Muelles de la palabra

FERNANDO CHELLE


Muelles de la palabra

 

La evanescencia de la palabra me salva del mundanal ruido,

las hay sentimentales, impresionistas, pintoras,

son muelles del verbo eterno

que nos roza en la garganta,

en los pulmones.

El himno gigante sigue anunciando

y corre, se ramifica y como siempre

se dilata en nuevas sombras.

Las páginas brillan,

ahora resplandecen y se modifican,

pero son páginas,

no humo, perfume, sonido o viento.

La palabra

cabalga sus nuevos corceles,

compañeros del poeta

que sigue cantando, gritando, viviendo,

ahora despojado del métrico corsé

y de la rima represora,

ahora lejos del mármol y las escalinatas

camina por las calles con todo el pecho al viento.

La palabra ya no quiere ser el queso de las ratas,

quiere estar ahí, inmediata y cotidiana,

enamorada de los guantes, las calles,

la sopa y las colmenas.

Preferí beber tus ismos,

zurcirte, engarzarte y presentarte

pura, directa y palpitante,

con un verbo libre que viaje

hacia asideros que lo terminen de nacer,

donde habitan mis cómplices,

mis hermanos.


Oda a la página en blanco

 

La página en blanco es generalmente blanca

y el blanco alude a su vacío

a la nada que contiene

a la posibilidad infinita de discursos

a la ausencia de letras, de palabras.

 

La página en blanco

es una invitación a la fiesta del lenguaje

quiere que la violen

pide que la transgredan

que la irrespeten

para dejar definitivamente de ser

ese vacío infinito del universo

ese material poroso sin corazón

ese desdichado fragmento de la nada.


La madeja

 

En la punta del ovillo estaba el llanto,

dormido, agazapado en las tinieblas del todo.

En ese lío a disiparse por calles grises y ríos negros

se escondía, el primer acorde del suspiro.

El sol en lo alto,

engendrado por el balbuceo sur de una vieja guitarra

y el grito verde y llano de la pradera,

fue luz original de la poesía.

El después es el ahora,

el tiempo donde devano los sueños

donde las palabras,

cada vez más precisas,

no intentan llegar a la otra punta.


Agua de río

 

La sombra de una caña se parte a la orilla del río

tiembla sobre las hojas de luz, sobre los gajos de sol

dispersos en una alfombra que pasa.

El tiempo allá arriba cruza raudo, en una nube,

muelles, manos, peces, agua, sangre, ojos,

todo va allí, en esa mancha que se transforma

que tiene prisa, que será río.

Esta fuerza fecunda que hace temblar la luz sobre su lomo

este tajo en la tierra, arrebato de nube y tiempo

es el transcurso irreversible hacia el olvido.


Arrepentimiento

 

Lo confieso,

he asesinado mariposas.

Solía salir junto a mi hermano

cuando el sol calcinaba la siesta

armado de una rama,

cuanto más frondosa mejor.

El día, que caía

cuesta abajo

a morir en el río

se fragmentaba en mariposas

las había amarillas

naranjas en su mayoría

y otras

que parecían tener un reloj entre las alas.

Venían volando por la claridad

esquivando invisibles

como si supieran

de la existencia del gigante

que las esperaba.

Venían zigzagueando

su tiempo de serpentina

regalando su frágil belleza

sin prever

la precipitación de rama

de naturaleza violentada.

Venían con el sol de las chicharras

en su baile arrítmico y silencioso

a morir a plena luz

en lúdico asesinato.

¡Qué pena da confesarlo!

he asesinado mariposas

he sido un vil soldado

que levantó sus armas

contra la belleza.


Vida

 

Con la piel sujetándome

conteniendo pecho, sueño y palabra

me siento sobre el recuerdo de mi niñez.

Hay un árbol de paraíso

que ahora descubro que lo es,

un niño reflejado en vidrios polvorientos

que pasa, y sin saber observa el recuerdo que será

la vida que está siendo en este lugar

sucesivo y arbitrario como el signo que lo crea.


