Milosz: "Antología poética". Colección Los Poetas. Versión Castellana de Lyzandro Z. D. Galtier. Prologo de Adolfo de Obieta. Colección Dirigida por Aldo Pellegrini. Compañía General Fabril Editora. Buenos Aires. Argentina. Se terminó de imprimir el 11 de septiembre de 1961.
Selección de Oscar Portela.
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LOS MUERTOS ESTAN EBRIOS...
Los muertos están ebrios de lluvia antigua y sucia
allá en el cementerio extraño de Lofoten.
El reloj del deshielo tabletea lejano
entre los ataúdes sórdidos de Lofoten.
Y gracias a las fosas que el entretiempo ahueca,
con fría carne humana los cuervos se han cebado,
y gracias al delgado viento con voz de niño,
dulce para los muertos es el sumo en Lofoten.
Ya no veré jamas, jamas sin duda,
ni la mar ni las tumbas de Lofoten,
y sin embargo hay algo en mí que me hace amar
ese rincón extremo y toda su congoja.
Suicidas, alejados y desaparecidos
del cementerio extraño de Lofoten
-¡que raro y dulce suena su nombre a mi
oído!-
decidme si es verdad que allí, que allí dormís.
Bien podrías contarme cosas más ocurrentes,
clarete que rebasas en mi copa de plata;
historias más amables o menos alocadas
y dejarme tranquilo con tu eterno Lofoten.
Que está habiendo buen tiempo y suave se desliza
en el hogar la voz del mes más melancólico.
¡Ah, los muertos, los muertos, aun los de
Lofoten;
los muertos, en el fondo, lo están menos
que yo...!
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DESPERTAR
En un país de infancia recuperada entre lagrimas,
en una ciudad con latidos de corazones muertos
(todo un arrullador zurco de latidos de vuelo,
de latidos de alas de los pájaros de la muerte;
de chapaleos de alas negras sobre el agua de
muerte),
en un pasado fuera del tiempo, enfermo de
arrobamiento,
los gratos ojos dolidos del amor arden todavía
con un fuego manso de mineral rojizo, con un
triste encanto,
en un país de infancia recuperada entre
lagrimas...
Sin embargo, el día llueve sobre el vacío
absoluto.
¿Por que me has sonreído en la gastada luz,
y por que y como me has reconocido,
extraña muchachita de arcangélicos párpados,
de reidores, azulados, suspirantes párpados,
hiedra de noche estival sobre la luna de las piedras?
¿Y por que y como, no habiendo jamás entrevisto
ni mi rostro ni mi duelo, ni la miseria
de los días, me has reconocido tan de pronto,
cálida, musical, brumosa, pálida, amada?
¿Por quien morir en la noche inmensa de tus
párpados?
Sin embargo, el día llueve sobre el vacío
absoluto.
¿Que palabras, que músicas terriblemente caducas
se estremecen en mí con tu presencia irreal,
sombría paloma de los días lejanos, tibia, bella?
¿Que músicas en eso se estremecen durante el
sueño?
¿Bajo cuales frondas de soledumbre antiquísima,
en que silencio, en que melodía o en que
voz de niño enfermo volver a encontrarte,
oh bella,
oh casta, oh música escuchada en el sueño?
Sin embargo, el día llueve sobre el vacío
absoluto.
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CUANDO ELLA LLEGUE...
Cuando ella llegue, habrá gris o verde en sus
ojos,
verde o gris en el río?
La hora será nueva en este porvenir tan viejo,
nueva pero tan poco novedosa...
¡Antiguas horas en las que se ha dicho todo, visto
todo, soñado todo:
no os imagináis como os compadezco...!
Habrá entonces otro hoy y ruidos de ciudad
tal como los de hoy y siempre - ¡duras
experiencias! -,
y olores - según la estación - de septiembre o
de abril.
Y un falso cielo, y nubes sobre el río.
Y palabras - según la ocasión- alegres o
sollozantes
bajo cielos que se regocijan o que llueven,
porque nosotros habremos vivido y simulado
- ¡ay! - ¡tanto y tanto
cuando ella llegue con sus ojos de lluvia sobre
el río!
Y habrá también (voz del hastío, risa de la
impotencia)
el viejo, el estéril, el seco momento presente,
pulsación de una eternidad hermana del silencio;
el momento presente, tal como este momento.
Ayer, hace diez años, hoy, dentro de un mes,
horribles expresiones, pensamientos muertos, pero,
¡que importa!
Bebe, duerme, muere, es preciso librarse de sí mismo
de una u otra manera ...
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