ANA ANKA
Muchas veces los diagnósticos psicológicos, se repiten sin saber el significado profundo y sirven más para etiquetar a las personas. Los estudios de casos clínicos se realizan con equipos inter y transdisciplinarios para detectar diversos cuadros, como: el espectro autista, psicosis, esquizofrenia, epilepsia, neurosis y transtornos psicosomáticos, los de atención, hiperkinesis, del sueño, depresiones, en fin, un abanico multicolor que están aumentando con la reclusión de la pandemia.
La pertenencia e identificación a la familia que nos toca no la elegimos, porque fuimos concebidos y nacemos en élla, y luego, somos condicionados en esos marcos de referencia, que a su vez están inmersos dentro de capas, del país al cual se pertenezca y se pueda desarrollar. Del vientre de nuestras madres pasamos al útero socio cultural.
No existen familias perfectas, sin problemas o traumas en su proceso de desarrollo y utilizo el término de las Dinámicas familiares con variantes disfuncionales y evito asociar la disfunción con lo tóxico. Son usados en forma frecuente sin conocer los efectos en las personas.
Las familias disfuncionales son temporales y son menos aversivas, sus movimientos de aguas se nivelan, las tormentas vuelven y se retiran; las olas revientan más en las orillas en ese ir y venir de los procesos cíclicos de las olas y de la vida. Son dinámicas familiares frecuentes y sanas para el fortalecimiento de la psicoemocionalidad.
Decir que las familias son tóxicas, vampiras, implican contaminación, con percepciones segregacionista, donde los familiares se canibalizan y violentan. Escapan o conviven en odios y traumas sin autonomóa ni estima personal. Esto es, apenas la punta del iceberg, un punto deformado y catastrófico familiar que está a punto de ebullición por la reclusión y no es ese Hapeness, que nos han vendido de la familia feliz, donde es casi obligatorio ser feliz y se esconde en una sonrisa ‘’todo está bien’’. Los pensares diferentes se excluyen y la mentira es reina de la dinámica familiar porque esa es nuestra convivencia, es una realidad los sentimientos y emociones contrapuestas, pero eso de ser a juro ser lo que no se siente por siempre, ya no es sano, por el descontrol en cualquier momento de pasar de neurosis a psicosis.
Personas menos reflexivas usan etiquetas fáciles o ‘’diagnostican’’ y tejen al crear el chivo expiatorio, a quien le cargan las culpas o las relaciones traumáticas con la madre, padre al denominarles ‘’castradores’’ y responsabilizarlos de los tropiezos de la prole. Es muy fácil delegar o acusar culpables de nuestros fracasos y entonces por qué los éxitos, casi nunca les agradecen a su familia e incluso, algunos hijos se averguenzan de su familia, cuando éstos son pobres e iletrados.
Al usar más el término disfucional nos damos oportunidades de supervivencia, porque el grupo familiar se percibe en conjunto, un equipo, con diferentes tonalidades y ritmos o mejor dicho, cada individuo con sus diferentes estaciones, yoes, ‘’un mundo’’; en el día se convive con los miembros familiares tan disímiles y hay situaciones que nos pasa a todos ‘’que nadie nos aguanta’’ y ni siquiera uno, a sí mismo. Entonces a quien se le echa la culpa?
Por supuesto que no estamos negando la responsabilidad de la madre y padre en el cuido de la infancia y su gran fuerza en el piso psicoemocional para conformarnos en personas, pero, en la dinámica familiar tenemos dadores de afecto o sustitutos, como algunas tías, abuelas, madrinas, hermanas o tíos. La vida familiar es muy compleja y sencilla a la vez, por los rituales de la convivencia y esto se refleja en la vida de parejas de artistas, de parejas de poetas, músicos o pintores; siempre será conflictiva la convivencia y no es solo por las penurias económicas sino por los estados emocionales y casi patológicos que nos conforma la psiquis de luz y sombra; como por ejemplo padeció, Linda Sexton (renombrada escritora) hija de la poeta Anne Sexton (Anne Grey Harvey, nacida en Boston, Massachusetts, el 9 de noviembre de 1928 y recibió el premio Pulitzer de poesía en 1967), que al ser la primera hija, su madre sufrió depresión post parto y estuvo recluída en sanatorios mentales , la niña fue separada del hogar por malos tratos (protegida por una tía, que la tuvo un tiempo y ésta era una persona fría y distante)
Nos cuenta Linda, que su madre mejoraba y luego recaía, fue peor al tener a la segunda niña llamada Joy, porque sufrió con más fuerza e intento suicidarse. A partir de ese intento lo hizo varias veces, hasta que a la décima consigue el viaje eterno. Linda tenía 21 años. Recuerda que las veladas o fiestas terminaban en agresiones intrafamiliares, provocadas por el transtono bipolar con ataques a su persona.
