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UN ADIÓS DE OSCAR PORTELA

 a Christian Binderfeld

Perdido el fuego del aliento que los Dioses

Depositaran en lo profundo de mi boca

¿Adonde huir, ah decidme vosotros:



Hacia que calmos lagos donde duermen

las algas, oh vasto mundo y

abandonar mis sueños y deseos

volados hacia el invierno más letal

donde sucumbe el alma de las forma?



Gotas de sangre caen de mis ojos.



Adiós. ¿Quién habla ahora y en nombre

de que loa aún a la tierra?



Vasto mundo, vasto mundo: alguna vez

amé su cuerpo y mis voces hablaron

por su ebria alegría y mi años florecieron

repentinos como el relámpago

en sus manos transformadas en fuentes:



Una flor de lapacho perforaba mis ojos.



Restancias del deseo. Si me llamara Raimundo

vasto mundo sería apenas una rima

y no una solución.



Adiós palomares silvestres.



Todo lo noble se ha esfumado del mundo

ahora que los Dioses abandonaron

al amigo del solar y la endecha.



¿Adonde ir decidme ya vosotros

apresuradamente: no se quien soy

y la sordera hace presa de mí:



Adiós memorias. Las nauseas me devoran.



Cumplidas que fueran las tareas

encomendadas a mi ambiguo destino

me despido ahora atentamente

de vosotros: Oscar Portela