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REVISTA TRIPLOV
de Artes, Religiões e Ciências
nova Série . número 66 . agosto-setembro
. 2017 .
ÍNDICE
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Foto in:
http://lelaludens.blogspot.pt/2015/03/ |
Francisco
Garzón Céspedes (Camagüey, Cuba, 1947). Actualmente
también español con doble nacionalidad y residente
en Madrid). Escritor, periodista, comunicólogo y
hombre de la escena. Creador de la narración oral
escénica. Y del
SistemA
Modular de Creación. Condecorado gubernamentalmente
y con numerosos premios y reconocimientos por el
mundo. Fundador y por años Director General de la
Cátedra Iberoamericana Itinerante de NOE (CIINOE) y
de sus eventos en varios países de dos continentes.
De sus 52 libros publicados impresos, y de otros
digitales, un número significativo corresponde a
teoría y técnica de la oralidad escénica.
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FRANCISCO
GARZÓN CÉSPEDES
Oralidad: el llamado más poderoso |
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Como todo
movimiento artístico, el Movimiento Iberoamericano
de Narración Oral Escénica –que, de modo consciente,
empecé a crear desde 1975 al buscar, primero en La
Peña de Los Juglares de La Habana y desde el espacio
escénico, una dimensión contemporánea para la
narración oral artística y comenzar a constituirla
por medio de presentaciones, talleres, creación de
eventos orales y otras acciones, y, mucho, la de
sumar talentosas voluntades– es percibido de
distintos modos desde unas u otras individualidades
y desde los de sus formaciones, perfiles e
intereses.
Estableceré algunas delimitaciones. Y aunque a veces
parezca que para delimitar por momentos asumo la
obviedad, considero que sólo así, desde las certezas
incuestionables –por la vía de la lucidez–, la
lógica elemental y la rigurosidad científica
terminológica, puede aportarse clarificación.
La
narración no siempre es oral. Seguro se narró con el
cuerpo antes que el ser humano hablara. De donde si
uno va a referirse a un narrar desde la oralidad
(palabra, voz y gesto vivos en comunicación entre
interlocutores) debe especificarlo en forma expresa
y ser consecuente con que la oralidad no es el
simple hablar o contar en voz alta expresiva. Se
trata al contar oralmente de hacerlo “con el otro”
–afirmación comunicológica mía desde los ochenta
asumida por casi todos– y no “para el otro”: de un
proceso abierto de interacción que no admite, por
ejemplo, la literalidad –inadmisible la memorización
tal cual; se trata de conocimiento, de compromiso,
de ética, de pasión, de juego de la memoria, de
invención y/o reinvención; y de la búsqueda de la
expectación del otro y de su
cocreación;
de la necesidad de la comprensión inmediata de los
lenguajes; del poder responder a cualquier
interacción o incluir interferencias o estímulos en
el aquí y en el ahora, entre más. De compartir la
confianza.
Se trata
con la oralidad (y mucho con la oralidad que cuenta
anécdotas y que cuenta historias –que comparte
sucesos; “un suceso es la menor unidad de acción”–)
del llamado más poderoso que puede hacerse a la
imaginación de otro ser humano puesto que no hay
imágenes construidas físicamente en el espacio
escénico (más allá de la imagen del narrador
constituido en imagen hablada), no hay imágenes
físicas de ambientes y hechos representados ni de
personajes caracterizados (y de allí la importancia
de, si se desea narrar oralmente y estimular al
máximo la imaginación del interlocutor, no contar
utilizando más recursos que los del propio narrador
–palabra, voz, cuerpo en comunicación– para no crear
imágenes intermedias: externas, determinativas y/o
supuestamente facilitadoras desde quien cuenta que
devienen
mediatizadoras).
