REVISTA TRIPLOV
de Artes, Religiões e Ciências


nova série | número 30 | agosto | 2012

 
 

 

 

 PEDRO SEVYLLA DE JUANA

Dos poemas de amor

                                                                  
 

EDITOR | TRIPLOV

 
ISSN 2182-147X  
Contacto: revista@triplov.com  
Dir. Maria Estela Guedes  
Página Principal  
Índice de Autores  
Série Anterior  
SÍTIOS ALIADOS  
TriploII - Blog do TriploV  
Apenas Livros Editora  
O Bule  
Jornal de Poesia  
Domador de Sonhos  
Agulha - Revista de Cultura  
Arte - Livros Editora  
 
 
 
  1.- Amar para vivir
 

 

Amar para vivir,

considerando al amor fuente de vida;

o vivir para amar,

siendo el amor el objetivo;

yo no acertaba a resolver la disyuntiva.

 

Ante esa duda del todo irresoluble,

perdiendo un tiempo del que no andaba sobrado,

en tan enredosa encrucijada me detuve.

 

A mi edad provecta

en el horizonte se unen Eros y Thanatos,

opuestos sólo en apariencia

sólo en apariencia enfrentados.

 

La apetecible y dificultosa vida,

el desconcertante y prodigioso amor

y la muerte tan difamada y tan temida;

forman los tres lados del triángulo existencial,

los tres ángulos, las tres bisectrices

a los que el hombre hundido se suele aferrar.

 

Persiguiendo el regalo voluptuoso,

además del apremiante deseo se precisa

un estímulo que sustente el fuego y lo dote

de vocación de eternidad;

sin estímulo el deseo se apaga:

vela encendida frente al vendaval.

 

El estímulo fue antes que la nada primigenia

en la intrigante y aleatoria formación del Universo.

El estímulo;

y todo lo demás,

después:

las rocas y los árboles, las palabras y la acción.

 

Y ahí, en ese terreno

tan copiosamente abonado del estímulo,

mi yegua de hermosa grupa,

mi cervatilla en celo,

tú ,destacas.

 

Ahí brillas, mi marinera intrépida,

resplandeces ahí, mi adolescente impúdica,

en el estímulo refulges,

mi adorada mujer madura.

 

Tu pasión agita el calendario,

pone los días en fila y los hace correr a su ritmo,

estimula mi imaginación,

acelera los procesos evolutivos,

agita mis hormonas,

fuerza la voluntad hasta el punto de ruptura,

y diseña,

ajustada a la intensidad de mis deseos,

una nueva escala para medir la felicidad.

 

Sumas esas habilidosas prácticas,

ya fortalecidas,

a las facultades cedidas por la naturaleza:

el deseo de superación,

la inteligencia,

la sinceridad,

la capacidad de lucha,

la fortaleza de ánimo y la facilidad creativa.

 

Eres la brisa en el desierto,

el rocío en el desierto,

el agua en el desierto,

el palmeral en el desierto.

Eres el oasis en el desierto,

y el desierto convertido en un enorme oasis.

 

Siembran mis palabras tus oídos,

hembra activa y presurosa, mi amada intemporal,

noches cálidas o frías

cuando la luz del faro ilumina la estancia

y el reloj del campanario rompe el silencio para dar las doce.

 

Oh!, mi provisora de dátiles y leche de camella,

de sombra fresca y agua cristalina;

oh!, mi poetisa iluminada,

mi dulce flautista,

sin ti,

qué triste sería el mundo,

qué fea la vida.

 

  2. Apología de la Mujer Madura
 

  Mi deseada mujer madura

hembra plena y floreciente

de carne frutal y entendimiento reflexivo

eres la diosa Hera,

esposa del gran Zeus;

y de tus pechos, ubre generosa,

brota a diario en espiral la Vía Láctea,

galaxia formada por doscientos mil millones

de planetas inquietos.

 

Hijo del padre de los dioses y de la humana Alcmena,

yo soy Heracles,

el héroe que busca en tus pechos

la inmortalidad vedada.

 

Eres Penélope, mujer;

yo soy el nuevo Ulises, y regreso a Ítaca

cansado de guerras y aventuras engañosas.

Todo es hostil,

muros de intriga cercan la casa,

los enemigos han tomado posesión de lo mío,

pero tu agredida fortaleza aún resiste.

 

Tus pechos me reconocen,

esposa fidelísima;

identifican mi rostro, mis manos y mi voz;

tus pechos,

sólo ellos,

saben quién es este mendigo extranjero

antes de verme tensar el arco y pasar

la flecha a través de los doce ojos de hacha.

 

¡Créelos!,

tus pechos

mujer madura

conocen la verdad:

saben que mi corazón los quiere esféricos y vanidosos,

mi tímida gacela, mi flor del Paraíso,

saben que mi corazón los ama impávidos y encumbrados.

 

Eres Helena, mujer,

la espartana Helena;

tu perturbadora belleza seduce por igual a dioses y a mortales;

yo soy tu esposo Menelao, rey consorte,

y si perdono tu veleidosa conducta,

debes saber que a la memoria

de tus hermosos pechos obedezco.

