Cinismo rey

 

 

 

 

 

 

 

JOSÉ REPISO MOYANO


Primero, no existe una sociedad más miserable o inmoral o desalmada o insensible o tan ayudante de mentiras o indigna o supracobarde que ésa que no quiere ayudar a quien da (desarrolla o fomenta) razón, ni quiere reconocer lo que cada cosa es equilibrada o racionalmente, ni quiere dejar vivir al fin al aire (al menos) ni a nada.

Bien, en el reino mental del cinismo no existe (ni existirá) un respeto a lo que dice o aconseja la razón, no existe ni cabe un respeto a lo que obliga éticamente a cualquiera a que repare un daño o perjuicio desde una efectuada irresponsabilidad o errónea atención en sus actos y, aun, no existe tampoco un deber de escucharse lo que es moral o ético o cívico o siquiera racional.

Lo que sí existe en el cinismo o en el que es cínico es sofismo, demagogia, falsa honestidad, irracional convencimiento, solapada irresponsabilidad siempre recurriendo a excusas, cruel hipocresía y… falsedad.

En concreto, el cínico está enfermo de individualismo o de egoísmo liberador (de querer desinhibirse), aunque con una gran carga de hipocresía manipuladora con la cual juega como le viene en gana en el centro de la sociedad.

Por eso no se atiene a razones ni a deberes estrictamente morales o éticos, ni se atiene a lo que le ruega el “sentido común” de cualquier responsabilidad común.

El cínico va a su rollo, que es ni más ni menos convencer con irracionalidades o con sinrazones (o sea, siempre con tópicos o con falsas naturalidades) pero ya por una finalidad muy bonita o “irreal” o inmadura que vende (estúpidamente) a los demás. Así es, como un payaso haciendo reír “a la fuerza”.

En fin, como resumen su labor se reduce a MANIPULAR, nada manipula tanto como un cínico, pues no tiene ni mantiene reticencias, ni un “juego limpio” y, ni siquiera, escrúpulos. Así manipula sin frenos, quizás a lo loco.

También, por otra parte, hay corrientes o tendencias que son netamente cínicas: el capitalismo, la competitividad libre, la información libre o sin ataduras racionales (como la prensa amarilla o en obviedad como la gran desinformación de Internet) y ese supremacista sentimiento patriótico que ya imponen todas las “derechitas” mundiales. Apunten aquí a Milei.

En fin, el cinismo es lo que escapa de ser corregido por la razón, busca hacer reír, aplaudir siempre a los más fuertes-opresores, llamar la atención con “lo muy emocional” en su burda simpatía, sí, convencer sobre todo “con infantilismos” porque es lo que, en frivolidad, no respeta de verdad al aire ni a bien alguno.


José Repiso Moyano