La
imaginación es camino de futuro. Enseñar a imaginar
es enseñar a relacionar y enseñar a relacionar está
directamente conectado a la potenciación de los
poderes creadores en todos los ámbitos y de todas
las cualidades. Cuando especifico “oralidad” y
cuando específico “llamado más potente a la
imaginación de cada otro interlocutor” estoy
refiriéndome a lo fundamental, a algo perentorio
para el desarrollo y la calidad de vida: sin una
oralidad de plenitudes el mundo no podrá llegar a
ser el mundo ideal o cercano a lo ideal. La oralidad
es el canal por excelencia para el mejoramiento
humano. También porque la oralidad es la
comunicación por excelencia, el principal medio o
instrumento para comunicarnos.
La
narración oral no siempre es oral artística, no
siempre pertenece a las artes orales (otras: la
poesía oral, la conversación –oral– escénica…) que
son, he conceptualizado: artes de la comunicación o
artes comunicadoras. Se narra oralmente en las
conversaciones cotidianas: lo que hemos hecho o
vivido, lo que nos han contado, lo que hemos visto,
lo que hemos leído, lo que hemos soñado, lo que
hemos imaginado; y dentro de las conversaciones la
narración oral más privilegiada, he señalado, es la
de contar anécdotas personales, unas que pueden
dentro del día a día llegar al “yo mentiroso”
anecdótico –que primero ocurrió, ocurre, como he
escrito, en la oralidad narradora no artística.
La
narración oral artística he enfatizado casi desde
los inicios es una suerte de conversación –prototipo
de toda la oralidad– dimensionada, y la rigen las
leyes milenarias esenciales que rigen a la oralidad
toda, así como la rigen los equilibrios de las cinco
personalidades que he definido como las de los
procesos orales: la personalidad de lo que se dice,
la de quien dice, la de quien escucha, la del sitio
y la de la circunstancia. O lo que es lo mismo: la
del narrador oral artístico, la del cuento (historia
o fuente), la del interlocutor devenido público
interlocutor –y no espectador como en el teatro o en
general en todas las artes expresivas–, la del
espacio escénico o la de cualquier sitio devenido
escenario oral escénico, la de la circunstancia –no
cotidiana– sino oral artística.
La
narración oral artística fue primero que el teatro y
que la narración teatral o cuento teatralizado; y,
mucho más evidente: primero que la narración escrita
y, dentro de ésta, que la literaria; no mencionar el
tanto tiempo que distancia su surgimiento de, por
ejemplo, el de la narración cinematográfica. Otra
cosa sería la mayor cercanía de la narración oral
artística en el tiempo con las –igual tan antiguas–
narraciones desde la danza o lo pictórico. Sin
embargo, como vivimos en sociedades de escritura y
medios audiovisuales (y yo añado: y medios
interactivos), donde mucho de lo que tiene que ver
con la oralidad se desconoce o se desconoce en sus
auténticas características, exactitudes, procesos,
significaciones y trascendencias; donde tantos creen
saber sobre lo oral pero mayoritariamente pocos
saben más allá de las buenas intenciones; donde hay
tantas disertaciones desde el poco conocer o,
quizás, desde la ingenuidad de algunos…; entonces la
oralidad artística sufre los centrismos de lo
posterior: centrismos literarios, centrismos
teatrales; hasta siguen utilizándose los términos
por extensión, metafóricamente, desde los deseos
–cuando lo terminológico en los procesos de
definición, de conceptualización, de investigación,
de teoría, de técnica, de difusión… tiene que
responder a la rigurosidad científica, y en el caso
de la oralidad no sólo a la antropología sino a la
comunicología, entre más–. Y, sí, aún hoy, ya en el
Siglo XXI y después de décadas de que la
antropología delimitara que hay “oralidad” y
“escritura”, se continúa, incluso en las
Universidades, convocando eventos de lo “literario
oral”, cuando “literatura” viene de “letra”, y lo
que ha existido, existe, por ejemplo, son cuentos de
la tradición oral, unos, y son, otros, cuentos de la
literatura; y hasta se inaugura eso o aquello
pretendiendo nombrarse a las tradiciones referidas a
la palabra, voz y gesto vivos (que no exclusivamente
a la palabra) como “literatura oral”. La Historia no
perdona. Apelo continuamente al sentido de la verdad
y al de la responsabilidad. A la investigación
permanente y a la actualización: Por ejemplo, he
percibido –y lo comparto– tras décadas de entrega,
de investigación y de prácticas, y de tanto recibir
de tantas procedencias, y he conceptualizado: el que
todas las tradiciones referidas al decir no son
orales, sino que unas son tradiciones orales y otras
son tradiciones memorísticas –y que las memorísticas
es evidente que no son orales sino sólo dichas de
maneras expresivas pero no comunicadoras; y que las
cantadas tampoco son orales sino que pertenecen a la
música, a las tradiciones musicales–. Y hay que
enterarse y darse por enterado. Y, mucho, de lo que
está tan investigado por la antropología, demostrado
y difundido sobre la separación entre lo oral y lo
escrito, que se diferencian en tanto, y en especial
en sus procesos.
