Americanah, un libro feminista

BERTA LUCÍA ESTRADA  ESTRADA


El nombre de Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria, 1977) es un nombre que no pasa desapercibido para las personas que nos interesamos en la literatura y en el feminismo; muchos colombianos oyeron su nombre por primera vez en el pasado Hay Festival de Cartagena donde fue una de las invitadas más destacadas del evento.

Estos son algunos de los premios que ha recibido:

Commonwealth Writers’ Prize for Best First Book 2003, al mejor primer libro por La flor púrpura. ​

Premio Orange de Ficción 2007, por Medio sol amarillo. ​

Chicago Tribune Heartland Prize 2013, por Americanah. ​

Premio del Círculo de Críticos Nacional del Libro (National Books Critics Cercle) 2013, por Americanah. ​

 

Confieso que hasta ahora, aparte de una o dos entrevistas que le habían hecho, no había sentido el deseo de acercarme a alguna de sus novelas; y es gracias al escritor y feminista Juan Riochí Siafá-Ësáasi Eweera (Guinea Ecuatorial), que me recomendó leerla, que finalmente me decidí a hacerlo.

Americanah, (Gallimard, Folio, 2019 – 685 páginas), es el título de la novela que acabo de leer; ese es el nombre que dan los nigerianos a los coterráneos que regresan de un largo período en EEUU. Esta obra, más que novela propiamente dicho, es un tratado de sociología de las sociedades contemporáneas. Su autora hace un recorrido por tres países disímiles entre sí; a saber: Nigeria, EEUU e Inglaterra. La obra identifica los legados culturales e históricos que han marcado a cada uno de estos países y sobre todo el papel que la “raza” juega en cada uno de ellos. 

Ifemelu, el personaje principal, una mujer muy inteligente, aguda en sus análisis y críticas, y sin barreras en el discurso oral, crea un blog que va a hablar sobre una Americanah; básicamente sobre la visión que tienen los estadounidenses de lo que ella denomina “razas humanas”, y por supuesto sobre la mirada racista y xenófoba hacia los negros; a los que invisiviliza al tratar de llamarlos con epítetos diferentes, siguiendo la costumbre de ser políticamente correctos.

Recuérdese que en Colombia la gente los llama “afrocolombianos”, puesto que consideran que la palabra “negro” es un insulto, algo que personalmente nunca he entendido; así que me agradó saber que Chimamanda Ngozi Adichie critica dicha costumbre, y sobre todo me alegró leer que ser “negro” en África no tiene ninguna connotación racista; hasta el punto que cuando Ifemelu regresa a Nigeria, después de haber vivido por espacio de catorce años en EEUU, la temática del blog, y por ende su título, cambian radicalmente, para centrarse en los problemas socio-políticos de su país.

Americanah, es una radiografía de la sociedad contemporánea; y si utilizo el singular, en vez del plural, es porque Chimamanda Ngozi Adichie tiene la suficiente agudeza para identificar que los problemas que aquejan a las sociedades contemporáneas son los mismos en cualquier parte del mundo. Me refiero a la mirada sobre los conflictos internos al que está enfrentado el hombre contemporáneo, y ante todo los conflictos de las sociedades actuales; léase corrupción administrativa, ambición por el poder político y económico, clasismo *[1], rol de las religiones, especialmente  de las iglesias de garaje que surgen como champiñones en cualquier suburbio bien sea de Lagos, Londres o Washington o alguna otra ciudad de EEUU . Y por supuesto es una obra que bucea en el machismo y la misoginia.

