Estamos a cinco años del fallecimiento de un notable creador, el más luminoso entre los artistas surrealistas, quien deja, junto a una abundante producción pictórica, lúcidos escritos que aportan a la comprensión de hechos experimentados por la humanidad.
La era de Matta estuvo cargada de acontecimientos y su presencia fue como la de una luciérnaga. Su obra es un acto de estallidos clarividentes. La historia se observa por él desde su micr-ojo, aquél del artista buscador de lo esencial. Nos habla de aquello que el hombre suele dejar como último recurso: la poesía.
Muchas de sus obras fundamentan ideas que vibran perpetuamente; una pintura de Matta es un laberinto donde se superponen constantes analogías. Es como el propio Matta define el acto del “vitrail”, todo un ojo, un cuerpo transparente. Una de sus Pinturas a la que quiero referirme es: “Un poeta de nuestro conocimiento”. Es una de las obras claves en la creación de Matta; ella aparece en momentos particulares de su vida, bajo un sentimiento complejo y contradictorio. Fue una época intensa para Matta. Se encontraba en Nueva York desde 1939; había pasado algunos años seduciendo con sus ejecuciones automáticas y entre 1944-45 surge esta figura pintada, inventando un ser mitológico nuevo, el “Poeta”. En algunas publicaciones figura como titulo “A André Breton”. Fue un retrato dedicado al poeta más profuso, de quien aprendió el sentido “orgánico” de la Poesía. Fue en las más singulares reuniones y convivencias surrealistas, tan frecuentes e intensas en los cafés de Paris o en provincia, que la idea de la poesía se alargaba, crecía cada vez más en una osmosis que tocaba a cada uno del grupo de amigos de Matta; escritores, músicos, pintores o poetas, todos se vinculaban o mezclaban con la poesía. Cada uno, una vez en lo suyo, aplicaba lo adquirido; es lo que hizo diferente la creación surrealista en los momentos de Breton. El propio Matta cuenta.que era André, como le llamaba, quien se ocupaba de provocar los encuentros, el clima perfecto, la atención y disposición de todos a una dinámica surrealista, sin que por ello todo se centrara en él. Breton era una especie de vector, según Matta, capaz de movilizar las ideas entre unos y otros, creando también interrupciones para poner el humor sorpresivo, a fin de quitar seriedad a esas conversaciones que eran muy profundas.
Fueron sin duda esos años y esa atmósfera ideal lo que ayudó a generar esos grandes alborotos y movimientos en la pintura de Matta, tan cargados de significación, en que la historia y las mitologías dieron forma a este “Poeta”: ser antropomorfo que encarna el pasado y el presente del Hombre. En esta figura o representación están todos los poetas que han transitado a lo largo del tiempo, fundidos en una imagen. Él busca graficar este ser único que podría estar presente en todos, en el gesto más primitivo, pero que generalmente duerme en cada cuerpo humano, hasta que algo lo despierta; es el acto de la poesía que toma forma Queda claro en el mensaje de Matta, que para penetrar en ello, se debe ser un iniciado. Es lo que adquirió de la vivencia surrealista. Su estado de frenesí lo inundaba todo; su actitud hacía de él un provocador esencial; cualquier tipo de censura, incluso aquella que se exigen o se ponen algunos poetas, para él, era negar la poesía, por lo que su acto, como el propio Matta lo indica, busca la emancipación del instante, una ruptura con la realidad y las ancladas ideas morales que hacen un discurso estético. Es en esos términos que Matta plantea “La pensée poétique” como una libertad plena de acción… Observamos que lo que señala Matta tiene que ver con un conocimiento nuevo; la razón y la educación formal han privilegiado lo deductivo como método de reflexión directo, real, concreto. En ese pensamiento no se incorpora la idea de movilidad ni tránsito. En el pensamiento de Matta está lo inductivo, el transito libre de las ideas que parten muchas veces en diversas e infinitas direcciones. La riqueza de este “pensamiento poético” es que enlaza la vida interior y aquello que se entiende como real; es multiplicador, pues rescata lo “ausente”. Para decirlo en palabras de Matta: “La imagen interior, para lo real que uno controla, corresponde a la mujer a quien uno ama antes de conocerla. Todo el acento de la acción poética se basa en esta divinación”. Su discurso poético va más allá del lirismo, se expresa en sus ideas aplicadas en su pintura, dibujos, escritos y discursos, realizado en conexión al “Automatismo” (heredado de médium) y a su propuesta “La morfología sicológica” (1938), que van así en el transito de sus ideas. Matta prepara, a manera de pauta, un discurso bajo el titulo de Infra-realismo. Había