De donde
“narrar” es un término genérico (y lo es
“narración”):
No todo el
que narra está narrando oralmente.
De donde
“narrar oralmente” también es un término genérico (y
lo es “narración oral”):
No todo el
que narra oralmente está narrando oral
artísticamente.
Y
¿narración oral artística?, ¿narrar oral
artísticamente?
Narración
oral artística es otro término genérico (y lo es
“narrar oral artísticamente”). Y, además, no todo el
que dice que narra oral artísticamente está
haciéndolo; por ejemplo, si el cuento que se cuenta
está memorizado, es literal respecto a una u otra
fuente u origen, si el proceso desde allí está
cerrado; o si no se utiliza el lenguaje de la mirada
–el más poderoso según la ciencia– como puente sin
discontinuidades entre el narrador oral y el público
interlocutor; y, sí, en ese caso, si se cuenta se
está narrando, pero narrando teatralmente o
declamatoriamente (la declamación no es poesía oral
como han demostrado los antropólogos, ni declamar
cuentos en la escena es en absoluto antecedente de
lo oral escénico, lo que, por supuesto, el declamar,
puede alcanzar cumbres, únicamente que otras
cumbres).
¿Y quien
dice que está narrando oral artísticamente y en
realidad está narrando teatralmente engaña a
exprofeso? No tiene porque ser así. Hay narradores
que no conocen con exactitud qué es la oralidad. Los
cambios sociales, los cambios en los conocimientos
pueden requerir cuantioso tiempo. Hay narradores que
creen o siguen creyendo (como yo hace unos veinte
años) que la narración oral escénica no es teatral
pero es una de las artes escénicas (no distinguen
artes expresivas de artes comunicadoras, entre más
porque en un mundo tan auténticamente poco conocedor
de lo oral ésta es una clasificación mía de no hace
tanto y en consecuencia aún no tan difundida). Y hay
narradores que cuentan cuentos y creen que la
narración oral artística es teatral (algo que yo
nunca consideré porque venía de una oralidad muy
viva desde la infancia y de un conocimiento cada vez
más profundo del teatro desde la adolescencia, y del
periodismo y la propaganda y la comunicación con las
masas; conocimientos pronto muy especializados). Hay
quienes se consideran actores en el momento en que
narran oralmente, cuando ser narradores orales es
algo supremo porque es, si es en congruencia y
consistencia, ser los herederos de los fortísimos
cuenteros de la tribu o de la comunidad –el
cuentero, segunda personalidad más importante en la
tribu, sólo lo sobrepasaba el jefe capaz de conducir
la tribu a la caza o a la defensa, y lo sobrepasaba
o sobrepasa en esos planos porque en otros el
cuentero era, es, será, la figura principal, la
conciencia ética de la tribu que se encuentra en el
encuentro con su cuentero. Y por eso no se trata
prioritariamente de profesionalización –que debería
ser un resultado de la excelsitud de muchos factores
y primero los de la condición humana– en cuanto a la
narración oral artística contemporánea;
prioritariamente se trata de humanidad, de formación
en principios y valores, de vocación solidaria de
servicio, de constituirse en referente ético, de
creencia en la oralidad y de conocimiento de lo que
es y significa y aporta y posibilita la oralidad y
la oralidad artística y la oralidad artística
escénica; y por eso a partir de 1975 y durante los
siete primeros años doné todo lo que hice dentro de
la oralidad artística, y en los diez primeros doné
la mayoría de lo que hice, y hoy y desde hace años
dono el 80% (y dona la CIINOE) de todo mi trabajo
anual, y de allí que viva en austeridades que
percibo como ejemplares en un mundo donde hay tantas
desigualdades e injusticias. Cierto, todo esto para
mí es más natural por mis orígenes de clase y por mi
formación, y tanto por haberme formado de inicio en
la oralidad y no solamente luego en la escritura, y
