Leve sea la tierra que te cubre
polvo y sombra el hormigón incierto de la tierra sagrada
mi tenebroso amigo de un tiempo enardecido
dulce leve y suave en el lugar oculto
donde la hoja de otoño aniquilada por la venganza de un dios inexorable
busca el regazo y apaga las antorchas
y en la tierra de los viejos asnos las ocultas lágrimas del poeta filólogo
te busca y no entiende entre pequeños libros
entre olvidadas reclusión impertinente hablan de revoluciones pasadas
olvidan el origen estudian los condicionamientos de revoluciones futuras
enseñan al de abajo Sólo seréis capaces de protagonizar la historia de la avaricia ajena
cómplices del privilegio y comparsa del bárbaro
enfermos de cólera
volviendo el rostro al alba que bajaba
de los veloces sueños del amianto
los doctos eunucos escriben escriben
mientras Ignacio de Loyola obediente como un cadáver tiene su primera iluminación huyendo del ruido
cerca de Place Pigalle y subiendo a la colina
tú que has muerto en el siglo del sofisma
cuando la pureza no se había vestido de blanco
y los burgueses de París pudieron escoger entre la Compañía y los acontecimientos de mil ochocientos setenta
lejos ya los años de Napoleón el pequeño Oh rey de los piojos
bello como la prostitución como el silencio en noches sin estrellas
calculador de pequeñas confusiones si dudas de la duda
en el viento del sur las mujeres memorizan el cielo
y los hijos de los eunucos recuerdan a sus padres
escriben escriben las mismas palabras que volverán a leer los protagonistas de la historia
con cascos de acero y gases lacrimógenos
y recortada brisa de Fronda
este estudio de ambiente en el Boulevard Hausmann
olvida las respuestas el honor del verdugo
el aliento del tuberculoso que asesina a las moscas
porque nadie conocía tus aspiraciones a lo bello
ni los sueños de la sombra que nubló tu muerte
cuando el caballo cocea en la colina y alguien oye el trino del ruiseñor salvaje
que espera rencoroso
la claridad secreta del crepúsculo
El futuro vendrá Es preciso partir
El ángel del enemigo os espera a la puerta
masas agraviadas altozanos distantes feliz aquel que duerme en su lecho de plumas
Nunca conocerá la incertidumbre irrecuperables cuerpos
cantan historias de hombres de la sumisión de la vejez
del espejo que adorna la violencia
y el mar de vidrio de los pastos
es la primera niebla de la noche
sin luna que impida a las flores crecer
con la obstinación de un hombre que se ahoga
maldiciendo con los que maldicen
en la sórdida aventura de la traición práctica
le serpent répond toujours à l’appel de l’oiseau
Tiempo de no volver he aquí la vieja loca del País que se humilla
abandonadlo todo extranjero es el cuerpo y la muerte una duda
y en la calma hostil de las flores ajadas
en la hora más profunda
sin mar y sin arena con parsimonia y misteriosamente
viajeros distraídos del Apocalipsis
reyes de la noche de suave risa triste
huyen desconcertados del lugar de los frutos
Tinieblas del amor Agravios y rencores
La aparición de los pétalos húmedos
ennegrece las mejillas de la multitud
el mercader de sedas espía la llegada del sueño
En el pálido viento del otoño
bajo el ala oscura de la negra noche
hombres que parpadean vuelven con largas manos
del País que envejece
no alteraréis el orden
tendréis que destruirlo
si no se quiere todo no se quiere nada
y si el mar es la duda las antorchas
incendiarán París París de los burgueses
ojos suaves tranquilos pendientes del crepúsculo
buscan la piedra filosofal en el vientre de los sapos
y en la débil condensación de la niebla
los envenenadores de la memoria
sorprenden el coito de los viejos maestros
y las doctas discípulas
porque el silencio deja siempre detrás huellas de pájaros
al buscador de sombras
(rostro y niebla: cenizas
de hogueras subterráneas)
Incendiarios de bosques anuncian el último derribo
como dos amantes que oyéndose se creen
Un tiempo de amanecer a la puerta de casa
y en el viento del sur l’aventure est pendue au cou de mon rival
los rostros borrados de la vejez y sus noches
destruyen los jardines el espejo regresan al origen
del lenguaje eclesiástico y de la secreta brújula
con el vómito impuro de la Bestia
recuperan sus alas y vuelven al festín
Estudiantes del Caos no eduquéis a la Bestia
el poder sois vosotros
en días de sol y viento en las verdes praderas
que curan la tristeza y confirman la duda
inventaréis las palabras la ira de los justos el rencor de los sabios
la irritada vida de la reminiscencia y los arrebatos de la cólera
con prudencia obstinada
oh azar oh desorden
como un ángel herido por piedras y palomas
abriréis las grandes alamedas por donde escapa el Tiempo
torceréis el cuello al cisne de la vieja cultura
porque el viento vence a la nave
y a las nubes fugitivas sobre el mar
viejo y dulce Ducasse mi taciturno amigo
boreal resplandor de tibios pareceres
póstumo familiar de la verdad simbólica
exiliado que desdeña y vagabundo
que habita la ciudad del sombrío sueño
con la meretriz que oculta la siniestra
realidad del término del viaje
Perro que ladra al rebaño Viajero del reproche
algo de lo que tú eres nos consuela
nada está escrito ni el terror razonado
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