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RODOLFO HÄSLER (POEMAS) & JOHN WELSON (IMAGENS)


RODOLFO HÄSLER (Cuba) nació en 1958 en Santiago de Cuba y desde los diez años reside en Barcelona. Estudió Letras en la universidad de Lausanne, Suiza. Tiene editados los siguientes libros:  Poemas de arena (Editorial E.R., Barcelona, 1982), Tratado de licantropía (Editorial Endymión, Madrid, 1988), Elleife (premio Aula de Poesía de Barcelona 1992, Editorial El Bardo, Barcelona, 1993). De la belleza del puro pensamiento (beca de la Oscar B. Cintas Foundation de Nueva York 1993, Editorial El Bardo, Barcelona, 1997), Poemas de la rue de Zurich (Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2000), Paisaje, tiempo azul (Editorial Aldus, México D.F., 2001),
Cabeza de ébano (Ediciones Igitur, Barcelona, 2007) – este último libro ha sido traducido al italiano, macedonio, portugués, francés y parcialmente al alemán -, y en 2014 Diario de la urraca (Huerga y Fierro Editores, Madrid), además de Antología poética (Editorial Pequeña Venecia, Caracas, 2005) y Antología de Tenerife (Ediciones Idea, Tenerife, 2007).


JOHN WELSON (Gales, 1953) . Pintor, escritor, poeta, también ha sido curador de importantes muestras pictóricas. Ha participado en unas 300 muestra colectivas e individuales alrededor del mundo. Participa de lass diversas manifestaciones del Movimiento Surrealista Internacional.


Página siete: domingo. El alimento

 

Alimenta a una urraca. Crea un alfabeto nuevo

en su lengua, deja que destaque la profecía

en la noche del sur, su cabeza negra guarda

la parte más delicada, como tomillo nuevo.

La urraca es el condimento, y no oculta nada,

deja de hablar y alcanzarás la elocuencia,

un caracol en la mano, un poema de Hilda Hilst

descubre que la presiento,

no dice más, casi adivina el porvenir,

deja que tropiecen las vocales,

palabras que rondan la desesperación

hasta acostarse a tu lado y marcarte,

ofrecerte la fruta solitaria en su pico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Página ocho: martes. Aeroporto de Guarulhos

 

Al ver a la urraca supiste cuánto se puede

amar. Esa caricia inútil, un bosquejo de dedos

que indica un camino ascendente,

al recordar el pasado las heridas sangran,

las besas, las raspas, y ese ardor que crece

te impulsa, rompe una línea frágil, quiere ser servidor,

galán pretérito encerrado en la duda.

Es la línea de la mano que indica la deriva,

la mente es una muralla, una cárcel bermeja,

una lazada con que anudar, alcanzarte,

acaso atarme, no es del todo cierto.

Tenía razón al declararse incapaz, no arde

el fuego en la gravedad de las brasas,

si es que algo quema.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Página nueve: jueves.

 

La urraca levanta el vuelo al mínimo aspaviento,

un ruido, el crujir de las hojas secas,

mira atentamente a aquel que destaca.

Alguien abandona la escena

antes de verse comprometido,

al separarse deja ante ti un objeto esquivo,

no puede entender el sentido, sólo aceptarlo

o dejarlo volar, irse a otro regazo en busca de consuelo,

por eso lo has olvidado, es una gota brillante

capaz de activar la inteligencia y dejarte vivir,

prendido en un sueño, sin fin, así mismo, sin fin.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Página diez: miércoles. El poeta

 

¿Qué luce en su cabeza? Será un violín sonoro,

un instrumento que sabe ordenar, le dicta al oído

continuas confidencias, detalles de una vida disuelta en agua,

no sé si sabe nadar, sin embargo, es una vida viajera,

un timbre, una indisposición de maldoror.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Página once: lunes. La lluvia

 

Una frase atrevida, en hora baja, a media noche,

convoca la cosmología de la urraca. Con una ligera

inclinación destapa las cajitas donde vibra el sonido,

expande su insistente intromisión.

El dolor es lluvia, sube y baja, ruge,

el sudor oscilando entre el lector y tú

tizna el cuaderno de una dicción truculenta.

Una espuma, un desnivel que todo lo quiebra,

la inconformidad genera la misma pregunta,

inunda un lugar calcinado,

un trago de angustia es el cambio, es la sombra,

cierta manera de arrimarse a lo que no conoce.

No creas lo que es, no es cierto,

siempre le sorprende, llegada la primavera,

un chaparrón en miniatura.


Página doce: jueves. Talita cumi

 

Marosa di Giorgio

 

La gran urraca madre, grazna ahora para ser escuchada,

y pide, me exige que moje su suave hueso en el chocolate.

Qué osada mamá Marosa al hablar así, y yo tratando de hallar

un nombre para sus cosas, cómo decir líquido infecto,

cómo detener a esos gatos perseguidores y lúbricos,

qué decir del costurero, la casa de los abuelos, la madre,

Marosa, ese grito inasible, las lucecillas, el decaimiento,

los caminos son blancos y los perros ladran a los cuatro vientos.

Mi amor, cada golpe de mi amor, un graznido, un ave

devora la libertad muerta en la mano, clavada en la carne

de la niña Ágata, oh desgraciada, oh volver a la oscuridad,

por eso devoras a los perros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Página trece: miércoles. Agua

 

Sobrevuela la enorme extensión de cemento

para llegar a una isla diminuta. La sed del ángel

de la insatisfacción enterrada en un jardín de Pinheiros

donde retratar flores sin cesar…

Subes las escaleras huyendo del frío,

y en el cielo bebes la imagen disuelta en un vaso

de agua.

 

Página catorce: jueves. La palabra

 

La última palabra procede de lo alto y desciende

como el rocío sobre los tejados. Detenerse para sentir

el tiempo y no morir de muerte segura. Debes oír,

es sólo una palabra dirigida a ti que llega de algún

lugar ingrato. Si no la escuchas no será tuya,

se irá en el trazo del lápiz afilado, al charco podrido

que acumula la amnesia. Se juntan dos coronas doradas

que pesan en tu cabeza y el bocado dulce que te hará

saborear más de la cuenta, hasta dónde tocarte, dónde,

sólo elocuencia, la impresión de comprender

todas las lenguas, no sabes si debes escarbar

por miedo a la extenuación. De repente el filo

de la página en blanco.


βrevista triplov . série gótica . inverno 2018