por haber sido quien renovó, quien fundó lo
contemporáneo, por haber llegado a la oralidad
artística desde mi prestigio en otras profesiones y
a ponerlo a favor del sueño de que, si la oralidad
es comunicación, por medio de la narración oral
escénica llamáramos la atención hacia la oralidad
toda y propiciáramos que muchas y muchos en el
planeta contaran oralmente con muchos otros, y cada
vez mejor y para lo bienhechor. Y así ha sido y es:
Tantas y tantos que no contaban en la actualidad
cuentan desde la oralidad en los cinco continentes a
partir de la llegada de la narración oral escénica,
donan todo o parte sustancial: comparten desde la
certeza de que lo compartido es lo que más nos
pertenece
¿Narración
oral artística es sólo narrar tradiciones? ¿O es
sólo narrar oralmente tradiciones y cuentos y otras
estructuras narrativas escritas para la niñez? En el
primer caso eso ocurría, ocurre en la primera de las
corrientes de la “oralidad narradora artística”
(nombre que he propuesto como más exacto, primero
“oralidad”, luego una “oralidad que narra”, que no,
por ejemplo, “poetiza”, y en específico una que lo
hace como “arte oral”). Y, en el segundo, eso
ocurría, ocurre en la segunda de las corrientes de
la oralidad narradora artística. Y está probado, yo
lo transformé al crear la tercera de las corrientes
para que se comenzara a contar desde todas las
fuentes posibles de las sociedades que conocemos.
Porque hasta hoy sólo hay tres corrientes
reconocidas que se corresponden a las tres (yo
afirmo que ya está surgiendo una cuarta) sociedades
que la antropología tipifica en relación a la
oralidad: oralidad narradora artística comunitaria
en las sociedades de oralidad primaria (narrador
oral artístico prototípico: el cuentero de la tribu
–que yo he denominado “de la comunidad”– y que a la
par es tanto cuentero como contador de historias
–cronista oral– y en otras sesiones suerte de primer
maestro, entre más); oralidad narradora artística
–he tipificado– de la corriente escandinava de
contar (“para” decían ellos y, por cierto, llevo
décadas anotando que sus principales teóricos fueron
ingleses y norteamericanos algo que apareciera como
recién descubierto– y que es una corriente de
grandes aciertos que contribuyeron a definir lo oral
artístico narrador y de grandes errores que pagamos
todos hasta la fecha) para/con la niñez en las
bibliotecas y en las aulas y desde estas profesiones
y desde la de escritor para la infancia; y oralidad
narradora artística escénica –mi propuesta de la
narración oral artística escénica, que abrevié como
“narración oral escénica” y propuse y se me
reconoce, término que por cierto tiene hoy en el
Buscador de Google decenas de miles de entradas, y,
de las primeras, seis directas referidas a mis
textos teóricos y a nuestra Cátedra Iberoamericana
Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE); y
desde luego alguien que tiene la humildad de donar
el 80% de su trabajo, y advierto, recorriendo todas
sus escalas, y que trabaja de lunes a lunes y de la
mañana a la noche prácticamente todo el año porque
fue lo que le enseñaron, no lo expone por vanidad
sino como pedido de aún mayores servicios a la
comunidad por todos quienes cuentan historias–; y
que también denomino desde los comienzos “oralidad
narradora artística contemporánea” o “narración oral
artística contemporánea”, y a ésta he añadido como
un arte oral en sí, otro: la “conversación escénica”
(toda conversación sin más es “oral” de donde no es
necesario decir “conversación oral escénica”; la
galaxia de la primera persona verbal al contrario de
la de la tercera si se trata de NOE). Como creo que
todavía la antropología no ha categorizado un cuarto
tipo de sociedad –al menos yo no me he enterado–:
ésta en mi concepto más reciente entre nosotros
