
Tu belleza que me esperó con las manos tendidas
Con los ojos de cielo perdido
Y con una voz que obliga a los arcontes a escuchar
He andado por latitudes sureñas
Siendo un engranaje bien aceitado quizás
Pero en el oasis de la vida no te hallé, princesa.
La rosa de tu corazón encadenada entre mis manos a la luz de la luna envidiosa.
Tu mirada me atrae como al moribundo la tumba. Hay algo de lujuria en vos tan sutil como una brisa marina; no te maquillás pero tu piel es blanca como una nube. Estás mal del espíritu, como yo, y por eso me atrae tu frialdad. Tenés la tranquilidad de un maldito y la mirada profunda y perdida a la vez. Me seducen tu cuerpo y tu desequilibrio como a una abeja la flor. Tal vez colecciones esculturas de yeso mutiladas, o peces de color gris; quizás le reces a un dios olvidado, o a un ángel enfermo que olvidó su castidad. Hay algo prohibido en tus acciones, en tu manera de ser, en tu palpitar. Me voy enamorando de esa sustancia vedada que transpira de tus manos y se adhiere a tu voz. Algo de oscuridad te rodea, es posible que sea un extraño deseo de cama, o la íntima costumbre de matar gorriones. Igual me atrapa tu paz de pastillas, tus caderas y algún delirio de lirios enroscado en la escalera de la noche. Sos una flor extraña, una antigua canción cuya melodía viene desde la profundidad del Tiempo. Sos una hechicera tesalia sin quererlo, una ménade tranquila saciada por la sangre de Orfeo; tu perfil es el de una diosa insatisfecha. No hay arrogancia en vos porque tu calma proviene de un agua inverosímil. Te admiro desde lo más profundo de mis crepusculares emociones que sangran como las venas del atardecer.
Tua mirada atrai-me como ao moribundo a tumba. Há algo de lujuria em vos tão subtil como uma brisa marinha; não te maquillás mas tua pele é branca como uma nuvem. Estás mau do espírito, como eu, e por isso me atrai tua frialdade. Você tem a tranqüilidade de um maldito e a mirada profunda e perdida ao mesmo tempo. Seduzem-me teu corpo e teu desequilíbrio como a uma abeja a flor. Talvez colecções esculturas de yeso mutiladas, ou peixes de cor cinza; quiçá rezes-lhe a um deus esquecido, ou a um anjo doente que esqueceu sua castidade. Há algo proibido em tuas acções, em tua maneira de ser, em tua palpitar. Vou-me apaixonando dessa substância vedada que transpira de tuas mãos e se adere a tua voz. Algo de escuridão te rodeia, é possível que seja um estranho desejo de cama, ou o íntimo costume de matar gorriones. Igual atrapa-me tua paz de pastillas, tuas caderas e algum delírio de lirios enroscado na escada da noite. Você é uma flor estranha, uma velha canção cuja melodia vem da profundidade do Tempo. Você é uma feiticeira tesalia sem querê-lo, uma ménade tranqüila saciada pelo sangue de Orfeo; teu perfil é o de uma deusa insatisfeita. Não há arrogância em você porque tua calma provem de um água inverosímil. Admiro-te desde o mais profundo de meus crepusculares emoções que sangran como as veias do entardecer.
La busqué y no la encontré,
se escondió, tal vez, bajo un tul de llantos;
la llamé y sin voz me quedé
temiendo que la soledad
tendiera su manto.
Su presencia traté de atraparla
midiendo el techo
oblicuo y blanco,
que ahogaba las plantas
sus flores y el canto.
Y cerrando los ojos, sin ganas,
rompí el silencio templado,
seguí buscando, tanteando,
husmeando el éter rodeado
de su presencia sin carne
de su vestido floreado.
Extraño su rostro,
su voz de acantilado,
las miradas que tanto dijeron,
sus ojos neblinos
ausentes y alados.
La busco y menos la olvido;
gritan los vasos, laureles y vinos:
¿dónde está la dama perdida?.
¿con otro se ha marchado?,
no, contesté sombrío,
ella es sólo un sueño soñado.
Los dioses te crearon
Te enseñaron
Alguno se enamoró de ti
Otros te envidiaron
Y lanzaron pestes y terremotos
Los dioses no olvidan
Juegan, a veces, contigo hasta marearte
Cambian de forma
Y te seducen
En ocasiones bestialmente
Los dioses te necesitan
Para poder existir
En este universo con lunas.
Se muere entre tus manos con óxido,
el corazón, húmedo planeta de emociones,
ungüentos mágicos de Jericó.
El que sostiene el misterio
y destruye el dogma
es un visionario.
Muchas cadenas. Cadenas innumerables
están soldadas al cielo y al pantano
de los días inciertos.
FEDERICO RIVERO SCARANI