Hay obras que desafían todo "ensayo de explicación", que resultan incómodas de ubicar en las historias de la literarura. El tomo que lleva el título "Obras Completas de Lautréamont", con sus dos partes todavía contradictorias para la crítica (I: Maldoror; II: Poesías), constituye una constante provocación. La obra de Alfred Jarry (1873-1907), a pesar de facilitar aparentemente más asideros al análisis, no es menos peligrosa y desafiante. Y eso quizás a causa de su propia multiplicidad, que el comentarista finge unas veces ignorar y otras -la mayor parte- ignora realmente. En efecto, hasta la aparición de sus Obras Completas o, más precisamente, hasta la fundación del Colegio de Patafísica, Jarry se ofrecía al lector desaprensivo como un personaje pintoresco, autor en su adolescencia de una farsa que habría de alcanzar cierta fama en los primeros años de este siglo: "Ubú Rey".
Identificado muchas veces con su propio personaje, acusado por algunos de haberse apropiado de una farsa si no colectiva al menos ajena a su pluma, Jarry, como el aduanero Rousseau, se hallaba confinado en la leyenda y en la incomprensión o la adversidad de sus contemporáneos. Ambas cosas parecen aunarse en André Gide. Hacia 1925, en "Les Faux-monnayeurs", nos pinta a Jarry de esta manera: Vestido como un tradicional Gugusse de hipódromo, en él todo olía a apresto; sobre todo su manera de hablar, que imitaban a cual mejor varios "Argonautas", marcando las sílabas, inventando extrañas palabras, estropeando extrañamente ciertas otras; pero en verdad sólo él era capaz de obtener esa voz sin timbre, sin calor, sin entonación, sin relieve. La intervención de este personaje en la novela se reduce a la ruptura de una botella contra el marco de una ventana... Quince años después, Gide no había progresado gran cosa en la comprensión de Jarry. Reconocía, es verdad, que los diálogos de Ubú con Achrás y con su conciencia son una extraordinaria, incomparable y perfecta obra maestra, pero su autor seguía siendo ese Kobold de rostro enharinado, vestido como un clown de circo y representando un personaje caprichoso, artificial, resueltamente ficticio y en el que nada se mostraba de humano que ejercía en el "Mercure", en esa época, una especie de singular fascinación (1).
Dos años después de su muerte, Apollinaire había publicado en "Les Marges" (2) un artículo lleno de simpatía hacia Jarry pero sin hacer casi referencia a sus obras. Hubieron de pasar diez años hasta que André Breton, por aquella época estudiante de medicina, redactara para "Les Écrits Nouveaux" (3) el primer estudio de conjunto sobre la obra de Jarry. A pesar de su brevedad, este artículo testimonia, por parte de su autor, el conocimiento y la justa valoración de casi toda la producción jarryana -lo cual no era poco decir en 1919. Durante las décadas siguientes aparecieron algunas biografías del creador de Ubú (firmadas por Rachilde, Paul Chauveau, Ferdinand Lot), pero casi siempre compuestas bajo el signo de lo pintoresco y lo fabuloso. Sin embargo, la persona de Jarry se tornaba cada vez más inquietante.
En 1948, ante el anuncio de la aparición de sus Obras Completas, quien se hubiera dejado preocupar por el personaje fabuloso o por los fragmentos de sus libros que hubiera alcanzado a leer, podía confiar íntimamente en la próxima revelación de los misterios que se ocultaban bajo ese nombre y esos títulos. Pero su confusión no habría de disiparse fácilmente en presencia de los ocho lujosos volúmenes de la edición helvético-montecarolina (4): por el contrario, es precisamente la confusión quien reina en ellos. En primer lugar, el título de tales volúmenes no corresponde a la realidad que brindan: faltan textos íntegros y otros se hallan amputados; luego, hay títulos cambiados ("Les Jours et les Nuits, journal d'un déserteur", en lugar de roman ), las erratas abundan, los prólogos sobran (a causa de su inepcia), las referencias bibliográficas se reducen a indicar la procedencia de algunas "Especulaciones" y crónicas literarias y artísticas. Por fin, las diversas obras se hallan distribuídas al azar, sin ninguna ordenación cronológica o ideológica. Lo grave de todo esto es que tales errores son casi irreparables, pues no es posible pensar, al menos por mucho tiempo, en una nueva edición en la cual todo o casi todo debiera ser rechecho. No habremos de hacer la crítica detallada de esta edición: el lector curioso la hallará, definitiva, en el Nº 33 de "Critique", firmada por Maurice Saillet. En cambio convendría sugerir a los editores la publicación de por lo menos dos volúmenes en los que se tratara de corregir los errores y los olvidos y que, como reparación, serían ofrecidos gratuitamente al comprador de los ocho tomos anteriores.