“sociedad de escritura, medios audiovisuales y
medios interactivos” la vengo consignando, y añado
que en correspondencia con la misma he empezado a
proponer hace décadas la “narración oral escénica
insólita” o “insólita modular” o “experimental”.
Pero si
poco se sabe con exactitud, rigor y excelsitud de
las realidades de la oralidad y de la narración oral
escénica, menos se intuye de las particularidades
tan renovadoras, poderosas e inquietantes –en
búsqueda de un interlocutor más participativo, un
interlocutor más
cocreador,
con más opciones para
cocrear
desde lo recibido de cada narrador oral artístico–
de la narración oral escénica experimental más allá
de las sesiones de las Compañías de la Cátedra
(CIINOE) y de sus talleres de oralidad escénica
insólita modular impartidos por mí –al iniciarlos–
en México, Cuba y España, y sobre todo ahora mucho
más desarrollados –y en crecimiento– durante este
Siglo en Madrid; y menos se sabe mucho más allá de
los públicos que en estos países han visto cuentos
así narrados y especialmente de los que asistieron
en el 2008 a nuestro Festival Arte Oral de
Vanguardia, del que voy a incluir lo que proclamó el
Teatro “Fernán Gómez” del Ayuntamiento de Madrid en
su Programa porque me permite además compartir –en
mínimos– el qué es la narración oral escénica y el
qué es la insólita modular o experimental:
El Primer
Festival de Oralidad Escénica Experimental “ARTE
ORAL DE VANGUARDIA” / De la narración oral escénica
a la narración oral escénica insólita modular nace
dentro de la Programación de la Decimoctava Muestra
Iberoamericana de Narración Oral Escénica “Contar
con Madrid” y en el Teatro “Fernán Gómez”; y nace,
desde dos propuestas al mundo, del escritor,
comunicólogo y hombre de la escena Francisco Garzón
Céspedes (Cuba/España). Dos propuestas de
vanguardia: La narración oral escénica (desde 1975)
es la renovación del antiguo arte de contar y la
fundación de un nuevo arte oral escénico comunicador
al ver por primera vez a la narración oral desde la
oralidad y no desde la escritura, desde las ciencias
de la comunicación de masas y desde las leyes
generales de la escena, pero tajantemente no desde
las del teatro. La narración oral escénica insólita
modular (desde la década de los ochenta) es la
dimensión más experimental dentro de la oralidad
artística: una que hace todo lo que la oralidad
puede hacer y no ha hecho, y lo hace sin irse ni a
la integración de las artes ni a técnicas teatrales,
y lo hace aplicando el Sistema Modular de Creación
que percibe el arte como abierto por excelencia
hasta el infinito. Garzón Céspedes trajo la
narración oral escénica a España en 1989 cuando aún
en la Península (y en 1975 en el planeta todo) no se
contaba desde técnicas orales con los adultos como
adultos, ni desde los escenarios profesionales; sí
existían desde siempre los poderosos cuenteros
comunitarios y los maravillosos maestros y
bibliotecarios y escritores que contaban con los
niños. Varias instituciones oficiales acogieron a la
narración oral escénica y a la CIINOE desde su
llegada, y muy pronto y con estabilidad, desde 1992,
el Centro Cultural de la Villa para convertirse en
el espacio de los cuentos orales y su vanguardia en
Madrid. Todo antes de que los cuentos orales
llegaran en España a los pubs y cafés. La narración
oral escénica: Arte,
y no género; oralidad escénica, y no teatro;
propuesta, convertida en realidad, documentada,
consistente y prestigiosa, y no moda. No
cuentacuentos, no cuenteros, no cuentistas, sus
artistas son los contadores orales escénicos
contemporáneos de cuentos, presentes en los más
importantes Festivales de la escena contemporánea,
del de Otoño de Madrid al Iberoamericano de
Teatro de Bogotá, del Internacional de Teatro de El
Cairo al Cervantino de México.