sido invitado al Congreso Cultural de la Habana - esto fue en el mes de diciembre de 1967 y enero de 1968 -; para tal ocasión Matta recurre a esta obra suya, mitológica, de un poeta “El poeta de nuestro conocimiento”. ¿Qué mejor para él encarnar su personaje mitológico, el cual se permite lanzar dardos de iluminación; como lo hicieron otros creadores en su tiempo, con su pensamiento poético (Leonardo, Sade, Rimbaud, Lautréamont, Marcel Duchamp…) frente a la inmovilidad histórica. Matta lo comenta muchas veces: aquello que interesaba a Breton era los “grandes transparentes”… “En la época de Descartes, las posibilidades de concebir al ser humano como un tejido de energías, de luces y de pulsiones eran mínimas. Hoy podemos concebir una imagen del ser mucho más transparente”. El sentido vidente de Matta se expresará más tarde en los acontecimientos de Mayo del 68 Francés, en los cuales estará presente activamente y junto a él sin duda la imagen de Breton, pues es la herencia del pensamiento poético que toma adquiere forma de acción en esta insurrección juvenil que toma por asalto las universidades, las instituciones y las calles de Paris. Es en el mes de Mayo que irrumpe la poesía como un acto desacreditador; es el sentido libertario de la poesía. La dimensión que tiene este acontecimiento es que pone por primera vez la acción de la poesía ante la política, dejando claro así su función social: ver en transparente e iluminar ahí donde se ha instalado la oscuridad. A propósito y regresando a Matta y su encuentro Cubano, Jean Schuster comenta: “él me había comunicado la copia (… de las notas de su discurso…) antes de partir a Cuba, y yo tuve el deseo de hacer jugar sus notas en relación a lo que ellas podrían provocar como expresión subjetiva de mi parte”. Es así que Schuster escribirá y publicará más tarde una pequeña edición bajo el titulo “Développements sur L’infra-réalisme de Matta” en Ediciones Eric Losfeld, 1970. En este libro parte de las pequeñas notas de Matta para jugar en el placer que las ideas provocan, alargando y explicitando sus significados a la manera surrealista del juego. Estando en el congreso en Cuba su discurso apunta a la necesidad de construir un pensamiento poético, único y capaz de atravesar el vidrio (el Grand Verre de Duchamp) en un pasaje de ir y venir extremadamente útil para la comprensión de la realidad, todo esto hecho por un “Poeta del Conocimiento”, que. como lo señala Matta en esta pauta-escrita, debe tener “ la fuerza del despertar en el manejo de nuestra vida infraroja”. Toda historia y acción social transformadora debe considerar el entendimiento y aprensión visual simultánea desde distintos ángulos de las cosas y acontecimientos. Para él a cada instante debe provocarse la emancipación del mismo, “para que la libertad no se transforme en estatua…”, siguiendo el desenlace de las ideas de Jean Schuster sobre el texto de Matta. Hablando de la emancipación en relación a la restricción histórica, dice: “el acto poético permite una ruptura más radical con las viejas ideas – Lo real está verdaderamente en tela de juicio si se aborda doblemente – por la vía filosófica : el instante ligado a la historia (materialismo histórico) y por la vía poética (el instante emancipado, al limite de la novedad por la novedad). Refutar toda acusación de idealismo porque la historia no es el tiempo (escapar a la historia no es escapar al tiempo). En realidad sabemos que el acto poético tiende a escapar a la historia (sin lograrlo)…” Siguiendo en la idea, en las sociedades las insurrecciones tienen ese aire-nuevo y son una surrealización de las circunstancias, las que generan un acto poético y la poesía exige no embelesarse; debe conservar aquello dicho por Baudelaire, esa magia circunstancial de la belleza convulsiva. Matta lleva a Cuba ese acto poético que escapa a la historia por su “encantamiento”. El apunta, como el personaje de su pintura (en su pensamiento poético), a la “sur-realización de las circunstancias en cada punto de cruce”. Lo explica Schuster: “Lo esencial es que lo real esté enfrentando un movimiento histórico (encadenamiento de los instantes) y un movimiento a-histórico (emancipación del instante, sur-realización de las circunstancias). Las circunstancias son determinadas, el acto poético las sobredetermina… El punto de cruce es el instante que se emancipa puesto que el pensamiento poético atrapa, a través de un acto, las circunstancias”. En esos años Matta se agita como un Mattapiojo llevando por donde sea su pensamiento poético, el que puede según él hacer del hombre un “nadador ciego”. Lo precisa en su acto automático en que reúne el gesto salvaje, de médium, el sueño y el estado “éveillé” espontáneo violento y afectivo a la vez. Es la ruptura permanente del pensamiento poético, reorganizando el conflicto, viendo poéticamente los desenlaces… Es como la “imagen interior”, como la mujer que uno ama antes de conocerla, “es una proyección libre y se anticipa”, como lo dice Rimbaud: “La poesía no ritmará más la acción: ella se anticipará”. Es lo que Matta dice con relación a Cuba: la poesía es profética en la revolución y la revolución debe contar con un pensamiento poético. En estas dos instancias se encuentra presente la poesía; eminente fuerza que puede mostrar el desasosiego del subconsciente colectivo e individual. En el primer caso la poesía debe estar, en el segundo, la insurrección de mayo, es un acto poético mayor, individual y colectivo, cargado de instantes… Si de “être là” (estar acá) se trata, Matta expone en un montaje original la totalidad del l’Espace de l’Espèce (El Espacio de la Especie), veintiuna telas realizadas entre 1959 y 1968, en la exposición llamada: “Totems et Tabous”, junto a Lam y Penalba, organizada por Patrick Waldberg, en el Museo de Arte Moderno de Paris. La exposición “es el juego del yo en los ojos del mundo. A los que miran, les toca jugar. El juego depende de las cualidades lúdicas del que mira”. La muestra en cuestión será luego montada en el mes de Mayo, en la fábrica Nord-Aviation, ocupada por los obreros en huelga. Como lo testimonia Alain Jouffroy, el entusiasmo de Matta y su complicidad fue total; adhiere y participa en todas las actividades, debates, realiza afiches, obras realizadas en colectivo… con los estudiantes y obreros; hasta realiza un comic titulado: “Por la guerrilla en el arte”, para un libro de A. Jouffroy –La abolición del Arte- . Su participación al congreso de La Habana se resume en su discurso “La guerrilla interior” (titulo de uno de sus cuadros), verdadera declaración de principios, donde dice: “… Mi opinión es que no sólo se trata de estar con la Revolución, sino de ser revolucionario. Ser revolucionario implica por supuesto ser libre o luchar, en consecuencia, para lograr la libertad. Como los pueblos se liberan gracias a la lucha, de la opresión política y económica, los individuos no pueden liberarse sino gracias a la lucha contra sus tiranos internos: la hipocresía y el miedo. Los prejuicios, los intereses, la falsa autocrítica, las ideas convencionales y rígidas forman el ejercito invisible (muchas veces mercenario), contra el cual las guerrillas internas deben emprender la lucha por la libertad creadora. Más conciencia, más luz… El Arte es el deseo de lo que no existe y a la vez el instrumento para realizar este deseo”.
El tiempo nos ha confirmado que aquel congreso cultural de La Habana no estaba para nada en la misma agitación de ideas, mientras la infra-poesía de Matta nos habla de como “reorganimar” una revolución. El eros acciona todos sus sentidos; en su transparencia ve el funcionamiento del pensamiento y su deseo insatisfecho. Tal cual los jóvenes de Mayo –étant donné- (“considerando”), lo que les ha sido otorgado, la libertad de soñar, otra vida posible: “Yo sé, yo siento, estoy seguro que la vida, mi vida, existe, pero no puede ser sólo lo que conozco de ella. Es seguramente maravillosa en un cierto grado de invisible que siempre espero alcanzar, tocar”. Siguiendo su breviario y locución Matta personifica bien al ser mitológico de su pintura, no estando ya Breton en vida; ahora Matta era el más indicado, el juglar, el transpoeta, llamado a transferir los conocimientos.
Pronto, en unos meses más, se cumplirán cuarenta años de los acontecimientos de Mayo del 68. Queda claro que este estallido juvenil no se perpetuó para quedarse como línea horizontal perenne e interminable en el tiempo, cargaba en si la pólvora de la poesía; la “vida” o el acto poético como siempre escapan de la historia, para ser instantes de emancipación en el tiempo circunstancial. Los pasos, los gritos las risas, junto a las consignas quedaron bajo las calzadas parisinas, entre sus fisuras o en las manchas morfológicas formadas por el aceite y el agua de lluvia sobre el cemento de Paris, del cual nos habla Matta en su “Morfologia sicologica”… En amarillo del oro transparente es el fondo del cuadro, manchado ligeramente, una línea que dibuja el entorno de un cuerpo, el poeta mitad bestia, mitad hombre, duerme-despierto; está a punto de apretar el gatillo del revolver, el que es a la vez el ojo de la cerradura. El poeta se dispone a darnos un tiro de gracia, de imaginación… Quedamos a la espera de un nuevo acto de circunstancias en que el “pensamiento poético” busque nuevamente su instante de emancipación.
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