Por supuesto que tal indemnización de daños y perjuicios es inimaginable. Lo que nos importa comprobar aquí es que aún después de entrar en posesión de la mayor parte de las obras de Jarry, tales obras no nos entregan las revelaciones que esperábamos. Cierto es que disponíamos, a partir de entonces, de textos que habían desaparecidode las librerías desde hacía muchos años; cierto también que teníamos una demostración del talento desmesurado y de la fecundidad del autor -muerto a los treinta y cuatro años- que nos preocupaba. Pero era evidente que todavía se imponían precauciones especiales para la interpretación de esa obra aparentemente tan confusa. Tales precauciones, tales instrumentos, no es posible hallarlos fuera de la patafísica.
Así, pues, fue necesario que en 1949, y en vista de una necesidad que se hacía sentir generalmente (5), una corporación de técnicos se constituyera en Colegio, para mayor gloria de Jarry y de la patafísica. Más adelante nos referiremos a la ya considerable obra de este Instituto; aquí, pues no es posible demorarlo, conviene responder a la pregunta: ¿Qué es la patafísica? Si su definición no surgiera con toda claridad de las "Spéculations" o del resto de los "Hechos y opiniones del Dr. Faustroll", nos bastará recurrir al capítulo VIII de este libro para hallar una, de la propia mano de su creador:
"Un epifenómeno es lo que se sobreañade a un fenómeno. La patafísica, cuya etimología debe escribirse [VER FIG. 2]... es la ciencia que se sobreañade a la metafísica, sea en ella misma, sea fuera de ella, extendiéndose más allá de ésta tanto como ésta se extiende más allá de la física. Ejemplo: siendo a menudo el epifenómeno el accidente, la patafísica será sobre todo la ciencia de lo particular, aunque se diga que no hay sino ciencia de lo general. Estudiará las leyes que rigen las excepciones y explicará el universo suplementario de éste; o, menos ambiciosamente, describirá un universo que puede -y quizás deba- verse en lugar del tradicional, ya que las leyes del universo tradicional que se ha creído descubrir son también correlaciones de excepciones (aunque más frecuentes), o en todo caso correlaciones de hechos accidentales que, reduciéndose a excepciones poco excepcionales, no tienen el atractivo de la singularidad.
Definición. -La patafísica es la ciencia de las soluciones imaginarias que acuerda simbólicamente a los lineamientos las propiedades de los objetos descriptos por su virtualidad (6).
A través de los textos en que se manifiesta, esta ciencia aparece como un modo de apreciación de los fenómenos naturales y humanos basado fundamentalmente en el análisis de la irracionalidad concreta de tales fenómenos y practicando a la luz del humor crítico y del azar. El razonamiento patafísico descubre que todo fenómeno es individual, defectuoso. El análisis de la patología fenoménica, es decir, de los síntomas no observados por la ciencia a causa de la adscripción inmediata del fenómeno a la generalidad, conduce en último término a la entronización de las leyes que rigen las excepciones y a una metodología de lo particular que podríamos llamar análisis infinito (7). Todo fenómeno, aún el más elemental, resulta patafísicamente inagotable y tolera una serie infinita de operaciones que, en sí, constituyen el fin mismo de esta ciencia. Marcel Duchamp, el más brillante patafísico contemporáneo, ha observado que "la realidad posible" se obtiene distendiendo un poco las leyes físicas y químicas (8). Gracias a esta distensión y por medio de la operación de "separación" descubierta también por Duchamp (9) y cuya manifestación más importante son los "ready-mades", habrá que partir para obtener la "solución imaginaria" de todo problema y el acceso al "universo suplementario". (Puede observarse que en este punto, como en muchos otros, las investigaciones y descubrimientos de Jarry coinciden con las más vitales intenciones del surrealismo. Breton, Duchamp y Péret, no han dejado de declararlo expresamente.) Resumiendo, la patafísica es la fenomenología del monstruo (10). En la práctica, constituye una crítica de las costumbres capaz de sustituir con ventaja a la moral: la vida anecdótica y legendaria de Jarry, por ejemplo, cobra desde este punto de vista un aspecto totalmente distinto del que festejan los cronistas de lo pintoresco (11).