De donde
narrar oral artística escénicamente no es, en sí y
en rigor, un término genérico (aunque se haya
popularizado) sino que es un término específico
perfectamente tipificado en cuanto a ética, teoría y
técnica.
No todo el
que narra oral artísticamente está narrando oral
artística escénicamente.
Y dos
cuestiones más a precisar en este texto:
Cuidado,
no se legisla, ni se conceptualiza, desde las
excepciones.
Y, para
poder entender a cabalidad lo expuesto, registro mi
definición de comunicación que es un arquetipo que
reúne elementos de, cuando menos, tres de otras que
considero concluyentes:
La
comunicación es el estado de comprensión
(“comprender y ser comprendido”) y el proceso
abierto de interacción (en el que se da respuesta o
retroalimentación en medio mismo del interaccionar)
mediante el cual un emisor o codificador o fuente
transmite desde su energía en forma de símbolos
(verbales, vocales, corporales), sin interferencias
que impidan la transmisión, un mensaje (código) o
mensajes a través de un medio o canal, el de la
oralidad, para, y sobre todo con, uno o más
perceptores o decodificadores que, al igual que el
emisor, se consideran entre sí como interlocutores
(que alternan o pueden alternar entre sí la
percepción y la emisión, la emisión y la
percepción); interlocutores, con un marco de
referencia y con un código común, presentes
físicamente el uno con el otro u otros (“aquí” y
“ahora”) en una circunstancia o contexto.
De donde,
como arte oral, la narración oral escénica para ser
tiene que inscribirse en las cualidades del arte:
belleza, originalidad, novedad, recreación,
composición, riesgo… y en las cualidades de la
comunicación, y, mucho, en la excelsitud del primero
y en la eficacia indispensable a la segunda.
No todo el
que cuenta oralmente cuenta bien y no todo el que
parece que oralmente cuenta bien cuenta todo lo bien
que podría contar oralmente.
Pero el
público interlocutor –sobre todo si hay cierta
eficacia– percibe poco si no se cuenta bien (y
siempre que se llegue al final) por varias razones,
entre las principales: que pareciera que
genéticamente los humanos estamos necesitados de que
nos cuenten, y agradecidos si ocurre; que deseamos
conocer la totalidad de los sucesos de lo que es
contado; que generalizadamente no hay conocimientos,
referencias e instrumental crítico para juzgar la
oralidad artística en hondura y amplitud –y esto:
¿por cuánto tiempo más?
Tengamos
presente en todos los procesos que si tratamos con
la oralidad tratamos, insisto, con el canal o
cauce más completo que el ser humano tiene para
comunicarse; que la oralidad, en verdad toda la
palabra en cualquiera de sus manifestaciones, es no
sólo la identidad del mensaje y del mensajero, es su
guardián más exigente y más entrañable.
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HOMENAGEM DO TRIPLOV A ERNESTO DE SOUSA |