Chimamanda Ngozi Adichie sabe muy bien que esa pandemia, incluso yo la llamo ideología fascista, está tan ancorada en la sociedad que las mujeres somos las primeras en reproducir su cizaña. ¿Cómo lo hacemos? La respuesta es simple, de múltiples formas; desde la crianza de los hijos, donde el papel que se le asigna al hombre es diferente del que se le asigna a la mujer y por lo tanto la relación que se establece con ellos es diferente según su sexo. También puede ser la visión que se tiene del “matrimonio”, no como una unión de respeto y fundada en el amor, sino como una unión de conveniencia social y económica; y en el caso de los EEUU o de Inglaterra (entre muchos otros países), como una conveniencia racial; sin olvidar el ascenso social que una unión matrimonial puede engendrar. El matrimonio, o una relación con un hombre de poder, es visto como la salvación económica para millones de mujeres que consideran que sin un hombre a su lado su supervivencia y la de sus hijos es imposible; olvidando que es precisamente el status quo el que perpetua esa visión malsana y nefasta de las relaciones de poder entre los dos sexos y que pretende ubicar siempre a la mujer en varios escalones más abajo del escalón donde ubica al hombre.

La lectura de Americanah me hizo pensar en la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich, no porque sus obras guarden algún tipo de semejanza en la temática o en el género sino porque son trabajos sociológicos que buscan desentrañar los secretos de las sociedades actuales. Me explico. Cuando leí a Svetlana Alexsievitch sentí como si un fino bisturí me abriera el vientre y luego me sacaran los intestinos para limpiarlos ante mis ojos completamente desorbitados; la lectura de tres de sus obras me dejó inerme; sentía como un grito de horror salía de mis entrañas y hacía eco en todo mi cuerpo. En cambio la lectura de Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie, fue como observar una radiografía y con ella los secretos más íntimos e inconfesables; fue como penetrar en el espejo de Alicia y pasar a otra dimensión, la dimensión de lo que no se dice, de lo que se calla, de lo que es obvio pero debe quedar en la sombra. Ella nos señala el árbol totémico y a través de él vemos todos y cada uno de los árboles de una inmensa floresta; e incluso vamos más allá, atravesamos vertientes vertiginosas sin ahogarnos; y con Svetlana Alexiévich sentimos a cada instante que vamos a morir en el infierno de la lectura que pone delante de nuestros ojos.

Para terminar quisiera decir que Chimamanda Ngozi Adichie puede ser una de las ganadoras del Premio Nobel de literatura 2019, y si no lo es en este año, lo será luego. ¿Y por qué lo digo? Porque es una autora reconocida, ganadora de varios premios literarios muy importantes y militante feminista; y después del movimiento #metoo y del escándalo de acoso sexual en el seno de la Academia Sueca, lo que llevó a no conceder el Nobel de Literatura del 2018, este año es imperativo e incluso ético que se le otorgue el premio a una escritora; máxime que se entregarán dos galardones, el del 2018 y el del 2019. Los Premios Nobel tiene una deuda enorme con las mujeres, es hora que esto comience a cambiar.

Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie
(Gallimard, Folio, 2019) 685 pages.


* Clasismo es la concepción mediante la cual se interpreta que la sociedad está dividida en clases sociales, una de las cuales, mayoritaria pero minorizada, ejecuta el trabajo que le ofrece la otra, que es minoritaria, pero que domina gracias al Estado, las leyes y las fuerzas represivas. Por lo general, un clasista asume su pertenencia a una u otra clase y obra en consecuencia de sus intereses. Clasismo es el prejuicio y discriminación basados en la pertenencia o no a determinadas clases sociales. Según el diccionario de la RAE, actitud de quienes defienden la discriminación por motivos de pertenencia a otra clase social. El clasismo es un fenómeno heredero del racismo. El origen de la discriminación no se basa en este caso en diferencias étnicas, sino en la pertenencia a diferentes clases sociales, debido a las condiciones socioeconómicas del individuo o grupo social. El problema se agrava cuando la estratificación de las clases coincide con determinadas etnias, produciéndose un solapamiento de sentimientos discriminatorios racistas y clasistas. Existen ideologías políticas fundamentadas en algún tipo de clasismo. Nota tomada de: https://educalingo.com/es/dic-es/clasismo