La historia de la patafísica no ha sido siquiera esbozada. Sin embargo, "Les Enfants du Limon" de Raymond Queneau proporciona datos inapreciables sobre su prehistoria. Debe entenderse que todo patafísico anterior a la Era Patafísica (que comienza el 8 de septiembre de 1873, fecha del nacimiento de Jarry) será considerado como un patafísico involuntario, mientras que aquellos que son posteriores a Jarry, son patafísicos en general conscientes. Hay, por supuesto, brillantes excepciones: Raymond Roussel, cuyas invenciones y procedimientos verbales son patafísicos por excelencia, ignoraba seguramente a su genial contemporáneo. Dentro de la era de la patafísica, han hecho uso más o menos consciente de sus métodos: Jacques Vaché ("Lettres de guerre"), Arthur Cravan (revista "Maintenant"), Marcel Duchamp ("La Mariée..." -caja de documentos), Julien Torma ("Euphorismes"), René Daumal ("La pataphysique et la révélation du rire", "La vie des Basiles", "Pataphysique des Fantômes, etc. -artículos reunidos en "Chaque fois que l'aube paraît"), R. Queneau ("Petite Cosmogonie Portative", "Philosophes et voyous", etc.), Eugène Ionesco ("La Cantatrice Chauve" y todo su teatro), S. Dalí (interpretaciones paranoico-críticas), etcétera. Por otra parte, la patafísica involuntaria aparece con frecuencia en las revistas parroquiales y muchas veces en los textos científicos contemporáneos; vestigios patafísicos pueden hallarse en Lutero tanto como en Santo Tomás de Aquino o en Pío XII. En el dominio de las máquinas nuestra ciencia parece tener un prometedor futuro. Considérense, por ejemplo, las máquinas del inventor de Los Angeles, Lawrence Walstrom: una de ellas, compuesta de unas 700 piezas, funciona a la perfección, pero no sirve absolutamente para nada ; otra -una máquina de calcular- se descompone en cuanto se le pone en marcha. Sin duda, tales invenciones hubieran sugerido a Jarry brillantes "especulaciones"; en efecto, no son pocos los mecanismos y organismos críticos que figuran en sus libros: máquina de pintar ( Faustroll ), bastón de física -útil para la demostración práctica de la identidad de los contrarios-, caballo de phynanzas (ciclo de Ubú), dinamómetro "hembra", máquina amatoria ( Le Surmâle ) y por fin el más famoso de todos: la máquina de descerebrar, instrumento de gobierno de Ubú. Es lícito imaginar que la "máquina de gobernar" (pueblos), ambición última -y utópica- de la cibernética, no será sino un modelo hiperperfeccionado de aquélla y que su inventor la colocará, al lado de la ENIAC, la ACE y la EDSAC, bautizada con el nombre del ilustre ex rey de Polonia y Argón, UBÚ...
La cuestión del humor, que toda obra de Jarry plantea indefectiblemente, debe ser considerada con sumo cuidado. De Ubú a Faustroll, ese término mantiene una constante labilidad semántica. En efecto, teatro mirlitonesco, novela erótica, novela neocientífica, son géneros que no admiten igual tratamiento humorístico. En todo caso, la definición exacta del humor jarryano no puede ser otra que la que subyace en la definición misma de patafísica. André Breton ha logrado una interpretación de gran verosimilitud psicológica, en la que los dos extremos pseudonómicos de Jarry (Ubú-Dr.Faustroll) dejan de contradecirse. En cuanto al Colegio de Patafísica, no se ha expedido aún definitivamente sobre este asunto.
¿Convendrá, con la sola posesión de estos datos, emprender aquí el análisis de las obras fundamentales de Jarry ("Minutes de Sable Mémorial", 1894; "Les Jours et les Nuits", 1897; "L'Amour Absolu", 1899; el "Faustroll", publicado cinco años después de su muerte)? No disponemos de espacio suficiente y nos interesa mucho hablar del Colegio de Patafísica, para que quien se sienta inclinado a la interpretación patafísica del mundo y aún lo ignore (al Colegio) se ponga en comunicación con su Proveedor de Phynanzas (12) y se procure de este modo los dispositivos necesarios para la inteligencia de Jarry, de ese universo cuya definición procura y, por fin, de los "suplementos" de éste.