Cosmos, 1984

 

Una luz dulce de mandarina en otoño

calienta el viejo patio de mi niñez,

la fantasía es un colchón de hojas en el suelo

murmurando con un viento de lenguas invisibles,

lo poético ya está allí

es el silencio de ese patio a plena luz

ese niño amando su soledad

absorto en el diamante

que deja al pasar un caracol,

lo mágico es ese lugar sin mar

sin pantalones blancos

sin perfumes corrompidos,

la felicidad,

es la sombra de un árbol

donde viven los pájaros

la sombra que se arrastra en silencio

con olor a mandarinas

para comunicarse

con el viento

las hojas

y las ramas de diamante.


Reflejo

 

Algunas veces veo en el estanque

sobre un tapete de luz infinita

temblar de frío a la luna.

Pienso que el agua,

no la culpo por eso,

al sentirse presa y sola

en las noches heladas,

sueña y se cobija

con historias de apariencias.


El cuchillero

 

Un esquivo pez de luz

como un tajo de plata en la noche

desató la tormenta.

En la esquina del triste farol

calló la sangre negra

y se arrastró en la sombra

como una serpiente

de mil cabezas

moribunda

agónica de borbotones.

La luz de luna

derramada en los viejos adoquines

lustró, todavía más, los mocasines en fuga.

Después, todo fue silencio

quedó sola la esquina

el farol, los adoquines

y hasta la luna en el cielo.


Diagonal Santander

 

Voy a escribir el poema

que no pude escribir cuando quise escribirlo,

sentado en un café, con mi revista impresa,

anacrónica, intempestiva, mirando la avenida.

No lo pude hacer, ante el rostro múltiple y fastidiado del calor,

desde ese sitio aireado y panorámico.

Una sombrilla roja como un fruto de sangre

me recordó la costa

un cartel llamando a la barbarie

de no sé qué corrida me recordó a Macondo

a mi espera cataquera, resistente a la sangre,

debajo de unas gradas

donde se apretujaban los Buendía

y los poetas

que no son como yo.

No lo pude escribir

rodeado de murmullos

sonidos electrónicos

y caras satisfechas de café granizado.

 

Ahora, no recuerdo el poema

que no pude escribir cuando quise escribirlo.

Quizás viva fragmentado en textos posteriores

en versos escritos sin la impertinencia vital y literaria

sin la interrupción de la sangre violentada.

No lo recuerdo y duele

eran versos de amor.


Fernando Chelle (Uruguay, Mercedes, 1976). Autor de los libros: Poesía de los pájaros pintados (2013); Curso general de lectoescritura y corrección de estilo (2014); El cuento fantástico en el Río de la Plata (2015); Muelles de la palabra (2015); Las otras realidades de la ficción (2016); El cuento latinoamericano en el siglo XX (2016); SPAM (2017) y Las flores del tiempo (2018). Ha formado parte de diferentes antologías poéticas. Sus poemas, ensayos y críticas literarias se han publicado en revistas, periódicos y portales literarios de numerosos países. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al italiano y al portugués. Es Cónsul, en Uruguay, del Parlamento Internacional De Escritores de Cartagena, coordinador, en Cúcuta, del Parlamento Nacional de Escritores de Colombia y miembro de la Asociación de Escritores de Norte de Santander. Entre los premios que ha recibido, se destacan: “Premio Nacional de Ensayo Literario” (Colombia, 2017); “Premio Regional de Periodismo” (Colombia, 2017) y “Premio Internacional de Poesía Caños Dorados” (España, 2017). Es coordinador del Laboratorio de escritura PALABRA ESCRITA en la Universidad Francisco de Paula Santander y forma parte del programa radial “Diáspora”, que se emite todos los jueves y domingos por la UFPS Radio 95.2 FM.