 

Mujer nacida de la tierra fértil y las fragorosas olas,

tus pechos son el portentoso acierto de la Naturaleza práctica,

un misterio que los siete sabios de Atenas no podrían desvelar,

un regalo de Mirón, un obsequio de Fidias.

una donación de Polícleto.

 

Eres Esther, la valerosa hebrea,

mi alígera corza, mi dulce enamorada,

mi señora,

mi reina,

yo soy Asuero, el Rey,

ciento veintisiete provincias se inclinan ante mí,

las doncellas más codiciadas pueblan mi harén

pero, únicamente, tus pechos

estimulante

vivificadora compañera,

llenan de fiesta mi vida.

 

Mi adorada mujer madura,

mi virginal doncella,

mi alumna impúdica, mi deseada

hembra sensual y placentera;

tus pechos me invitan, me convidan:

desde su posición de privilegio me convocan

a un banquete carnal inmoderado.

 

Poseen una titilación ictínea cuando los busco,

nocturnidad marina de la arena fresca

turgentes y altos en su entrega pudorosa,

pálidos a la luz de la luna turbia

perturbados por los luceros esplendentes.

 

Hembra total, mi animosa mujer,

mi marinera de imaginarias singladuras,

tus hermosos y erguidos pechos,

sólidos, firmes, resistentes, obstinados;

son el mascarón de proa y la proa intrépida

de tu cuerpo navegante.

 

Tus pechos, mujer, saben a dátiles

a papaya jugosa, a palmitos de sagú

a mango maduro, a almendra y a manzana;

tus pechos rotundos, mi inteligente e intuitiva compañera,

saben a gloria.

 

Son de absenta de noventa grados tus pechos,

de mandrágora y belladona,

hembra soberana,

estrella polar de mi existencia,

alucinógenos son,

ciertamente adictivos

y los bebo para suavizar por dentro

antiguas cicatrices aún en carne viva.

 

A jacinto huelen tus pechos, pulquérrima mujer,

a laurel, a estoraque, a mirto

a eucalipto, a salvia,

a madreselva y a magnolia;

a los aromas bravíos de la flora silvestre

y a la substancia fecunda del tornadizo mar salobre.

 

Los pechos de la mujer madura son tersos y sensuales;

de día cubren su timidez desnuda

de noche desnudan su temeraria osadía.

 

En la penumbra se hacen fuertes

fanfarronean, me desafían, me provocan

y los pezones se inflaman

pronunciando mi nombre innominado.

 

Nada me atrae tanto como los esféricos, enhiestos

orgullosos pechos de la mujer madura,

ley de la gravitación universal.

Brillantes estrellas que me hacen guiños en las noches

oscuras, cuando el cielo es transparente

y la vista cruza las enormes distancias.

 

Mi desconfianza viene de la primera juventud

soy un precavido a prueba de razones,

y todo lo fundamento en los pechos de la mujer madura

única realidad palpable.

 

Dioses del Olimpo y Monte Olimpo ellos mismos

a su cima subo para libar mi diaria

ración de ambrosía.

 

Admirable mujer, compendio de mujeres

bajo tus cálidos y esféricos pechos

mi experimentada sagacidad descubre

un corazón amante que aprecia el arrojo y la ternura;

una voluntad de entrega –hija, madre y esposa-

llevada a desvivirse por los suyos;

la grandeza de ánimo de la mujer emancipada

opuesta a las directoras bridas;

y el empeño social orientado a la conquista

del derecho a expresarse y actuar libremente.

 

P.S.deJ.

 

   
 

 

http://www.incomunidade.com

 

 

 

 

Pedro Sevylla de Juana nació en plena agricultura de secano, allá donde se juntan La Tierra de Campos y El Cerrato; en Valdepero, provincia de Palencia. La economía de los recursos a la espera de tiempos peores, ajustó su comportamiento. Con la intención de entender los misterios de la palabra escrita, aprendió a leer a los tres años. Para explicar sus razones, a los doce se inició en la escritura. Ha cumplido ya los sesenta y seis, y la nostalgia de lo que quiso ser le mueve a intentarlo de nuevo. Sin embargo, transita la etapa de mayor libertad y osadía; le obligan muy pocas responsabilidades y sujeta temores y esperanzas. Ha vivido en Palencia, Valladolid, Barcelona y Madrid; pasando temporadas en Ginebra, Estoril, Tánger, París y Ámsterdam. Publicitario, conferenciante, traductor, articulista, poeta, ensayista y narrador; ha publicado veintiún libros y colabora con diversas revistas de Europa y América, tanto en lengua española como portuguesa. Trabajos suyos integran seis antologías internacionales. Reside en El Escorial, dedicado por entero a sus pasiones más arraigadas: vivir, leer y escribir. www.sevylla.com

 

 

© Maria Estela Guedes
estela@triplov.com
PORTUGAL