El Colegio fue fundado, luego de largos cabildeos, el 1º de Descerebramiento del año 76 de la Era Patafísica (29 de diciembre 1949), en París, y colocado bajo la advocación del Dr. Faustroll. Su Magnificencia el Vice- Curador-Fundador, Dr. I. L. Sandomir, pronunció la vibrante arenga inaugural, que fue seguida de la primer "Lección de Aparato" a cargo del señor Jean Hugues Sainmont, Proveedor General Adjunto y Rogador del Colegio. De esa lección extraemos el siguiente párrafo, que dará una idea de cómo encararía en adelante sus trabajos el Colegio:
Sin duda alguna -pues es ilimitación-, la Patafísica no podría limitarse a Jarry; pero ésto no autoriza a pensar que pueda despreocuparse de Jarry. Y si es cierto que una infinita multiplicidad de caminos se abre a las miríadas de patafísicos posibles, sería sin embargo descabellado pretender aprehender el quid proprium de la Patafísica sin recurrir a Jarry. Recíprocamente, sería muy imprudente, y la experiencia lo ha demostrado cruelmente, intentar la exploración de Jarry sin el socorro de la luz patafísica (13).
No hay empresa a la que se halla consagrado el Colegio que no responda a este precepto fundamental; por lo tanto no ha limitado sus investigaciones a la obra de Jarry; allí donde brilla un destello de luz patafísica, allí donde es necesaria esa iluminación, el Colegio de Patafísica se halla presente. De esta manera el Colegio se ha preocupado por los autores contemporáneos de Jarry y por algunos autores de las generaciones siguientes que, ignorados o mal conocidos hasta el presente, han sido promovidos a la gloria (la gloria patafísica): Julien Torma (1902-?), Eugène Ionesco, etc.
Para que los trabajos a emprender tuvieran la garantía del orden científico y la sabiduría tradicional, la distribución de las jerarquías y de los cargos administrativos fue establecida con todo rigor. Los títulos están tomados, en general, de la nobleza de Polonia, patria de adopción de Ubú. El Vice-Curador Inamovible (el Curador es el propio Dr. Faustroll) es asistido por un Rogador y los titulares de las Cámaras Administrativas de la Rogación (Proto y Deuterodatarios); viene inmediatamente el Cuerpo de Proveedores (9 miembros) y luego los Regentes (actualmente 32), que tienen a su cargo las Cátedras del Colegio, a los que sigue un Cuerpo de Sátrapas, cuyo plenum es de 33 miembros (actualmente 23). El Conventículo Elector se reúne en caso de acefalía, la Pospólita Castigatriz es una especie de Santo Oficio, y como la Comisión Extraordinaria de Anagnostas Calificadores -presidida por un Apocrisario-, se reúne ocasionalmente. Hasta aquí las autoridades (Optimates); en cuanto a los miembros, se clasifican en enfiteutas, reales (auditores o corresponsales) y aparentes (íd.).
Para dar una idea de la múltiple actividad del Colegio, he aquí algunas de sus Cátedras: Teorética Circular y Circuncirculatoria (Regente: E. Ionesco), Haliéutica Literaria y Figurada (Jean Loize), Doxografía y Doxodoxia Rousseliana (Jean Ferry), Clínica de Retóricogonosis (Noël Arnaud), Trabajos Prácticos de Descerebramiento (R. Cornailles), Pornosofía Mediata e Inmediata (Jeanne de Valsenestre), Cefalorgia Aplicada (F. Caradec), Cocodrilología, Mecánica Estética, Náutica Epi e hipogea, Velocipedia, Onirocrítica, Pompagogia y Pomponerismo, Grafopatología comparada, Trabajos prácticos de heráldica, celtología, esgrima, tarots, alienación mental, patología matrimonial y mayéutica, máquina de pintar, necrobiosis experimental, alcoholismo, etc., etc.
