El diablo voyeur Con las uñas cogidas en la puerta se debate el alma de un sujeto. Sus dedos hinchados y el ojo lúbrico e impotente chillan a la sombra de un diván maldito. Era un voyeur del inconsciente el pobre diablo. Escuchaba con la vista los secretos placeres de la carne. Miraba descortés el temblor de la voz en los amantes. Se apasionaba con la costra del rencor y la amenaza de matar a quien alguna vez se quiso. Estaba allí concupiscente el demonio entre las piernas , metiendo la nariz y el rabo en donde no lo llaman. En la inconsciencia, digo yo, porque se pierde el genio en desfiguros. Hay un diablo cautivo en la palabra. Viste de ángel guardián y responde al nombre de Esperanza o Caridad, no sé, parece Yocasta con la voz de Edipo,
o bien Tiresias espiando con sus ojos ciegos. |