La poeta Anne Sexton con su poesía confesional, intimista, de angustia emocional, explota la experiencia de ser mujer, madre, ama de casa en una sociedad conservadora, puritana y patriarcal, donde la mujer era ejemplo de ternura, de ama de casa, recatada, sufrida y sacrificada por la familia. Ella se casa a los 19 años y repite el papel de su madre y abuelas, pero la depresión post parto la lleva por otros derroteros y va a retar al sistema con sus poemas intimistas, primitivos, de una crudeza desgarradora, experiencias contadas.. Es a partir de los 29 años, por recomendación de su psiquiatra, que se dedica a escribir sus experiencias íntimas, de separaciones, dolor, retornos, rupturas, amantes, carencia afectiva a sus hijas, de la sexualidad femenina, abortos, mastubación, menstruación.
Linda y su familia, fueron testigos de la lucha de la poeta por sobrevivir, y compartió dos décadas y fue nombrada la albacea literaria. El 4 de octubre de 1974, almorzó con su mejor amiga y editora Maxime kumin, y al volver a su casa de Boston, se puso el abrigo de piel de su madre, se quitó los anillos, se sirvió copas de vodka, y se encerró en el garaje en su carro cougar rojo, encendió el motor para aspirar monóxido de carbono.
La hija mayor cargaba el sentimiento de culpa de haber sido la detonante en la depresión post parto y nos cuenta que se aferró a los momentos imborrables de afecto, cuando la poeta le daba las primeras orientaciones para escribir poesía y le decía con alegría ‘’eres la mejor crítica y la poesía es lo más importante de la vida’’ y estos recuerdos la ayudaron a reconstruir su vida, a través de la escritura y reconciliarse con su madre y aceptar a su familia; con el libro ‘’ Buscando Mercy Street’’, de memorias (Linda Gray sexton, publicado en 1994 y traducida el 2019). Manifiesta sentir un gran alivio y tranquilidad al suicidio de su madre, porque cesó el sufrimiento de la madre y la infancia infernal marcada por el transtorno bipolar, alcoholismo, drogas, sexo, y el desamor declarado a sus hijas, a quienes les gritaba no amarlas, y las castigaba físicamente, como el observar las peleas, masturbaciones de la madre. Nos cuenta que le causaba miedo y terror, que su madre muriera, cuando era muy niña y luego, a los 21 años va a comprender y respetar su decisión, del suicidio. Linda sobrevivió al desarrollar la compasión, la resiliencia para entender y perdonar a su madre. Actualmente es madre de dos hijos varones y escritora. La compleja relación amor odio la pudo exorcizar con la escritura y los recuerdos amorosos de la madre poeta.Tejió y bordó los puntos de los mejores recuerdos, como el de trabajar juntas en talleres de poesía, nos dice: ‘’era cálida,honesta, experta en sus críticas’’, ‘’yo solo quería sentir que ‘’mi madre me había querido de niña,-no que me había odiado’’ .
He matado nuestra vida juntos,- He cortado he cortado
cada cabeza,- con sus tristes ojos azules atrapados en una- pelota de playa,–rodando por separado afuera del garaje,- he matado todas las cosas buenas-pero son demasiado tercas,- se cuelgan.- las pequeñas palabras de tu compañía- se han arrastrado hasta su tumba,-el hilo de la compasión,como una frambuesa querida,-los cuerpos entrelazados-cargando a nuestras dos hijas,- tu recuerdo vistiéndose-temprano,-toda la ropa limpia, separada y doblada,-tú sentándote en el borde de la cama-lustrando tus zapatos con limpiabotas,-y yo te amaba entonces, eras tan sabio-desde la ducha,-y te amé tantas otras veces-y he estado por meses,-tratando de ahogarlo,-presionando,-para mantener su gigantesca lengua roja-por debajo, como un pez.- pero a donde quiera yo vaya están todos-en llamas,-el róbalo, el pez dorado, sus ojos-amurallados flotando-ardiendo entre plancton y algas marinas-como tantos otros soles azotando las olas,- y mi amor se queda amargamente-brillando,-como un espasmo que se niega dormir,- y estoy indefensa y sedienta y necesito una-sombra-pero no hay nadie para cubrirme-ni siquiera dios. (Divorcio) Anne Sexton.