Entre los primeros trabajos del Colegio se cuentan el establecimiento de un Calendario de trece meses ( Absolu, Haha, As, Sable, Décervelage, Gueules, Pédale, Clinamen, Paloetin, Merdre, Gidouille, Tatane, Phalle ) y de los Estatutos. Ontológicamente establecido, no tardó en dar muestras de su existencia: ha editado ya tres series de publicaciones, es decir: 12 números de los "Cuadernos" y tres series de cuatro publicaciones internas (para uso exclusivo de sus miembros), además de varios inéditos de Jarry en ediciones de lujo de tiraje muy reducido. Cada cuaderno normal está dividido en las siguientes secciones: Textos Canónicos (inéditos de Jarry, Allais, Nouveau, Torma, Jacques Rigaut, Queneau, Prévert, Artaud, Daumal, E. Satie, A. Cravan, Lacenaire, Ionesco, etc.), Estudios técnicos (patafísica pura y aplicada), Gabinete Crítico, Parte Oficial (informaciones sobre la vida del Colegio) y Folletín ("Les Fils d'Ariane" -Ariane Masseur-, roman-fleuve-digest en 9 épisodes , por Jean Marvier). En general, cada número está dedicado a un tema especial: el Nº 3-4 está consagrado al "problema de Ubú", el 5-6 a "la patafísica y la época simbolista", los Nos. 7 al 9 a Julien Torma, E. Ionesco y los escritores "al margen del surrealismo", el Nº 11 a la "sabiduría de los pueblos", el 12 es un "deber de vacaciones"
Dos números excepcionales de "Viridis Candela" son el 2º, que contiene los "Comentarios para servir a la construcción práctica de la máquina para explorar el tiempo" de Jarry, y el Nº 10, obra casi exclusiva del inquieto y enciclopédico Rogador del Colegio, Jean-Hugues Sainmont: "Exposición Jarry". La "Expojarrysición", realizada en la Galerie Jean Loize en mayo-junio 1953 y su Catálogo constituyen hasta el momento (pues el largamente postergado Nº Faustroll puede superarla) la manifestación más importante del Colegio. Tanto, que llegó incluso a provocar algún rozamiento -cierto que sólo formal- entre sus autoridades. La muestra reunió 533 piezas de fundamental interés para el conocimiento de la vida y la obra de Jarry, de las cuales las 145 primeras se vinculan de una u otra manera al "Faustroll" (entre ellas el manuscrito original). En cuanto al Catálogo, verdadera Suma Jarryana, constituye desde su aparición un instrumento indispensable y probablemente definitivo para toda lectura provechosa de Jarry.
Consideremos también algunas de las publicaciones internas: la "especulación" de Jarry sobre "Les Nouveaux Timbres", ilustrada con las auténticas estampillas de que se ocupa el autor (308 ejemplares), la "Oraison funèbre de Mélanie le Plumet", impresa en letras doradas sobre papel negro (1ª ed.: 20 ejemplares; 2ª ed.: 200), la colección "Euterpe & Polyhymnie", que recoge la música de las piezas de Jarry, el magnífico "Calendario Perpetuo", un inédito de Daumal: "Le Catéchisme", un homenaje a Frank-Nohain seguido de sus ""Perceptions Extérieures", etc. La diversidad de formatos, papeles y tipografía, la rareza de los textos y sus reducidos tirajes harán de estas publicaciones, en breve tiempo, piezas de extraordinario valor para los bibliófilos.
Pero las actividades del Colegio no se reducen a las lecciones de Aparato y a la publicación de una revista de alto interés científico y de pequeños libros de gran bibliográfico. Transcribamos, como ejemplo de las manifestaciones secundarias del Colegio, esta noticia, tomada del Nº 11 de "Viridis Candela": Por orden de Su Magnificencia y como resultado de una intensa y mutiforme actividad, el Colegio ha podido organizar en Londres, bien conocida capital del Reino Unido, el 12 de Merdre último (2 de junio 1953), grandiosas fiestas para celebrar la Natividad de Donatien-A.-François, conde de Sade (llamado el Marqués). Presididas por S.M. la Reina en persona y su gracia el Arzobispo de Canterbury, comprendieron un gigantesco desfile y un Solemne Servicio en la Abadía de Westminster.
Permítasenos vincular, a modo de conclusión, la Patafísica con el budismo Zen. Si preguntárais a un maestro zen-patafísico: "¿Cuál es el verdadero sentido de la frase sobre el cocodrilo?" se echaría a reír y os golpearía varias veces con su bastón de física. No existe verdad fuera de la experiencia patafísica.
La patafísica es la ciencia...
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